Acuse de recibo
Desde Abigail González 67, en el reparto San Juan, de la ciudad de Bayamo, escribe con muchas dudas Juan Manuel Pompa Blanco; porque quiere encontrarle la explicación a una medida que, en su consideración, se inscribe en esos moldes prohibitivos y dogmáticos que aún andan sueltos por ahí, y desdicen de la excelencia por ofrecer un servicio.
Cuenta Juan Manuel que necesitaba enviar un giro por 700 pesos a un destinatario en La Habana, y se presentó en el Correo Bayamo 1, situado frente al Parque de la Revolución. Y allí se topó con la disposición que prohíbe enviar más de 300 pesos en un , giro. Tuvo que llenar tres modelitos por sendos giros.
«¿Por qué esa limitación de efectivo a girar, si de todas formas se cobran recargos comerciales por cada giro? ¿Por qué se gastan tres modelos, si uno puede absorber, y así se ahorra papel y el servicio es más rápido? ¿Por qué esa burocracia?», cuestiona Juan Manuel.
Como buena habanera, y eludiendo las calamidades de trasladarse hasta las playas del Este, Isis Rivero (calle 15 No. 5002, entre 52 y 60, Playa, La Habana) acostumbra llevar a su nieta a darse baños de mar, sol y plenitud, en los círculos sociales de la antigua Concha, en ese municipio.
«Es un lugar muy agradable, señala, porque hay árboles cercanos a la playa que dan buena sombra, hay bastante arena, y el agua es muy clara y transparente. Tienes mucha seguridad, porque hay policías cuidando…».
Pero tras los elogios vienen los inconvenientes: «Está muy sucia la arena, y no hay cestos de basura por ningún lugar. Jamás limpian. ¿No es posible, aunque sea una vez a la semana, barrer todos esos desperdicios y colocar cestos de basura, para que no tiren aquellos al piso?».
Concuerdo con Isis; pero también habría que preguntarse por qué, no solo en la Concha, sino en cualquier playa de la capital y de otras provincias, los bañistas lanzan a la arena o al mar los desechos de sus festines gastronómicos y etílicos. Habría que preguntarse hasta cuándo vamos a estar dañando el ecosistema con esas sobras de indolencia.
Hacen falta cestos, se requiere higienización sistemática de las playas, pero urge una «limpieza» definitiva en la mente y en la conciencia ambiental de muchos cubanos. Y se extraña el severo control y la fiscalización en nuestros balnearios, el mazo dando para quienes van por las costas dejando detritus.
A Yessika Comesaña (Soledad 84, entre Crespo y Santo Domingo, Guanabacoa, La Habana) se le unió el cielo con la tierra hace unas semanas, cuando ingresó a su hijo de dos años con una meningoencefalitis bacteriana, en el hospital pediátrico conocido por la Balear, en San Miguel del Padrón.
«Gracias al trabajo rápido y certero de los médicos de la Sala C, especialmente la doctora Mileny, mi niño fue trasladado a la sala de terapia intermedia, donde el amor, los cuidados y el talento hicieron que se recuperara en muy poco tiempo. Gracias a los doctores Olguita, Ana Ivis, Tony, Isabelita, Ilio, Interián y otro que, lamentablemente, no recuerdo su nombre pero sí su sonrisa. Y a las enfermeras Xenia, Miriam, Magdalena, Libertad, Indira, entre otras. Hoy mi niño corre y ríe nuevamente», concluye.