El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Sancti Spíritus se catapultó a escala nacional e internacional al ser el único de su tipo en Cuba dedicado a la fabricación de tiras reactivas para la detección precoz del embarazo. Autor: Lisandra Gómez Guerra Publicado: 21/09/2017 | 06:01 pm
SANCTI SPÍRITUS.- El pequeño y estrecho pasillo de la institución refleja a simple vista que en ella conviven la organización y la consagración. Hay estudio a deshora, inteligencia y amor hacia la ciencia. Es placentero llegar al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de esta provincia, una extensión del de la capital.
Su pequeño equipo de trabajo, integrado por biólogos, médicos, ingenieros y otros especialistas no cree en fatalismo geográfico por encontrarse distante de los principales polos científicos del país. Desde la fundación de la institución, se han impuesto con talento, entrega y responsabilidad de una cultura regida por los conceptos más avanzados de la calidad. Se asegura desde aquí casi una treintena de producciones que forman parte de las que posee el sistema biotecnológico de Cuba.
Todavía muchos recuerdan cuando el Comandante en Jefe, Fidel Castro en el año 1986 lanzó la idea de aprovechar el espacio de la actual Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus para crear ahí un CIGB. Comenzó entonces una carrera de resistencia para, primero, preparar a los especialistas del territorio en La Habana, y luego acondicionar la pequeña área con la tecnología necesaria.
El sueño se hizo realidad en la década de los años 90 del pasado siglo. Un momento que marcó la historia de la ciencia espirituana y, desde entonces, constituye timonel del quehacer investigativo en el centro del país con producciones exclusivas del territorio yayabero.
In vitro
La institución espirituana se encuentra vinculada al desarrollo de la genética molecular, la ingeniería genética y la biotecnología en las ramas biomédicas y agropecuarias. El centro, ubicado en la Universidad de Ciencias Médicas Doctor Faustino Pérez, de Sancti Spíritus, está integrado por cuatro departamentos: Producción, Investigación y desarrollo, Aseguramiento de la calidad y Administración y servicio.
El trabajo que nace en cada uno de estas estructuras departamentales es volcado para lograr resultados de impacto social y económico en consonancia con una de las premisas del CIGB: convertir la biotecnología en una de las principales ramas económicas de la Isla.
Es por ello que tanto la tecnología y el personal que labora aquí se entrena y prepara a la altura de centros del primer mundo. El acceso a Internet, la participación en cursos actualizados y eventos científicos internacionales forman parte del diarismo de sus investigadores.
La máster en Biología vegetal, Maylín Pérez Bernal sabe muy bien cuánto ha evolucionado el centro científico desde su creación hasta la actualidad. Desde su llegada en el año 1996, como recién graduada, se ha mantenido en el Departamento de Investigación y desarrollo, vinculada al mejoramiento genético de variedades cubanas de arroz para combatir enfermedades, único proyecto de su tipo en el país.
«Hemos obtenido líneas de ese grano genéticamente modificadas que expresan genes de resistencia a enfermedades e insectos. Aunque en Cuba aún no se habla de sacar al campo una semilla transgénica, hemos sido reconocidos por la comunidad científica», añadió.
—¿No te preocupa haber dedicado tantos años de trabajo a una investigación que quizá nunca pueda aplicarse?
—No, porque lo hemos podido reflejar en publicaciones internacionales. Es muy reconfortante poner el nombre de Cuba en igualdad de condiciones con otros países, aunque sea un resultado parcial. Aunque me gustaría que algún día todo el cúmulo de trabajo que tenemos saliera al campo».
La lista de las contribuciones científicas del CIGB abarca un amplio y diverso campo. En predios espirituanos se obtienen la transformación del cloroplasto de tabaco para expresar proteínas de interés farmacéutico, más de 50 reactivos, utilizados en productos líderes de la biotecnología cubana como el Heberprot-P y la vacuna pentavalente-P. También se emplean en la vacuna CimaVax (contra el cáncer), en la estreptoquinasa recombinante y en interferones.
Algunos de esos reactivos biológicos salidos del CIGB espirituano son enviados al Centro Nacional de Inmunoensayos para fabricar los diagnosticadores del VIH, de la Hepatitis B y del cáncer de próstata.
Proyectos, estudios y avales
El silencio recorre las áreas del CIGB espirituano. Sólo el sonido de los platos de calentamiento, tubos de ensayo y el pito de la centrífuga irrumpe en los pequeños salones, donde hombres y mujeres con batas blancas pasan horas en busca de diagnosticar y solucionar enfermedades tanto de los seres humanos como de los animales y plantas.
Precisamente, toda esa armonía sedujo y enamoró al joven egresado de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), Julio Alejandro Ramírez Echemendía. Aunque su tesis de grado fue basada en la botánica, hoy dedica parte de su tiempo en purificar proteínas recombinantes, anticuerpos monoclonales y policlonales que se utilizan en diferentes funciones como pruebas diagnósticas de enfermedades como el virus de la Hepatitis C, el VIH, la confirmación de embarazo, así como para detectar la peste porcina clásica, diarreas agudas causadas por rotavirus y para revelar la enfermedad celíaca (trastorno del sistema digestivo).
Julio Alejandro asegura que todavía lo mantiene deslumbrado el único proyecto de su tipo en el país que produce el Taq ADN polimerasa, un tipo de enzimas polimerasas termoestable, nombrada de esa forma debido a que es producida por la bacteria Thermus aquaticus. Es frecuentemente utilizada en las técnicas de reacción en cadena de la polimerasa, un método que se utiliza para amplificar secuencias cortas de ADN, lo que permite reducir importaciones.
El también Presidente de las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) de la institución científica considera que la unión de los miembros más experimentados del colectivo científico, junto a los más jóvenes, provoca la obtención de buenos resultados.
—¿Cómo es la vida del grupo de los de menos edad del centro puertas afuera?
—Nos divertimos igual que el resto de los jóvenes, aunque nuestro trabajo exige de mucha consagración y responsabilidad. Estamos comprometidos con el avance de nuestra institución.
El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Sancti Spíritus se catapultó a escala nacional e internacional al ser el único de su tipo en Cuba dedicado a la fabricación de tiras reactivas para la detección precoz del embarazo, para el uso profesional en instituciones hospitalarias y de investigación. Se trata de un ensayo cualitativo rápido para la detección de la hormona humana Gonadotropina Coriónica, producida por la placenta de las mujeres gestantes y expulsada a través de la orina.
A la vanguardia del quehacer científico
A su llegada al CIGB espirituano desde la Universidad de Oriente en el año 2007, Isis Veitía Coba nunca imaginó que sobre sus hombros recaería la responsabilidad de estudiar diagnosticadores biomédicos y de veterinaria tan necesarios para el desarrollo económico y social del país.
Su mirada concentrada y dedicación al estudio ha influido en obtener un diagnóstico más preciso en las pruebas de VIH y Hepatitis C.
«Me gusta mucho mi trabajo, sobre todo el del cultivo celular porque allí es donde se produce una línea completa de producción: primero la célula, luego los anticuerpos. Después se purifican hasta que está listo para su uso».
Desde hace cuatro meses, tras su reincorporación de la licencia de maternidad, la joven espirituana labora en el estudio de 74 clones diferentes, y comenzó un diplomado especializado en el uso del Heberprot-P.
Isis, junto a otros investigadores del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Sancti Spíritus y especialistas de varias disciplinas médicas del territorio protagonizarán pesquisas en comunidades urbanas y rurales para diagnosticar pacientes que precisen la utilización de ese medicamento cubano, único de su tipo en el mundo.
El centro científico espirituano ha cosechado innumerables premios internacionales y nacionales como los que ofrece la Academia de Ciencias y los resultados en los eventos Biotecnología Habana y el Internacional Quimefa.
—¿Cuál consideras el secreto para obtener tantos éxitos?
—La entrega de todo el colectivo, estén o no directamente en los proyectos, y la unidad de cada uno de nosotros. Aprendemos de los más experimentados, todos con excelentes currículos. Entre los más jóvenes intercambiamos conocimientos.
El CIGB espirituano presenta una situación favorable de ingresos, superiores a sus gastos. No hay dudas de que cuando se visita el centro y se husmea en cada una de sus áreas es fácil comprender que en el futuro proseguirán obteniendo logros destinados a elevar la salud humana, las producciones agropecuarias, la industria y el medio ambiente, siempre respaldado por los buenos aires de la ciencia joven.