Acuse de recibo
Los villaclareños Juan Mario Reyes (Biplanta 8, Apto. 1, calle 1ra., entre G y H), William Hernández y Tania González (Gran Bloque, Apto. 1, calle 3ra., entre G y H) y Noira Durán (Biplanta 8, Apto.2, calle 1ra., entre G y H), todos del Reparto José Martí, en Santa Clara, se han unido contra las aguas negras.
Resulta que allí, en el cuadrilátero formado por las calles 1ra. y 3ra. y G y H, hace alrededor de ocho meses que la tupición de tuberías y registros de albañales campea por sus respetos.
«Un mar de excrementos, aguas putrefactas, malas hierbas. Nadie se atreve a chapear por el peligro que conlleva meterse en esa jungla. Cuando llueve toda la calle se llena de la pudrición. La peste es insoportable… La plaga de pequeños mosquitos y otros insectos es inmensa y cubre las paredes de las viviendas más cercanas…», así lo describen, alarmados, los vecinos.
Según cuentan, se han entregado cartas al compañero Roque, responsable de Vectores en el policlínico Marta Abreu. Este manifiesta que el problema se está tramitando a todos los niveles, pero los afectados permanecen en la incertidumbre.
La queja ha sido comunicada también y en varias ocasiones a las autoridades de Acueducto y Alcantarillado. Ningún resultado. Igualmente, el delegado del Poder Popular en la zona ha dado curso al asunto.
Dos días antes de escribirnos, evocan los residentes, se habían encontrado peligrosos focos en la casa más cercana a la tupición y se vertieron diez litros de bactivec en las aguas pútridas. Pero como allí no deja de fluir el desperdicio, temían los remitentes que pronto sería arrastrada la profiláctica sustancia.
Para colmo de males, un pozo artesiano —del cual consumen agua algunos hogares del área— tiene el riesgo inminente de quedar inservible, se duelen los santaclareños.
Hace dos años, bajo los vientos de la temporada ciclónica, la enorme mata de mamoncillo que había en el patio de Mislayne Sánchez Sosa se desplomó y afectó tres casas. Algunos de los vecinos quedaron atrapados, pero por suerte no hubo que lamentar daños humanos.
El delegado del Poder Popular en el vecindario informó entonces al Gobierno de Playa sobre la existencia de otro peligroso árbol de almendra en el mismo patio, en la calle 21-E, No. 47, entre 308 y 310, Rpto. Barbosa, Playa, Ciudad de La Habana. Era necesaria la tala.
Pues bien, ha pasado el tiempo, ya estamos otra vez a la expectativa de los huracanes y el almendro sigue allí, convertido, lamentablemente, en una amenaza.
El viernes 18 de junio último, bajo la fuerza de un aguacero se cayeron dos gajos que, por fortuna, no afectaron a nadie, pero el aviso se hizo sentir, narra Mislayne.
Para esta joven de 24 años, que vive con su hermana enferma y sus padres resulta imposible asumir la tarea solos. Por eso, necesitan el apoyo de las entidades que tienen equipamiento para ello.
Sin embargo, opina este redactor, en tanto el auxilio de los organismos encargados llega, bien podrían los hombres del barrio dar una mano solidaria para aunque sea podar al peligroso gigante.
En las últimas líneas de hoy, una vieja y reiterada solicitud de la sección. En el caso de las cartas postales manuscritas, por favor, la letra ha de ser clara, legible. Quien no la posea, auxíliese de un familiar o amigo para la escritura.
La única manera de poder tramitar o publicar las misivas es entenderlas plenamente. Y a veces, ni con los mayores esfuerzos resulta posible. Comuniquémonos. Gracias.