Acuse de recibo
Lo de las pérdidas y sustracciones de bultos postales ya pasa de castaño oscuro, como se decía antes para calificar lo inadmisible. Cada vez que revelo historias de saqueos, trampas y burlas, siento vergüenza ajena de que tales tropelías se cometan bajo el rótulo de Correos de Cuba.
¿Bultos postales a dieta?: El 4 de diciembre de 2007, María del Carmen Camacho, de calle Primera número 5, en el reparto Villa Mariana Nueva, de la ciudad de Camagüey, recibió un paquete enviado por su hija desde Italia. Cuando lo abrió en el correos de Plaza Méndez, en esa ciudad, comprobó que le habían sustraído dos relojes y dos bolígrafos, y los sustituyeron con dos blumers, un jabón de 0,25 CUC y un pedazo de plástico gris. Revisó pacientemente los documentos o ruta crítica del mismo: al salir de Italia el bulto pesaba 1,958 kilogramos. Cuando fue revisado en la Gerencia de Cambio Internacional, en la capital, el paquete pesó 1,970. En el Centro de Clasificación Postal en Camagüey, ya el peso era 1,965. Y al recibirlo María del Carmen, era 1,955. Ese día, tres personas más reclamaban sustracciones. A una de ellas le habían sustituido el contenido de su bulto postal por periódicos y revistas viejas...
Sal, pomos de agua, trapos viejos: El 12 de octubre de 2007, Mercedes Govín, de calle 46 número 1104, en el municipio capitalino de Playa, envió a su nieta en Manzanillo un bulto que contenía una grabadora chica, sayas, blusas y un pulóver. Cuando la destinataria lo recibió, portaba sal, pomos de agua y trapos viejos.
No perdonaron los lentes: Célida Peláez, de Coronel Bringas 160, reparto La Caridad, de la ciudad de Camagüey, refiere que el 17 de diciembre de 2007, su sobrino le envió un paquete postal desde Estados Unidos. El mismo contenía un par de zapatillas, unas sandalias, 200 cuchillas de afeitar y seis pares de lentes de contacto. El 15 de enero se presenta en el correo Zona 3 de esa ciudad a recoger el bulto, y para su sorpresa, el mismo venía con precinta de Correos de Cuba, Gerencia de Cambio Internacional. Era evidente que se había abierto. Tenía tachaduras en el modelo oficial que describía lo enviado, desde el sitio de origen. Habían tachado lo de los lentes, aunque al lado se reflejaba su valor. La caja venía enmendada por dos empleadas, con cuño, peso enmendado y fecha. El nombre de una y el de la otra llevaban la fecha 29 de diciembre de 2007. Y el peso del paquete, 1,830 kg, estaba tachado, y en su lugar habían grabado 1,620. Cuando abrió la caja, faltaban las cuchillas y los lentes de contacto.
Ni lo que va hacia fuera: Adonis Ricalo, de Goicuría 620, municipio capitalino de 10 de Octubre, envió un paquete a Estados Unidos el 7 de noviembre de 2007 desde la unidad de Correos del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones. El bulto contenía un par de sandalias compradas a un artesano, un paquete de caramelos, tres tiras de calcomanías alegóricas a Cuba y varios recortes de sus secciones preferidas de Juventud Rebelde. El destinatario recibió el bulto el 6 de diciembre de 2007, y faltaban las sandalias y los caramelos. En su lugar había varias revistas editadas en Cuba. «Algo se debe hacer con el tema de Correos de Cuba. Los problemas parecen no tener fin», subraya indignado Adonis.
Todavía espera respuesta: María de Jesús Ramos aún espera por Correos de Cuba allá en calle 11, número 2426, en Jovellanos, Matanzas. El 23 de septiembre de 2007, su hija le envió desde Francia tres bultos postales. De ellos, solo se recibió uno con fecha 1ro. de noviembre. Los otros dos le fueron devueltos a su hija por la Gerencia de Cambio Internacional de Cuba: a uno le habían sustraído parte del mismo y lo habían rellenado con revistas. El otro tenía cambio de embalaje, y se le comunicaba que el mismo se había roto. Y el 22 de noviembre le llegó el otro paquete a Jovellanos: había sido violado y se le había sustraído parte de su contenido. Como una burla, le habían puesto una muda de ropa vieja y sucia, que ella aún conserva como prueba. «Ya es hora de cortar por lo sano», sentencia.
No son pocas las denuncias de este tipo que en esta columna aparecen, y ponen en entredicho el prestigio de esa entidad así como la imagen de sus buenos trabajadores. Correos de Cuba responde puntualmente a cada caso, pero ya es hora de que se proyecte más allá de lo episódico, y explique a los lectores de una vez por todas qué va a hacer para detener de raíz este bochornoso fenómeno.