Acuse de recibo
Era un soberano maltrato y no había razón para aguantarlo callada. Así que la capitalina Ileana Torres «armó la gorda», y además nos escribió.
Su carta, publicada aquí el 22 de junio último, partía de cuando fue a comprar un regalo para su mamá el 7 de mayo pasado en la tienda El Bazar, en la calle Monte, en La Habana Vieja.
Tras una hora y media de cola, Ileana solicitó un reloj de pared, y pidió, de ser posible, le vendieran el que tenían en exhibición, por una fruta roja que tenía como adorno.
La expendedora le comunicó, bastante descompuesta, que aunque se trataba del mismo reloj, por el color poseía otro código y había que despacharlo en el otro mostrador. La usuaria, como es lógico, abogó por no tener que hacer nuevamente la larga cola. Y la grosería de la empleada continuó.
Al solicitar el diálogo con algún directivo de la entidad, Ileana solo recibió los intentos de conciliación del jefe de almacén y la contadora, mientras la vendedora seguía «despachada»...
A propósito responde Alejandro Pineda González, gerente del Complejo Cuatro Caminos, de la compañía Habaguanex S.A.
Luego del correspondiente proceso investigativo, afirma Alejandro, «pudo comprobarse que realmente había existido maltrato a la clienta por parte de la dependienta, a la cual se le aplicó como medida disciplinaria la separación definitiva de la unidad».
También se supo —continúa el gerente— que «de manera colateral, habían influido en que el hecho no fuera resuelto tanto el encargado de almacén como la contadora, pues había existencia del reloj de pared con la figura que solicitó la clienta en almacén, cuestión que debió preverse. Ambos compañeros fueron amonestados públicamente en un matutino colectivo, con todos los trabajadores del Complejo».
Se concluyó además, refiere el directivo, que ambos relojes —el de exhibición y el del mostrador— tenían el mismo precio de venta, toda vez que entraron como artículos de precio fijo, independientemente de las figuras que poseían.
«Se visitó a Ileana Torres en su vivienda, y se intercambiaron criterios con ella en buen clima de diálogo. Corroboramos nuestra inconformidad rotunda con que hechos como estos se produzcan, ya que nuestro trabajo está encaminado a brindar un servicio de excelencia a la población», expresa el dirigente.
Asimismo, narra que se le entregó a Ileana toda la documentación del caso, las disculpas por escrito, y la constancia del deseo del Complejo de que continúe visitando sus instalaciones, donde el triste episodio constituye un hecho aislado.
Miriam Torres Motito (Calle 16, Bloque 35, Edificio 5, Apartamento 6, Reparto Versalles, Santiago de Cuba) no quiere dejar pasar el momento para retribuir la profesionalidad. Por eso aprovecha que la Aduana Postal y Envíos presentó su balance al Parlamento cubano, para hacerles llegar a sus trabajadores y funcionarios su agradecimiento.
La santiaguera desea «reconocer la justeza con que se aplicó un Recurso de Apelación a un bulto que desde el 30 de abril estaba en el área pericial, canal rojo (...), y que no se excedía en el peso establecido, pero sí en el criterio de las dos técnicas (inspectora y la testigo) que lo decomisan el 2 de junio, según Resolución 85/07, porque su contenido “excedía los cien pesos”».
Especial gratitud le merecen el Jurídico de la institución a nivel nacional, de nombre Ulises, «por su actuación al radicar el recurso de apelación por el bulto con medicamentos y artículos de canastilla para mi esposo y nieta embarazada, respectivamente, en mi nombre». También el compañero Raúl Gómez Badía, jefe de la Aduana Postal y Envíos, «por presidir la Comisión de Legalidad, por lo acertado en su gestión. Esto nos da confianza en nuestras instituciones», concluye la remitente. Aunque todavía ella no ha recibido el paquete vía correo, quiso apresurarse a decir: gracias.