El Centro Médico de Atención Integral Ibis Pino está en el sector Sierra Maestra, de la parroquia 23 de Enero. Autor: Miozotis Fabelo Pinares Publicado: 21/09/2017 | 05:27 pm
CARACAS.— La mística de los lugareños dice que este sector de la parroquia 23 de Enero se llama Sierra Maestra porque Fidel la bautizó así cuando estuvo aquí en enero de 1959. Es parte de la leyenda urbana de una de las barriadas más humildes y revolucionarias de la capital venezolana.
La historia ha querido que se mantenga. Los médicos y demás colaboradores cubanos que trabajan en esta populosa zona son de la gente más querida y respetada. El Centro Médico de Atención Integral (CDI) Sierra Maestra Ibis Pino es, así, uno de los espacios de vida y encuentro social de sus habitantes.
En este CDI se inauguró hace cuatro meses el más reciente servicio del Programa para la atención integral del paciente con úlcera del pie diabético mediante el uso del Heberprot-P.
Haydé Lucía Salón acude tres veces a la semana desde la vecina Magallanes de Catia para atenderse una lesión en la rodilla. «Esto es lo mejor que hay aquí. Esos medicamentos son lo máximo», sentencia a punto de entrar al quirófano para la cura del día con el doctor habanero Alejandro Torres Amaro.
Jovial, Alejandro es un cirujano plástico reconstructivista que desde 2008 se ha especializado en este Programa, primero en Cuba y desde hace ocho meses aquí en Venezuela. Esta es su segunda misión internacionalista. La primera fue en 1985, en Angola, donde se desempeñó como cirujano en el frente de combate de Menongue.
Me salvaron el alma
Luis Montano llega de la mano de la estudiante venezolana de Medicina Integral Comunitaria (MIC) Daneicis Roja, quien, además de querer ser cirujana, está enamorada de la tecnología cubana del pie diabético.
Montano estuvo a punto de perder un pie. El desarrollo de la lesión obligó a amputarle un dedo. De no haber sido detenida a tiempo y acceder al tratamiento con el Heberprot-P, nadie sabe hasta dónde hubiera sido la amputación.
«Los médicos cubanos me salvaron no ya la vida, sino el alma, la estabilidad de mi familia, el futuro de mis hijos y la tranquilidad de mi esposa y de mis padres».
La mutilación de un miembro no solo es una limitación física. El impacto psicológico sobre el paciente y la familia es, a veces, más triste y duro; más doloroso de sobrellevar.
La atención al pie diabético, que no solo es la aplicación del medicamento, sino una tecnología integral, constituye uno de los esquemas del sistema público de salud de mayor impacto y visibilidad de los que se desarrollan aquí, debido a la rápida recuperación de los enfermos.
Daneicis es parte de de los miles de jóvenes venezolanos que cursan la carrera de Medicina Integral Comunitaria, un programa docente cubano-venezolano que en 2011 graduó a más de 8 000 galenos y este año a más de 6 000. Más de 20 000 están en las aulas. En corto tiempo, la República Bolivariana tendrá uno de los mayores índices de médicos per cápita en el continente.
En quinto año de la carrera, Daneicis lleva dos haciendo prácticas en el programa del Heberprot-P. «Es de lo más humano que estamos haciendo de conjunto Cuba y Venezuela», explica.
«Me gustó la tecnología, ver sus resultados, observar de primera mano la granulación, el crecimiento del tejido y ver soltar las muletas a los pacientes.
«Además de las rutinas de las clases, la mayor parte de mi tiempo lo dedico a estar junto a los doctores cubanos; cuando hacen operativo en cualquier parte de Caracas, ahí estoy yo. Es una gran escuela, tanto científica como humanista».
Buen vivir para el diabético
El Programa es parte de la estrategia Buen Vivir para el Diabético. Desde su implementación el 18 de agosto de 2008 hasta octubre de este año había beneficiado a 70 577 personas.
El doctor cubano Rafael Ibargollín, coordinador nacional del proyecto, comenta que para 2012 estaba previsto atender a 30 000 pacientes, pero hasta el 31 de octubre «se habían incorporado 34 028 casos, de estos 14 073 del grupo de alto riesgo de sufrir una amputación mayor.
«Solo en 31 casos debió realizarse una amputación mayor; o sea, una tasa de apenas el 0,09 por ciento. Eso, como puedes ver, es todo un éxito. Logramos salvar a más de 13 000 pacientes de una casi segura amputación mayor.
«Según estimaciones, cada año en Venezuela se reportan cerca de 80 000 pacientes con úlcera de pie diabético, un índice muy por encima de Cuba, con el agravante de que aquí aparece a una edad menor, sobre la tercera década de vida.
«En los años de aplicación del Programa hemos atendido 70 577 casos. De estos, 30 631 corrían un alto riesgo de sufrir una amputación mayor, pero esta solamente debió aplicársele a 227 personas, para una tasa del 0,32 por ciento. Es decir, logramos salvarles uno de sus miembros a más de 30 000 pacientes.
«El impacto médico y social del programa es muy elevado y, además de manifestarse en las cifras anteriormente expuestas, es motivo constante de expresiones y testimonios de todo tipo de satisfacción en los 15 estados donde ha sido implementado el Programa».