Acuse de recibo
Un robo es una vergüenza pública, sobre todo cuando no queden esclarecidas sus circunstancias, como sucedió con el caso denunciado aquí el pasado primero de abril por la lectora Celia Rabelo García, residente en Edificio 5, apartamento 22, Cifuentes, provincia de Villa Clara.
Entonces, Celia contaba que el 8 de enero había despachado un paquete con 21 kilogramos de frijoles por el servicio expreso de Ferrocarriles en la estación de su localidad, para su hermana, residente en San Cristóbal, Pinar del Río.
El primero de febrero aún la destinataria no lo había recibido. Celia volvió a la estación de Cifuentes y comprobó que permanecía allí todavía. La jefa de estación le argumentó que el «viajero» que recoge esos envíos estaba roto. Y llamó a Santa Clara para que enviaran el camión, el cual recogió la carga el seis de febrero.
El 19 de febrero la llamó su hermana: había recibido el paquete, pero al abrirlo descubrió que le habían sustraído los frijoles. En su lugar había piedras, un pomo plástico con agua sucia y dos paquetes de sal. Robo con burla.
Cuando escribió, Celia había hecho la reclamación a Ferrocarriles en Cifuentes y en Santa Clara, y aún el 15 de marzo no había recibido respuesta alguna.
Ahora responde Jorge Peña Morán, director de Inspección y Auditoría de la Unión de Ferrocarriles de Cuba (UFC), quien señala que «en verificación efectuada por nuestros inspectores del Centro de Inspección y Auditoría de Santa Clara, se pudo conocer (...) que existieron violaciones en los procedimientos establecidos para los despachos de bultos por ferrocarril, por parte de la jefa de estación de Cifuentes, al no confeccionar el acta de inventario que debía acompañar al bulto, así como la demora en el traslado del mismo».
Y sostiene que en cuanto a la aquejada —se supone que habla de la destinataria— «viola lo establecido para la reclamación al no existir evidencias documentales de haber realizado la misma. Recibe el bulto sin verificar su contenido en la agencia de Pinar del Río».
Recalca que se decidió indemnizar a la afectada con la reposición de los 21 kilogramos de frijoles. Y se le aplicó a la jefa de estación de Cifuentes una multa del 25 por ciento del salario de un mes «por el incumplimiento en los procedimientos establecidos para el despacho de bultos por ferrocarril, y el pago por el Decreto Ley 92 de los 21 kilogramos de frijoles que se entregaron como indemnización».
Agradezco la respuesta, pero aún con la justa indemnización y las medidas tomadas con la jefa de estación, uno quisiera conocer qué hace Ferrocarriles para extirpar ese mal, denunciado más de una vez aquí. ¿Por qué tales tropelías que tanto desacreditan ese servicio? ¿Dónde falla la cadena de control? La hermana de Celia tendrá sus frijoles, pero el «potaje» de las sustracciones y pérdidas se ha espesado bastante.
La segunda carta es la respuesta del coronel Francisco Buzón Macías, jefe de la Dirección de Tránsito de la Policía Nacional Revolucionaria, a la inquietud del lector Ernesto F. Orozco, reflejada aquí el pasado 24 de abril.
Entonces, Orozco se quejaba del escaso tiempo que tiene la luz verde del semáforo en una congestionada intersección como la de Monte y Belascoaín en la capital. Y también señalaba que el semáforo de Águila y Monte, tan socorrido para los peatones en una zona de constante tráfico, se encuentra inactivo hace años.
A propósito del ciclo de las luces en el semáforo de Monte y Belascoaín, señala que en entrevista con el ciudadano se le explicó que el tiempo señalado «obedece a un estudio de Ingeniería del Tránsito, y su adecuación constante a partir de crecimientos del flujo vehicular en determinadas intersecciones semaforizadas, y que en tal sentido se trabaja por un grupo de especialistas para solucionar esa situación». Respecto al segundo aspecto, que ese y otros semáforos para peatones, también se encuentran en estudio.
En el acta de la visita a Orozco, enviada por Tránsito, se refleja la conformidad del mismo con la explicación, y una exhortación de este a esas autoridades: «Espero que continúen su lucha, pues hay mucho que hacer, y el pueblo merece que se haga».