Entre las máquinas del tiempo imaginables, según hipótesis científicas, están el agujero de gusano de Morris-Thorne, las cuerdas cósmicas del astrofísico estadounidense John Richard Gott, la curvatura espacial del físico mexicano Miguel Alcubierre y el tubo de Krasnikov (físico ruso Serguei Krasnikov). Aquí, una ilustración de la teoría del agujero de gusano. Este es capaz de establecer una conexión espacio-tiempo; sin embargo, no se ha encontrado ninguno todavía y quizá no se halle jamás: entre otras limitaciones, puede tener una vida muy breve o un tamaño infinitesimal. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
Lo «único constante en el universo es la velocidad de la luz» o el «efecto no puede suceder antes de su causa»… Así dijo Einstein. Y así parece. Quizá no podremos viajar en el tiempo.
Isaac Newton sugirió que el espacio y el tiempo eran absolutos. Que uno y otro iban por su camino. Doscientos años después, Albert Einstein se atrevió a contradecirlo. Su Teoría de la Relatividad (1905) estableció que el tiempo y las tres dimensiones del espacio (longitud, altura y profundidad) eran un marco de cuatro dimensiones. El continuum espacio-temporal.
Newton representó la cristalización y superación de todo el conocimiento anterior. Einstein fue otro salto. Nos abrió al espacio-tiempo. Solo que la especie humana necesita todavía más.
A inicios de este siglo, cuando se planteó la probabilidad de que los fotones, las unidades de luz, podían superar la velocidad de esta, muchos creímos que Einstein iba a ser rebasado… Ilusiones, «ilusiones son». Seguimos atascados en nuestro propio y único tiempo. El deseo de viajar por este se nos ha ido por donde no alumbra; al menos por el momento; todo es relativo.
Será así hasta que otro genio supere la genialidad de Einstein, como mismo este superó al genio de Newton, al menos al explicar procesos que ocurren más allá de las fuerzas que rigen y determinan los sucesos primarios en un planeta rocoso como la Tierra, donde casi todo lo que el inglés dijo continúa siendo verdad.
Que no se apague la lucecita
Para los más pragmáticos, viajar en el tiempo, de todas formas, era un sueño. Y sueños, «sueños son». Pero como soñar no cuesta nada, los más idealistas habíamos encontrado varias fórmulas.
Algunos nos apoyamos para los cálculos (muy simplistas, por supuesto —solo dignos de un cartoon—) en la realidad demostrada de que muchos de los acontecimientos cósmicos que hoy observamos y que tienen su expresión en la luz, ocurrieron miles o decenas de miles o millones o miles de millones de años atrás.
Quizá esta misma noche, si mira hacia las estrellas, puede ser testigo de un suceso anterior al surgimiento de la especie humana. Pudo ocurrir hace un millón de años, pero es ahora que la luz recorrió la distancia entre el lugar de donde salió y donde nosotros estamos observando.
¡Eureka!, si la ciencia —me decía yo en uno de esos días de tonterías y ensoñaciones— tuviese la posibilidad de encontrar una tecnología capaz de llegar en dos semanas (un año de viaje sería muy aburrido teniendo en cuenta que aparatos y humanos nos descompondríamos en fotones) al punto exacto donde avanza un haz de luz salido de la Tierra hace mil años, y de ahí regresamos (en otros 15 días) al punto donde se emitió, entonces quizá habríamos regresado al planeta un mes después de hoy, pero del año 1011.
Es un ejemplo muy traído por los pelos. Solo bueno para ilustrar historietas. Lo pongo —con el perdón de la comunidad científica— para incentivar a los lectores reacios a barajar una posibilidad que les permita comprender en algo lo que estamos contando en esta página.
De todas formas, es por gusto devanarse los sesos para construir tales escenarios. Hasta ahora era una probabilidad —ínfima, pero posible— hacer viajar la materia en el tiempo. Ya no. Un fotón —reitero— es incapaz de superar la velocidad de la luz.
De fotones e imaginaciones
La velocidad de la luz en el vacío es considerada la máxima del universo. No obstante, algunos estudios sugirieron que los fotones podían superarla, por lo que, si esto era posible, en teoría se podría viajar en el tiempo, al menos como haz de luz.
La ventana se abrió hace una década, con el hallazgo de la propagación superlumínica de pulsos ópticos. Como se conoce, la luz viaja a una velocidad de 300 000 kilómetros por segundo en el vacío, pero puede variar en diferentes materiales, como el agua o los gases; y según la teoría de que unidades más pequeñas podrían viajar a más velocidad que la luz en su conjunto, se descompuso esta en fotones (la unidad fundamental que la compone) y se hicieron pasar por determinados medios, donde demostraron un movimiento superlumínico.
Sin embargo, no se había comprobado su comportamiento en el vacío, por lo que aún quedaba por someter a prueba el postulado de Einstein según el cual lo único constante en el universo es la velocidad de la luz en el vacío, y todo lo demás (velocidad, longitud, masa y paso del tiempo) varía según el marco referencial del observador. Un grupo de físicos de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong por fin lo ha logrado.
Y —¡sorpresa!— confirmaron que tal propagación superlumínica solo es un efecto visual. Que Einstein sigue teniendo la razón.
La investigación fue liderada por el doctor Shengwang Du, a quien acompañaron varios relevantes físicos de la casa de altos estudios de Hong Kong. Los resultados están detallados en un artículo publicado en el más reciente número de la revista Physical Review Letters.
Los académicos basaron su experimentación en la observación y medición del comportamiento de los precursores ópticos; es decir, las ondas que preceden a los fotones en un material determinado —algo así como el viento que sobrepasa la velocidad de un tren, según se ejemplificaba en una reseña del medio británico BBC.
Para la pesquisa los científicos enviaron pares de fotones a través de una nube de átomos a una temperatura de una millonésima de un grado sobre el cero absoluto —la temperatura más baja del universo—, y mostraron que el precursor óptico y el fotón están limitados a la velocidad de la luz en el vacío.
Conclusión: un fotón no puede viajar más rápido que la luz. En otras palabras, es imposible transportar información a velocidades más rápidas que esta. Volviendo a Einstein, los fotones siguen el principio de causalidad establecido en su teoría, según la cual los efectos de un evento no pueden preceder a sus causas viajando más rápido que la velocidad de la luz.
Fin del debate; por el momento, pues los mismos investigadores del equipo hongkonés no descartaron completamente que se pueda viajar en el tiempo, al menos, por otros medios. Esperemos.
Universos paralelos
Un mundo de cosas le falta a la humanidad por conocer. Cuando del cosmos se trata, todo lo que actualmente vemos constituye apenas una ínfima parte de lo que realmente existe, según bien afirma en su libro El 4% del Universo el escritor Richard Panek, periodista científico del diario The New York Times.
Todavía nos falta por descubrir el 96 por ciento de lo que hay en el espacio. Y en esa búsqueda, en ese camino del saber, muchos secretos habremos de desentrañar.
Viajar por otros mundos quizá sea una posibilidad más cercana que hacerlo en el tiempo. Así, ha regresado a debate la existencia o no de universos paralelos. Y no se trata de especulaciones pseudocientíficas; la teoría del «multiverso» —como se conocen estos planteamientos— ha sido retomada por físicos y astrónomos de primer nivel.
El anuncio de las investigaciones sobre el tema apareció publicado en las revistas Physical Review Letters y Physical Review D., bajo la autoría de físicos del University College y el Imperial College de Londres, y del Instituto Perimeter de Física Teórica de Ontario (Canadá), según una reseña publicada en el periódico español www.abc.es.
En esencia, los científicos están tratando de encontrar patrones en forma de disco en la radiación del fondo de microondas cósmico. Este es, como se conoce, una reliquia de la radiación térmica dejada por la Gran explosión o Big Bang, y podría proporcionar la evidencia de colisiones entre otros universos y el nuestro, agrega ABC.
La teoría del «multiverso» sostiene que nuestro cosmos está contenido en una especie de burbuja y que, al mismo tiempo, existen múltiples universos alternativos dentro de sus propias burbujas. Estos otros universos, además, no tienen porqué tener las mismas leyes básicas de la física ni las mismas constantes fundamentales del nuestro. Los científicos tienen ante sí la titánica tarea de encontrar alguna señal que lo demuestre. ¿Lo lograrán?