Acuse de recibo
Aportes sobre las veleidades en el manejo de las unidades de medida de los materiales de construcción, hace en su carta el Doctor en Ciencias Técnicas Modesto Vidal, profesor titular ya jubilado de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la CUJAE, y residente en Avenida 25 No. 6215, entre 62ª y 64, Buenavista, municipio capitalino de Playa.
Precisa el lector que los vendedores ilegales de los áridos, utilizan el saco, doble o sencillo, y el vagón para sus operaciones mal habidas. Vidal llama la atención sobre las equivalencias que se manejan, con respecto a las oficiales del sistema internacional para la medición de los volúmenes en metros cúbicos.
Allí el metro cúbico equivale a 12 vagones, o a 12 sacos dobles; sobre la base de 12 paletadas de material en ambos casos. Mas, para Vidal, esas equivalencias están distorsionadas. Él se tomó el trabajo de medir tales volúmenes con un patrón que no falla: el tanque de 55 galones, que equivale a 208 litros. Así, un metro cúbico, son 4,8 tanques. Pero con esas medidas, el «metro cúbico» son 3,8 tanques. Te «multan» con alrededor del 20 por ciento de lo que pagaste.
Lo curioso es que Vidal comprobó que esas «equivalencias» rigen en la tienda estatal de venta de materiales de construcción La Devesa, en 66 esquina a 29, en Playa.
«Debido al carácter manual del despacho de esos materiales —señala—, es razonable que la venta se mida en paletadas, sacos y vagones; lo absolutamente inadmisible es que una unidad estatal estafe al consumidor (quizá por incapacidad o desconocimiento)».
Señala Vidal que en un modesto libro llamado Cómo conservar la vivienda, publicado en 1987 por la Editorial Oriente, y cuyo autor es Alfonso Miari, entonces especialista del Centro Técnico de la Vivienda y el Urbanismo del MICONS en Ciudad de La Habana, aparecen varias equivalencias entre unidades de medición de volumen. Entre estas, él destaca dos que fundamentan su preocupación: un metro cúbico representa 15,5 vagones y no 12; y un vagón 16 paletadas y no 12.
«No obstante —concluye—, si siendo confrontado con cualquier otra versión de equivalencias (técnicamente fundamentada) me demuestran que tanto Miari como yo estamos equivocados, me alegraría mucho reconocer mi error en aras de la salud de una institución que, aunque no es nueva —porque ya hubo los rastros del pueblo— renace bajo nuevos presupuestos que deben ser protegidos».
Gonzalo Bernaza (Calle 24 No. 357, Vedado, Ciudad de La Habana) sugiere algunos procedimientos en la venta de medicamentos en las farmacias para evitar el drenaje de medicinas hacia la venta ilegal. Y lo hace a partir de un ejemplo clásico:
«Un médico le da una receta para cuatro frascos de un medicamento. Usted se presenta en la farmacia, y solo quedan dos. Si usted decide comprarlos, debe dejar la receta allí. Pero nunca sabrá en realidad si quedaban solo dos frascos.
«Usted tendrá que ir al médico otra vez, para que le den una nueva receta. Pero en la farmacia, con la primera receta, ellos pueden acreditar que vendieron cuatro frascos.
«Si en lugar de facilitar el desvío, y crearle el problema al paciente de ir al médico de nuevo a solicitar otra receta, simplemente se le anota en la primera que adquirió dos frascos, y se hace un documento o papel donde se haga constar que con la receta tal a nombre de la persona X, con número de carné de identidad tal y la firma, se evita el desvío, se atiende bien al cliente y se tiene control de los productos en la farmacia».
Bernaza reconoce que no es el indicado ni mucho menos para saber cómo se controla la secuencia de los medicamentos en las farmacias; pero solo pretende hacer meditar a quienes sí tienen esa responsabilidad, y no han resuelto el problema de los medicamentos vendidos a medias de lo que prescribe la receta: de esto último sí tiene experiencias.