Acuse de recibo
El centenar de personas que residen en el famoso edificio del Retiro Médico (N esquina a 23, La Rampa), están viviendo días difíciles: de los dos ascensores de ese inmueble, uno lleva 21 años sin funcionar; y el sobreviviente, hace ya 20 días que dijo hasta aquí llegué.
En el inmueble de 23 pisos, sobre todo en los pisos más altos, residen muchos ancianos con limitaciones físicas y enfermedades, que por estos días están «presos» en esas alturas. Y sus familiares están muy preocupados de registrarse una urgencia, porque todo parece indicar que la solución al ascensor está bastante lejana.
Por eso me escriben Carlos M. Viciedo y Mirta Aragón, presidentes del Consejo de Vecinos y del CDR, respectivamente, en el Retiro Médico. Los vecinos del edificio tienen puestas sus esperanzas —¿o sus desesperanzas?— en la empresa UNISA, la encargada de la reparación de los ascensores de edificios altos en la capital.
UNISA ha informado que un rodamiento del motor principal del ascensor hay que cambiarlo. Pero no se sabe la numeración del mismo —requisito para conseguir un sustituto en otra entidad o adquirirlo en el exterior—, para lo cual hay que abrir el motor y extraer el dichoso rodamiento.
«¿Por qué no han abierto la máquina para ver el número?», inquieren los remitentes y afirman de inmediato: «La respuesta que dan es porque para abrir el motor hacen falta varios instrumentos y herramientas, el oxicorte (oxígeno y acetileno), un extractor, una armazón de madera y un camión para transportar esos materiales. Y la Empresa no cuenta con la mayoría de estos».
Este redactor interrumpe el reclamo de los vecinos y se resiste a aceptar que sea imposible encontrar lo necesario para abrir el motor, al menos con la cooperación de otra entidad o la voluntad de instancias superiores.
El edificio del Retiro Médico, hasta el piso siete, es sede de entidades estatales. Los vecinos residen a partir del piso ocho.
La carta a esta sección viene acompañada de la copia de una misiva que recientemente los vecinos del inmueble enviaran al Gobierno en la capital. En la misma, abordan este problema, y solicitan que, además del asunto de los ascensores, se tenga en cuenta el hecho de que el Retiro Médico, con 53 años a cuestas, y ostentando en su momento Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos y otros premios, jamás ha recibido un mantenimiento.
Y teniendo en cuenta que otros edificios altos de la ciudad, con mejores condiciones que ese, han sido priorizados en labores de mantenimiento y con ascensores, ellos solicitan que se ponga al menos la mirada en él, en momentos en que su situación es aún salvable, y se les dé una esperanza en una especie de lista de espera.
Aun así, en la carta de Viciedo y Mirta a esta sección, manifiestan: «Nosotros no estamos pidiendo que nos arreglen ahora el edificio. Solo queremos que nos den un lugar en las prioridades para reparar el inmueble y sustituir los ascensores. Y conocer qué organismos y cuáles personas son quienes toman las decisiones de distribuir las prioridades para reparar los edificios altos y para sustituir los ascensores, para plantearles directamente nuestra situación».
¿Por qué desde hace varias semanas la aspirina ha desaparecido de las farmacias en una amplia zona del Vedado, en la capital?, pregunta en su carta Rafael Hernández, residente en Calle 13 No. 757, apto. 5, entre Paseo y 2, municipio de Plaza de la Revolución, La Habana.
«Cuando uno la pide —señala—, los dependientes solo dicen que no hay. Y si preguntas el motivo, se limitan a encogerse de hombros, con evidente indiferencia. Estoy al tanto como el que más de las dificultades que está confrontando el país; pero ni en peores momentos del período especial se produjo una situación como esta con este noble, humilde y eficaz medicamento. Apelo a que se dé alguna explicación».