Acuse de recibo
El tema de las mermas en productos cárnicos racionados, ese margen razonable en el comercio minorista que algunos aprovechan y distorsionan para «mermar» los derechos de los consumidores, ha sido muy tratado en esta columna a raíz de denuncias de ciudadanos.
La mayoría de las veces los fustigados han sido quienes despachan ese pollo o ese pescado «que te toca» y, según ellos, viene con «faltante»; por lo cual debes esperar la próxima vuelta... y al final no recibes a tiempo lo que te corresponde. Una especie de círculo vicioso.
Como esta columna tiene oídos para todos, hoy cedo el espacio a una carta de tres administradores de unidades de carnicería del barrio Los Sitios, en el municipio capitalino de Centro Habana. Ellos son Alberto Pérez, de la 123.11, en Antón Recio y Tenerife; Jorge Luis Ramírez, de la 123.10, en Manrique esquina a Concepción de la Valla; y René Montalvo, de la 123.12, en Figura esquina a Tenerife.
«Nuestro problema —señalan— es cómo transformar al carnicero —un “cancha” según los Van Van— en el mago que convierta el cartón, el hielo y el agua en pollo, para ofertarlo al consumidor, y cumplir con la protección de sus derechos».
Y explican: la caja de los pollos, según etiqueta del productor, posee un peso neto de 15 kilogramos, equivalente a 33.07 libras. Y al pesarlas cuando se reciben —como está establecido—, el resultado es 33, 34, 35, 36, 37, 38 y hasta 39 libras. «¿Quién abre una caja de pollo sellada por el productor para introducir tres, cuatro o cinco libras de pollo? Nadie», se preguntan y responden al mismo tiempo.
Segundo elemento: la tara establecida por concepto de embalaje para una caja de pollo es 0.62 kilogramos, el equivalente a 20 onzas. O sea, usted debe descontar del peso total, ese del envase. Sin embargo, en la práctica cada embalaje de esos pesa 28 onzas aproximadamente. Son ocho onzas por caja, que gravitan contra el que despacha.
El tercer elemento es la merma: por cada caja de pollo les reconocen un 2 por ciento, que son 10.5 onzas. Pero en la práctica, aducen, en cada caja quedan 49 onzas de hielo, independientemente del que se llevaron los consumidores al comprar. Se pierden por ese concepto 29.5 onzas por caja.
Por cada caja de pollo, independientemente de su peso inicial, «solo se pueden despachar aproximadamente entre 30 y 31 consumidores de a libra».
Así, señalan lo que para ellos es prácticamente un acto de magia: «¿Cómo resolver, con lo antes planteado, despacharle a una cantidad numerosa de consumidores que compran individualmente por una o dos personas, cuando viene el pollo marca Sanderson o Sinson, en que cada posta pesa desde 1,6 hasta tres libras, sin poder trocear el pollo —está prohibido—, sin que se produzcan afectaciones a otros consumidores?»
Manifiestan ellos que desde hace casi dos años han planteado esa inquietud a la Zona Comercial de Los Sitios, la Empresa Municipal de Comercio de Centro Habana, la Dirección Provincial de Comercio, el Ministerio de Auditoría y Control, el Consejo de la Administración Provincial de Ciudad de La Habana y la Empresa Cárnica Habana. También lo han canalizado por su Sindicato, con los delegados del Poder Popular y hasta con los núcleos del Partido.
Al final, han recibido varias explicaciones, entre ellas la que señala que ese problema es solo en Los Sitios. Pero ellos conocen que sucede igualmente en otros consejos y municipios de Ciudad de La Habana. Y además, la lectura sistemática de Acuse de Recibo les dice que «el maltrato, la violación y la no protección de los derechos del consumidor no son solo en Ciudad de La Habana, y eso no lo ve solo el ciego que no quiere ver».
Al final, ejemplifican con el pollo de población de enero de 2009, a una libra por consumidor. Fue recibido el de la marca Sanderson, y luego de vendido, entre las tres unidades quedaron 119 núcleos que no alcanzaron la cuota asignada por la canasta básica.
Sería muy provechoso que funcionarios y especialistas de Comercio Interior, trabajadores y administradores de las unidades, y una representación de los consumidores seleccionada por barrios, pudieran encontrarse en una sesión de esclarecimiento, para poder llegar a una verdad irrebatible en asunto tan delicado, que «merma» la alimentación popular.