Acuse de recibo
Ángela de Pablo Salazar se hace esa pregunta cada vez que abre su refrigerador, allá en Carretera Central Este número 515, entre Chile y Argentina, en el reparto El Retiro de la ciudad de Camagüey.
Refiere ella que en diciembre de 2006, y como parte de la sustitución de equipos electrodomésticos gastadores por ahorradores, le fue cambiado su viejo refrigerador por un Samsung. Pero con el tiempo, notó que la puerta tenía cierto desajuste, y en el interior del equipo, delante de la gaveta de abajo, un abombamiento seguido de una depresión del plástico que lo reviste.
Lo reportó el 22 de mayo en el poliservicio El Diamante, el cual le corresponde. Y el técnico —el único que se encontraba trabajando— fue por su domicilio... a los 36 días. Comprobó el desperfecto, y le comunicó a la clienta que había otros casos como el de ella, pero no tenían una respuesta para ello. Ángela pregunta cómo es posible, si está en garantía. ¿Garantía?
Allá en Alamar, al este de la capital, Ernesto Andión descubrió algo insólito. El lector, quien reside en el edificio A-15, apartamento 21, Zona 2 de ese reparto, narra que las dos últimas veces en que ha adquirido su balita de gas, se le ha acabado el combustible antes de que se venza el ciclo, a pesar de todas sus precauciones de ahorro.
Lo curioso es que, aun así, se siente por el peso que algo queda allá adentro. La primera vez, Ernesto extrajo de la bala cuatro litros de agua, y en la segunda tres litros.
Ernesto hizo sus cálculos: «Si tenemos en cuenta que cada bala de gas debe tener 20 libras del combustible, y que un litro de agua pesa aproximadamente un kilogramo, entonces debo suponer que me están dejando de suministrar por cada bala de gas, como promedio, 7,60 libras», afirma.
Incluso acepta que en el llenado de las balas, se almacene cierta cantidad de agua, pero 3 o 4 litros hacen sospechar y confiesa que ya tiene el cerebro «sobrecalentado».
La tercera carta es la respuesta que ofrece Militza Wood, directora de Calidad del Centro de Gestión al Cliente de la Empresa Eléctrica de Ciudad de La Habana, a la queja de Caridad Stenof, de Cañongo 123 altos, en el municipio capitalino de Cerro, reflejada aquí el pasado 8 de agosto.
Entonces, Caridad señalaba que el cable de la acometida eléctrica, viejo y pelado, le entraba por la ventana y atravesaba el piso de su casa; lo que constituía un peligro. Y argüía que llevaba cuatro semanas haciendo gestiones para solucionar el problema, pero nada había resuelto aún.
Al respecto, manifiesta Militza que, efectivamente, en la visita hecha el 11 de agosto por el jefe comercial de la OBE del Cerro y el carro de servicio, se comprobó que «los cables de entrada que bajan de la acometida hasta el contador, se encontraban deteriorados y cerca de una ventana de la vivienda de los altos, lugar por el que entran a la casa de forma expuesta, y pasan a través del suelo hacia abajo para seguir su recorrido».
Señala que la situación se creó al erigirse la vivienda de los altos, la cual es una construcción nueva adicionada a la original, que es para la cual fue diseñada en su momento la entrada de corriente. Para la vivienda superior, no se tomó en cuenta el detalle de la cercanía de los cables a la ventana, y construyeron la nueva pared dejando expuesta y dentro de la casa una instalación que originalmente era empotrada y exterior. Esa era la peligrosidad.
Pero subraya que no se consultó con la OBE para buscar una solución ni antes ni después de la construcción. «Aunque la clienta alega que vino en dos ocasiones a la OBE municipal—afirma—, no se entrevistó con los compañeros del departamento de Atención al Cliente, que son quienes canalizan las quejas que la población presenta y no tienen solución en nuestras sucursales».
Agrega que tampoco le fue planteado al comercial ni al director de la OBE: «El caso permaneció ignorado por nosotros hasta su publicación en la prensa», dice.
Y consigna que «se realizó el variado de lugar de entrada de corriente con un cable de acometida nuevo, de manera urgente por la peligrosidad que ello implicaba; pero el procedimiento establece que el cliente debe solicitarlo en la sucursal a la cual pertenece. El inspector visita, valora el importe que se debe abonar, y pasa posteriormente a la OBE municipal para su ejecución».