Acuse de recibo
Isley María Pérez, directora de la Vivienda en la provincia de Sancti Spíritus, responde a la queja de la trinitaria Sinay Calzada, reseñada aquí el pasado 29 de marzo; y reconoce que la denunciante fue maltratada en sus trámites para el habitable de la parte alta de su vivienda.
Se dice fácil, pero el tratamiento al caso en su momento evidenció falta de profesionalidad y de rigor. Lo sufrió Sinay, por más esclarecimientos que se hagan después. Vayamos primero a los antecedentes:
El 20 de mayo de 2008, en la Dirección de la Vivienda, en Trinidad, Sinay inició trámites para el habitable. Allí le dijeron que fuera por respuesta al cabo de un mes. Así lo hizo, y le comunicaron que el caso estaba en la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV). Fue a la UMIV y buscó al técnico: este le prometió hacer las mediciones en la vivienda de marras. Promesas... Mes tras mes Sinay iba a la UMIV y a la propia casa del técnico, hasta que este le informó que esos trámites estaban detenidos.
Así, llegaron los huracanes Ike y Gustav, y la mujer tuvo que blindar su paciencia. En diciembre de 2008 le comunican que al técnico lo habían separado de su puesto y lo sustituía otra compañera. Lo inaudito fue cuando esta le dijo a Sinay que aquel no le había entregado documento alguno, y debía ir la propia solicitante a casa del reemplazado (¡...!).
Al fin Sinay recuperó los documentos, y el 22 de enero de 2009 los entregó para reiniciar los trámites. Le dijeron que volviera 20 días después. Fue al mes y no estaba aún su expediente. Retornó el 9 de marzo y no había respuesta. Al buscar... sus documentos permanecían engavetados (¡...!).
Al respecto, señala Isley María que se investigó el caso y pudo comprobarse lo señalado por Sinay: tenía razones para sentirse maltratada. Además, se detectó que para calcular el precio legal del habitable el departamento de Control Territorial de la UMIV y el Departamento de Control del Fondo Inmobiliario y renta de la Dirección Municipal de la Vivienda, aplicaron un procedimiento no establecido para ese caso. El que se le realiza con las obras estatales.
Acota la funcionaria que se le indicó a la UMIV otorgarle a Sinay, de manera inmediata, el habitable. Y le orientaron al director de la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda tomar las medidas disciplinarias con los responsables. Lamentablemente no especifica cuáles fueron las sanciones con quienes faltaron a sus deberes; pero promete que a casos de este tipo se les dará seguimiento.
Baches contra los ómnibus... y en telegramasEnrique López (Herrera 51, apto. 7, Luyanó, Ciudad de La Habana), escribe para reconocer el servicio que prestan los trabajadores de la terminal de ómnibus de Guanabacoa a partir del reforzamiento con nuevos equipos: buen trato, frecuencia estable, y las guaguas bastante limpias, aunque se podía exigir más, en su consideración.
Lo que sí le preocupa al lector es el pésimo estado de algunas vías, tanto de Guanabacoa como de otras zonas de la capital, por donde circulan los equipos, «lo cual atentará contra su estado técnico».
Su otra inquietud es con el tradicional servicio de telegramas vía teléfono. Antes era una garantía a cualquier hora. Pero hace un tiempo observa un resquebrajamiento en ese servicio: lo mismo da ocupado el número, que da timbre y nadie coge la llamada.
Asegura Enrique que también puede salirle una grabación, con una voz de marcado acento hispánico con seseos, que dice: «Laz líneaz están ocupadaz. Llame en unoz minutoz, por favor». «El mismísimo Lope de Vega envidiaría acento tan puro; pareciera importado de Salamanca», ironiza el remitente.
Lo más preocupante para él es que «los telegramas no llegan a su destino; pero eso sí: la cuenta aparece sin falta».
Enrique estuvo averiguando con ETECSA y allí le explicaron que ellos solo ponen los números telefónicos. El resto del servicio corresponde a Correos de Cuba.
El lector considera que si existen problemas en tal sentido, debe explicársele a los clientes. Al final, lo importante es que un servicio tradicional no vaya desacreditándose. Que los telegramas y cables lleguen, y la población no gaste su dinero en algo que no surte efecto.
Y si quieren comprobar, él puede citar con pelos y señales casos de telegramas vía teléfono que ha enviado a Pinar del Río, La Habana y otros sitios: «Han sido tiempo y dinero perdidos», afirma.