Acuse de recibo
A este embarcadero de asuntos arriban historias que, tal como las narran sus armadores, son verdaderos naufragios. Raras historias que solicitan un esclarecimiento urgente, como la de Alberto González, residente en Camino Planta Creosoto No. 3, Sury, Guane, provincia de Pinar del Río.
Cuenta Alberto que el 4 de abril de 2009 fue contratado por la Empresa Municipal de Comercio de Guane como albañil B, para laborar en la construcción de las viviendas afectadas en el territorio por derrumbes totales, debidos a fenómenos climatológicos. Según explica, era un contrato indefinido, sin fecha de terminación. Eso que llaman dejarte «fijo».
El 27 de junio, cuando se encontraba trabajando en casa de la vecina Norbertha, se cayó del andamio y perdió la movilidad de la pierna derecha. En el hospital provincial Abel Santamaría diagnosticaron que había sufrido un infarto parcial muscular con invalidez en el lado derecho. Y allí estuvo internado durante varios días.
Al retorno a su hogar presentó el certificado médico a la empresa de Comercio. «Y bajo protestas, el jefe de Recursos Humanos me pagó ese primer certificado 622,27».
Al presentar el segundo certificado, el jefe de Recursos Humanos le informó a la sobrina de Alberto que no le podía pagar más, porque este ya no tenía contrato con ellos. Pero Alberto, que guardaba la copia del mismo, la presentó. Y fue cuando aceptaron el certificado.
Pero el problema mayor es que expiden el certificado, no a nombre del accidentado, sino de Norbertha, «quien cobró el dinero, que se lo hicieron llegar hasta su casa. Envié a mi sobrina en varias ocasiones a ver qué pasaba, y solo le manifestaban que lo había cobrado Norbertha».
La sobrina de Alberto se personó en la Dirección Municipal de Trabajo y en la Policía, por la violación que, según él, se estaba cometiendo: «Norbertha no tiene contrato hecho con esa empresa, a no ser un convenio de construcción de vivienda, y aún poseo el certificado que ellos no han querido recibir».
Alberto expresa finalmente: «Soy un hombre revolucionario, que trabajo apoyando a este Estado cubano», y lamenta la situación en que se encuentra «por violaciones y malos procedimientos de algunas personas irresponsables. Y que no pueda obtener ni siquiera el 60 por ciento de mi salario, para poder sustentar mi alimentación y medicamentos para mi recuperación».
Esta es la historia tal como la cuenta Alberto. Tiene la palabra la Empresa Municipal de Comercio de Guane.
Irene Ortiz (calle 30, Edif. 373, apto. 3, Comunidad Militar Emilio Bárcenas, Holguín) tiene todo el derecho a hacer pública su felicidad por el «segundo nacimiento» de su sobrina Tamara Elianys Figueredo, de 13 años y estudiante de octavo grado.
Señala la tía que su sobrina nació con una malformación conocida como pies baro equinos. El sufrimiento de esa criatura era el dolor inconsolable de la familia. Veían muy lejano el desenlace de esa pesadilla.
Pero gracias a este país inmenso, por encima de sus problemas, Tamara Elyanis fue intervenida quirúrgicamente en el Hospital Ortopédico Frank País, de la capital. Y hoy ha visto realizado su sueño más preciado: mirarse a los pies y verlos derechos. Sin pagar un centavo.
«Su joven corazón —dice la tía— no le cabe en el pecho del agradecimiento a tantas personas que la ayudaron, entre ellas al profesor Rodrigo Álvarez Cambras y al equipo médico que la atendió: los doctores Jiménez, Luis Oscar, Miguelito y Orlando; a todas las enfermeras y al personal de la sala I. A la gran familia que conoció allí, y que le dio su apoyo y cariño durante casi cinco meses».
Así es la vida: mientras unos la tuercen y nos la hacen difícil, otros la enderezan, para que sigamos creyendo en la condición humana del cubano.