Acuse de recibo
La oficoda, esa entidad que controla el registro de los consumidores para garantizar la canasta básica de productos normados, debía asumir una estrategia de información y comunicación más activa y minuciosa para allanarles el camino a los ciudadanos. Porque cuando se hace un traslado de «libreta», casi hay que pasar un curso de adiestramiento a puros tropezones, para comprender esos procedimientos.
Eso le sucedió a José A. Rodríguez, vecino de General Meriño 336-A, entre Oria y Campo, en el reparto Virginia de la ciudad de Santa Clara. Él se trasladó de libreta de abastecimiento para la de su cuñado, en la propia ciudad. Antes compraba en la bodega El Compromiso, adscrita a la OFICODA 18, y ahora lo hace en La Sencilla, de la OFICODA 39. Se dice fácil, pero todo se complicó.
El 31 de julio José se presentó en la OFICODA 18, lo atendieron, y al siguiente día fue con todos los documentos a la OFICODA 39. En esta última le indicaron que los productos de su cuota correspondientes a agosto y septiembre, aún debía adquirirlos en El Compromiso, la bodega de antes del cambio. Y en La Sencilla, hacia donde se trasladó, los compraría a partir de octubre.
Pero no fue así. El 11 de septiembre, en la bodega El Compromiso ya no había compromiso con ese consumidor. Le dijeron que su cuota ya no estaba allí, pues la baja se había producido el 31 de julio. La administradora de la unidad llamó por teléfono a la OFICODA correspondiente, la 18, y puso a José al habla con una trabajadora de esa oficina, la cual le orientó que se dirigiera a la OFICODA 39.
Al siguiente día, José se personó en la OFICODA 39. Allí, la administradora le entregó todos los documentos para obtener su cuota correspondiente en una unidad piloto, y le indicó que ese paso se debió haber dado desde el mismo 1ro. de agosto, cuando se dio alta en esa OFICODA. Fue por error de la trabajadora que no se hizo. El consumidor fue, sin imaginar que el enredo seguiría.
El 20 de septiembre arribaron a la bodega La Sencilla los huevos adicionales a 90 centavos y el jabón de baño, pero a partir del propio censo del 31 de julio. Entonces, José volvió a quedar en terreno de nadie. Ante esa situación, se personó inmediatamente en la OFICODA 39, y la administradora le comunicó que dichos productos no se ofertan por tiendas piloto. Resumen: perdió el derecho a ellos.
El 25 de septiembre, José se entrevistó con la directora provincial de OFICODA, quien le ratificó lo dicho por la administradora de la 39. Él le insistió, y ella le solicitó el número de su núcleo. José le dejó además su teléfono. Pero nunca la directora lo llamó.
El 19 de noviembre, después de casi dos meses, José marcó el teléfono de la directora provincial, y esta le hizo saber que desde octubre esos productos ahora sí se abastecen también en tiendas piloto; pero «yo los perdí por negligencia de quienes operan ese sistema. No obstante, me queda la satisfacción de que al menos, a los que vengan ahora, no les suceda, y puedan ser efectivamente protegidos como consumidores», afirma.
Aún así, José pregunta si es tan difícil situar una información en las OFICODA, en la cual se oriente sobre los procesos y pormenores a los consumidores. Y pregunta más: «¿Por qué productos que integran la canasta familiar antes no se abastecían en tiendas piloto? ¿Tiene que existir una queja para que se analice el tema?».
Los cubanos sí sabemos lo que entrañan estas historias con los productos normados, eso que para cualquier lector extranjero sería un enigma de absurdos, como vale piloto, huevo adicional, reportar el faltante... Y así todo, son tantos los laberintos y documentos en torno a nuestros derechos como consumidores, que se nos escapan de la comprensión y la lógica muchos hilos sueltos. Por eso nunca será redundante la correcta y amplia información de OFICODA.
Me despido hoy recordándoles a los lectores que las cartas deben tener nombres y apellidos y dirección. En el caso de las manuscritas, debe cuidarse que la caligrafía sea clara y comprensible. Gracias.