El grupo científico ha creado un aparato capaz de emitir señales de ultrasonido, que viajan por el interior de las cañerías y detectan a su paso la corrosión o las posibles roturas. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
La evaluación regular y pormenorizada del grado de deterioro de las tuberías, el diagnóstico certero de sus posibles desperfectos y debilidades, debiera ser una tarea de primer orden para cualquier país del mundo.
Sobre todo si por su interior circulan petróleo, gasolina u otros derivados inflamables, capaces de provocar lamentables accidentes y daños al entorno.
No obstante, cuando los conductos son kilométricos y están sepultados varios metros bajo tierra, la situación se complica.
Una nueva tecnología, creada por investigadores del Instituto de Cibernética, Matemática y Física de Cuba (ICIMAF) —de conjunto con el Centro de Desarrollo Nuclear (CEADEM) y las empresas españolas Dasel SL y Tecnalia R&I— se avizora como una posible solución a este problema.
Y es que el grupo científico ha creado un aparato capaz de emitir señales de ultrasonido, que viajan por el interior de las cañerías y detectan a su paso la corrosión o las posibles roturas.
«Esto no es más que una especie de radar que busca defectos. Primero se abre la tierra y se enganchan alrededor del tubo unos sensores especiales en forma de anillos, que son los que emiten las ondas guiadas y las reciben, explicó a JR el Doctor Eduardo Moreno, líder del proyecto.
«Una vez que la señal regresa, se evalúa en la computadora. Cuando vuelve desde un lugar del que no debería retornar, indica entonces la presencia de corrosión», dijo.
Según el especialista, este método supone una ventaja significativa con respecto a lo que se hacía tradicionalmente en este tipo de búsquedas.
«Aunque el ultrasonido ya se usaba para las inspecciones, el método convencional consistía en colocar el transductor —el elemento que emite la onda— por todo el conducto e inspeccionarlo localmente, punto a punto. Pero cuando los tubos tienen varios kilómetros de largo, o son inaccesibles, esta tarea se torna muy difícil», indicó Moreno.
«Con la nueva tecnología, la inspección de las estructuras es a distancia y las ondas guiadas viajan alrededor de cien metros, ida y vuelta. Además de que esto supone una mayor rapidez en la búsqueda, ya no se tienen que desenterrar los conductos completamente ni se requiere la presencia directa del operador en ambientes hostiles o zonas peligrosas».
Inglaterra, Estados Unidos y Francia son algunos de los países que han desarrollado equipos similares para el mismo fin. Estas empresas brindan el servicio en el resto del mundo, con un costo de varios miles de dólares.
De acuerdo con Moreno, «estamos tratando de desarrollar una tecnología que tenga las mismas prestaciones. Aunque todavía estamos en una fase de desarrollo, este año pretendemos hacer un primer ensayo en Cuba. A largo plazo, nuestro servicio fácilmente podría ser competitivo en el mercado internacional».