Acuse de recibo
El 12 de diciembre de 2009 esta columna reflejó el disgusto de Pedro Castañeira (Real 75-A, entre San Pedro y Toscazo, Santa Clara), por el laberinto interminable en que estaba extraviado. Refería que en 2006 contrató un abogado para realizar los trámites de división de la casa por divorcio. En 2007 estuvieron los resultados, y se presentó todo en la Dirección Municipal de la Vivienda, con la Resolución 1771 de 2007, a nombre de Pedro y de su ex cónyugue.
Pero después todo fue «peloteos» de aquí para allá entre Vivienda y Notaría. La resolución tenía errores, volvía supuestamente enmendada, y traía nuevos errores… Así, hasta la última subsanación el 9 de diciembre de 2008. Y un año después, aún Pedro no tenía respuesta. Pero el colmo es que en septiembre de 2009 él retornó, y le dijeron que su trámite ¡demoraba! Con razón Pedro calificaba el hecho como una falta de respeto y un maltrato.
Al respecto, responde Francisco J. Hernández, director provincial de la Vivienda en Villa Clara, que a raíz de lo revelado se entrevistaron con Pedro y se revisaron los documentos. Comprobaron que, ciertamente, existían errores y omisiones, no solo en las resoluciones, sino también desde que se emitió su primera titularidad.
«Consideramos que Pedro Castañeira tiene toda la razón en su planteamiento, y ante notario público se formalizó la división y liquidación del condominio», apunta, y concluye: «Se revisó por parte de la Dirección Municipal de la Vivienda el actuar incorrecto del funcionario que trató negligentemente el asunto, el cual ya no trabaja en ese sistema».
Agradezco la respuesta y la solución, pero no puedo obviar que la explicación de lo del funcionario responsable de tanto sufrimiento queda flotando vagamente en un mar de interrogantes: ¿Ya no trabaja en la Vivienda porque lo separaron? ¿O de lo contrario, estuvo tanto tiempo laborando con tanta ineficacia y un buen día se marchó como Pedro por su casa? ¿Cómo es posible que acumulara tantos errores y se mantuviera? ¿Por qué a tiempo no se le puso un freno a tanto descuido? ¿Era imposible que los superiores del negligente detectaran lo que hizo sufrir tanto a Pedro?
Hay personas que van de sitio en sitio, dejando una traza de chapucerías. Y luego no dan el rostro: «Ya no trabaja en el sistema». Ojalá que no esté en otro sitio, complicándole la existencia a más de uno.
Desde Nazareno 311-A, entre Cadenas y Máximo Gómez, Guanabacoa, Ciudad de La Habana, me escribe Dacio Gabriel González, padre de una doctora que, luego de cumplir dos años de misión en Venezuela, fue beneficiada en el plan de viviendas asignadas a internacionalistas de la Salud. Él valora mucho el que, en medio de tantas dificultades económicas y déficits habitacionales, la Revolución atienda los problemas de viviendas de los médicos.
Pero lo que no entiende es que el edificio, sito en 67-A esquina a 116, en Marianao, recién construido y entregado a sus moradores en junio de 2009, presentara problemas transcurridas unas semanas: rajaduras en paredes y techo, acompañadas de filtraciones.
La hija de Dacio comenzó las gestiones con el Grupo Empresarial de la Construcción (GECONS), particularmente con la brigada constructora Julio Antonio Mella. Y salvo el caso de la jefa técnica de la ECOIN 2 (Empresa Constructora de Obras de Ingeniería), Maritza Pavón, la cual ha mostrado interés en la solución de las afectaciones, el tiempo corre y nada se ha hecho.
El reclamante refiere que casos como este están relacionados con males enraizados y fuertemente criticados por la dirección de la Revolución, como la falta de control, no velar por la calidad, la indolencia, y señala que él expone el asunto, porque su hija no ha querido recurrir a Acuse de Recibo, por temor a quedar como “problemática”.
Lo «problemático» no es reclamar lo que es justo, sino que a estas alturas, con los sacrificios financieros que hace el país, y con los alertas hechos sobre los procesos inversionistas, se construya con tanta irresponsabilidad y chambonada.