Acuse de recibo
El asunto no es que se hagan las cosas, sino que se hagan bien, parece decirnos Basilia Hernández, desde Indio 159, apartamento 2, entre Gloria y Misión, La Habana Vieja.
La lectora participa del júbilo por la reparación de muchas calles que comienza a transformar el paisaje urbano; pero sostiene que «quizá debido a la ansiedad por la larga espera a que tales necesidades comenzaran a mitigarse, o tal vez por la felicidad que nos trae… muchos de los que llevan a cabo estas tareas y muchos también de los beneficiados, no se sienten llamados a reclamar por la calidad con que tales reparaciones merecen ser hechas».
Luego de caminar varias arterias de Centro Habana pavimentadas recientemente, ella observa que se echa asfalto encima de las capas ya existentes. Así, las calles terminarán sobrepasando el nivel de las aceras.
Para Basilia, las consecuencias serán que crearemos baches permanentes, pues las tapas de los registros de alcantarillado, el drenaje y Acueducto quedan a un nivel más bajo: a veces a diez, 15 y 20 centímetros por debajo de la superficie de la calle. «Se sabe que estos huecos dañan gravemente los mecanismos de dirección y suspensión de los vehículos, y ello generará inevitablemente grandes gastos para su solución», sentencia.
Lo otro, según la observadora mujer, es que las rasantes de las calles fueron en su momento diseñadas para que corriera el agua de las lluvias hacia los contenes, y recalara en los tragantes.
Basilia solo manifiesta lo que percibe a ojos vista. Y solicita una respuesta de la entidad responsabilizada con los trabajos de reparación de nuestras arterias, Viales. A fin de cuentas, no sería la primera vez que, luego de concluido un trabajo, entonces se reconoce que faltó previsión y calidad, cuando ya es muy tarde.
De que urge prever y buscar siempre alternativas, para que la vida no nos sorprenda, las historias aquí narradas nos ilustran bastante.
Tal es el caso de Mirgeida Martínez, en Banes, provincia de Holguín. El pasado 15 de septiembre reflejé aquí su denuncia: la única notaria de esa localidad llevaba varios meses enferma, y no se vislumbraba su reincorporación. Para múltiples trámites, en los cuales se requiere ese servicio, los banenses debían trasladarse a otras localidades lejanas, con las molestas dificultades de transportación.
Las gestiones telefónicas de Mirgeida con las autoridades municipales, incluidas las judiciales, desembocaban en que no había solución. Pero en su carta, ella proponía que desde Rafael Freyre o Antilla enviaran notarios, en vez de hacer mover a tantas personas.
Al respecto responde Dunia María Alemán, directora de Justicia en Holguín, quien refiere que, pensando que la dolencia de la única notaria de Banes podría solucionarse en poco tiempo, orientaron a los colegas de los municipios cercanos que atendieran prioritariamente quienes desde Banes concurrieran a sus respectivas localidades.
Fue cuando constataron que la enferma demoraría en reincorporarse, que dispusieron se enviara un notario desde la cabecera municipal al menos una vez a la semana, «concientes de que era insuficiente, pero no disponemos de mayores posibilidades en ese sentido».
Precisa que se visitó a Mirgeida, se le explicaron las razones y al fin pudo brindarse el servicio a su esposo, que era quien lo solicitaba. Y la notaria de Banes se reincorporó a su trabajo el pasado 8 de septiembre.
La Directora asegura que «este caso nos deja como experiencia que, ante situaciones similares, reaccionaremos con mayor rapidez en la solución más viable, a partir de la escasa fuerza de notarios con que contamos».
Agradezco la respuesta, y solo agrego que, evidentemente, la situación con los servicios de Notaría en Banes merece ser reexaminada. ¿Es que acaso no egresan de la carrera de Derecho jóvenes de esa localidad? ¿No es posible garantizar el relevo de esa notaria?