Acuse de recibo
No presumo de gramático, pero observo que la conjunción adversativa «aunque» es muy socorrida en la suavización de las culpas por parte de los que responden a las quejas ciudadanas. Algo así como: es cierto, nos autocriticamos; aunque no tanto, compadre.
Aunque pudiera ceñirme a reproducir acríticamente ciertos esclarecimientos institucionales que me llegan, no puedo dejar de valorarlos. Una muestra de ello es la respuesta de la Dirección Provincial de Vivienda de Guantánamo a la denuncia de Maura Mulén Favier, reflejada en esta sección el 26 de agosto de 2006.
Maura, vecina de calle 17 número 3351, entre Ahogados y Cuartel, en el reparto Caribe de la ciudad del Guaso, señalaba que desde septiembre de 2003 había presentado a la Dirección Municipal de Vivienda una solicitud para legalizar su casa. La entidad le manifestó que su caso era muy complicado, tan complicado que en casi tres años no habían podido solucionarlo. Y para colmo, le lanzaron un cubo de agua fría cuando le dijeron que tampoco en el 2006 podría resolverse el asunto.
Aunque la Dirección Provincial de Vivienda (DPV) respondió a la queja, lo cual agradezco sobremanera, lo hizo con bastante atraso (4 de enero de 2007). Y la carta, aunque consigna el nombre de la entidad, no tiene rostro. Nadie la suscribe personalmente. Pero intuyo que es la persona que encabeza esa Dirección.
La respuesta señala que «no tiene justificación la demora de la Dirección Municipal de Vivienda de Guantánamo para resolver la solicitud de legalización que presentó la quejosa en fecha 16 de septiembre de 2003, aunque no es menos cierto que ha sido un asunto bastante complejo, atendiendo a las contradicciones de las partes litigantes». (Obsérvese cómo, de manera consciente o no por parte del que comunica, el vocablo aligera la culpa)
Acto seguido, precisa la DPV que por ello fue solicitado el expediente por la instancia provincial..., para desembocar en que «después de esto sí reiteramos que no hubo causa que justificara la falta de solución del trámite solicitado».
Y anuncia que ya el expediente está en la Dirección Provincial de Vivienda y fue sometido a la consideración de varios especialistas que emitieron su voto, «por lo que se redactará la resolución resultante y se notificará a la interesada el 15 de enero».
Aunque ya Maura debe tener el documento en ley, gracias a la atención que se le dio a raíz de la carta, es inevitable preguntarse cómo era tan complejo resolverlo en casi tres años, para ahora constatar que sí se podía.
La Dirección Provincial de Vivienda ofrece sinceras disculpas a la ciudadana «por la demora de esta respuesta y tanta molestia causada». Y en ese instante su imagen institucional se eleva, porque no hay un «aunque se había hecho todo el esfuerzo, fue imposible...», y cuanta excusa y subterfugios haya, más vinculados a eso que en mi barrio llaman muela.
Lo esencial es ser autocrítico sin cortapisas. Cargar crudamente con el fardo de la culpa, sin atenuantes en forma de «aunques».
Y aunque hoy he tomado de material de estudio la respuesta de la Dirección Provincial de Vivienda de Guantánamo, no dejo de reconocer que al menos reaccionó positivamente, aunque no profundizara en las causas de tan injustificable morosidad con algo tan importante, ni en las medidas que se supone tomaran para evitar que se repita.
Y si he jugado tanto con el vocablo «aunque», ha sido para ilustrar la connotación adversativa, de contrariedad u oposición que le confiere el término a cualquier aseveración, como para restarle rotundidad. Fíjese si es así, que el trovador la colmaba de bendiciones en sus sueños, aunque ella lo había echado en el abandono.
Aunque la Gramática no es el fuerte de este redactor, hoy le sirvió para ilustrar ciertos matices semánticos que traen algunas respuestas, con el permiso de la doctora Otilia de la Cueva, de la amiga Celima Bernal y de tantos ilustres estudiosos de las sutilezas de nuestra lengua.