CARACAS.— La estrategia de ataques e intentos de descrédito contra el Colegio Nacional Electoral (CNE) de Venezuela continúa arreciando por parte de la derecha local y foránea, mientras se acercan los comicios presidenciales, pactados para realizarse el 14 de abril.
La víspera, en las cercanías del edificio nacional del CNE, se verificaron incidentes entre pequeños grupos estudiantiles de la oposición y militantes chavistas, que debieron ser apaciguados por las fuerzas del orden.
Los llamados «manitas blancas» —sectores estudiantiles de universidades privadas donde cursan carreras jóvenes de las clases media alta y alta— marcharon desde Plaza Venezuela, al este de la capital, hacia la sede del ente electoral, en el centro, donde fueron interceptados por simpatizantes chavistas.
La protesta de estos grupos, que según declaraciones oficiales son financiados desde el exterior, enarboló las mismas frases y consignas de la derechista Mesa de la Unidad Democrática en su actual campaña de vilipendio y desinformación sobre la transparencia, seguridad e imparcialidad del CNE.
La calidad del sistema electoral venezolano ha sido resaltada por las instituciones internacionales especializadas. El ex presidente James Carter, por citar solo un ejemplo, señaló meses atrás que este es el mejor del mundo, según la experiencia del Centro Carter en unas cien elecciones en las que ha participado en el planeta.
En paralelo, pero de forma pacífica, estudiantes miembros de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV) protagonizaron una jornada de aporte voluntario de fondos para la campaña electoral del presidente encargado Nicolás Maduro, candidato de la Revolución para los comicios del 14-A.
La actividad, no obstante, se hizo coincidir con la marcha de la oposición, tanto en Plaza Venezuela, donde se colocó un punto de recaudación, como en la sede del Banco Bicentenario aledaña al CNE, donde entregaron lo recaudado en la colecta.
Jorge Rodríguez, jefe del Comando de Campaña Hugo Chávez, que dirige el proselitismo de los socialistas, denunció el pasado miércoles que en la madrugada de ese día los «manitas blancas» hicieron un recorrido por Caracas durante el cual atentaron contra las fuentes de agua y los espacios públicos de las plazas Diego Ibarra y O’leary, cercanas al CNE.
El también alcalde de Caracas —municipio Libertador— expuso que cuentan con videos que prueban la acción vandálica de los «manitas blancas» cometida sobre las 4:20 a.m. «en sus motos de alta cilindrada (muy costosas, por cierto), con cascos y franelas blancas».
Rodríguez señaló en conferencia de prensa que se está ante una campaña de provocación para generar respuestas violentas de las fuerzas revolucionarias. No obstante, tanto él como el presidente encargado, Nicolás Maduro, han reiterado a las masas revolucionarias la necesidad de mantener la ecuanimidad: que la respuesta ha de ser pacífica, contundente, el 14-A.
«Esa provocación la guardaremos por el momento en el morral de Chávez, y nos vamos con nuestras lágrimas, pero el 14 de abril nos cobramos todas y cada una de esas agresiones», dijo.
Reclaman declaración de non grata para diario El Nacional
El Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores del Poder Electoral y la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores protagonizaron este jueves acciones en defensa del CNE y su presidenta, Tibisay Lucena.
Los empleados rechazaron tanto las declaraciones de la subsecretaria de Estado de EE.UU. Roberta Jacobson, las acciones de choque de algunos sectores de la reacción, como un editorial del periódico derechista El Nacional.
Todos los ataques han sido interpretados como una unidad de discurso y movilización dirigida a dañar de forma flagrante el honor del CNE, y de su presidenta, quien está siendo objeto de amenazas, incluso a su integridad física.
Los trabajadores reclamaron, entre otros puntos, que el CNE declare a la empresa mediática local El Nacional (a la que calificaron como panfletaria), institución non grata en el recinto. Que no se le invite a ningún acto del árbitro comicial.
Las presentes acciones contra el CNE son un remedo de lo que aconteció en las presidenciales del 7 de octubre —cuando el mandatario Hugo Chávez ganó por amplia mayoría los comicios—, pero ahora son mucho más frontales y duras.
Según analistas, tanto el ataque al CNE como la agresividad del discurso del candidato de la derecha —Capriles Radonski— contra el bolivarianismo, en la persona de Nicolás Maduro, responde tanto a la sorpresa que se llevó la derecha mundial con los multitudinarios y espontáneos actos de despedida al líder bolivariano, como a la brecha que han estado dando las encuestadoras a favor de Maduro —el candidato de la Revolución.
En criterio del oficialismo, lo que está aconteciendo responde —como ya he dicho en despachos anteriores— a una estrategia con dos vértices: una, que Capriles aduzca una falta de transparencia del CNE y se retire antes del 14-A, y así generar un clima de violencia; o, dos, que tras la fecha del «duelo de honor» cante fraude para producir, a posteriori, el mismo efecto de desestabilización nacional.
Mi criterio
En mi modesta opinión, sí, están convergiendo los cuatro elementos anteriores: a) sorpresa ante el fervor popular por su líder histórico; b) tendencias que están anunciando las encuestadoras; c) generación de inestabilidad antes del 14-A para un retiro avieso de la derecha de la contienda electoral; y d) escenario de «cantada» de fraude para —no logrado antes del 14 de abril— provocar violencia y desestabilización.
Sin embargo, hay otras variables que para mí es obligado referir.
La actual campaña que ha construido la derecha —y que no está hecha en Venezuela—, sigue los parámetros de una democracia burguesa tradicional, ¡y he ahí su principal debilidad!
Los bien preparados y pagados asesores de la MUD y del sionista Capriles Radonski (es judío, aquí a veces se le dice fascista —yo también, porque lo es—, pero un judío nunca será aceptado por ese «canon», a lo máximo será sionista, «que no es lo mismo, pero es igual») están aplicando en Venezuela los mismos conceptos de la campaña electoral de Obama.
Es una práctica asumida de los debates de Obama con su contendiente republicano entre septiembre y octubre pasado.
Quienes siguen con atención la política internacional recordarán que en las tres rondas de confrontación —más dignas de un circo que de una propuesta política, como denunció hace más de cien años nuestro maestro José Martí— se debatió mucho, pero a la hora de dictaminar mediáticamente quién era el ganador, la premisa fue quien había sido más o menos agresivo.
Es el clásico guión de las elecciones burguesas. No importa la propuesta (bueno, en el debate Obama-Mitt Romney de 2012 era «más de lo mismo»), lo ganable estaba en el show.
Los asesores de Capriles Radonski que, en mi opinión, ya es un político maduro (la letra con tiempo entra, aunque ahora será solo un animal de sacrificio —y creo que ni él mismo se ha dado cuenta), han olvidado algo sumamente importante: una Revolución no es una puesta en escena.
Las revoluciones son únicas e intransferibles. Es lo que han olvidado los asesores de Capriles Radonski. Definitivamente, lo que está aconteciendo aquí no es una oferta de mercado. Es lo que es: una Revolución. El éxito estará, entre otras variables decisivas, en el talante pacífico y democrático-«burgués» del pueblo venezolano.