Playa. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 30/07/2022 | 10:02 pm
«¡Qué calor! Deja que llegue agosto. ¿A dónde vamos a llegar con estos calores?». Expresiones como estas se escuchan con frecuencia en nuestro país, isla tropical que se identifica internacionalmente como «un eterno verano» y que, como todo el planeta, sufre las consecuencias del cambio climático. Pero, en busca de la respuesta a la última interrogante planteada: ¿a dónde vamos a llegar con estos calores?
Según datos recientemente ofrecidos por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), hay un 93 por ciento de probabilidades de que al menos uno de los años del período comprendido entre el actual y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado, puesto que hasta el momento ocupa el año 2016.
Alertan los especialistas que mientras no cesen las emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas seguirán aumentando y como consecuencia de ello, los océanos seguirán calentándose, los glaciares seguirán derritiéndose, el nivel del mar seguirá subiendo y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas.
La violación o incumplimiento del Acuerdo de París, que establece objetivos a largo plazo para ayudar a todas las naciones a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el planeta y así mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de 2 °C, acarrea efectos negativos en todos los sectores de nuestras sociedades.
En Cuba, desde los años 50, la temperatura promedio ha aumentado en 0,9 ºC y la disponibilidad de agua del país ha disminuido. Recientes informes del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente advierten del incremento sostenido de las temperaturas, en tanto nuestro clima transita de tropical húmedo a tropical seco.
Las advertencias se enmarcan además en el contexto de una marcada pérdida de la superficie emergida de hasta 2,3 por ciento en 2050, pues el ascenso del nivel del mar se ha pronosticado hasta de 29,3 centímetros para 2050.
Desde que en 2017 Cuba aprobó su plan de enfrentamiento al cambio climático con el nombre de Tarea Vida, se han desarrollado acciones estratégicas para reducir la densidad demográfica, limitar las construcciones en zonas costeras donde se pronostica inundación permanente, desarrollar infraestructura adaptada a las penetraciones del mar en zonas bajas, reducir las áreas de cultivos próximas a las costas, introducir variedades resistentes, adaptar las actividades agropecuarias atendiendo a la elevación del nivel del mar y las sequías y supervisar los trazados urbanos a partir de la identificación de los asentamientos en riesgo.
Además, se realizan acciones para conservar y recuperar las playas arenosas, asegurar el uso eficiente del agua, reforestar, proteger los suelos, recuperar los manglares más afectados y detener el deterioro de los arrecifes de coral.
Cada una de las acciones requiere elevar la percepción de riesgo y el conocimiento de la población acerca del cambio climático con el ánimo de que cada cual aporte desde su espacio y rol en la sociedad en función de mitigar los efectos de un fenómeno mundial que, a todas luces, es irreversible. Voluntad política, responsabilidad individual y unidad internacional. Ahí pueden radicar las claves.