Mayoritariamente al lado de la Revolución Bolivariana y del presidente Hugo Chávez, la juventud venezolana está consciente de que el socialismo es el camino. Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
CARACAS.— En «venezolano», estar «resteado» es «jugársela al todo por el todo» por algo. O por alguien. Las mayorías jóvenes de este país están resteadas con Chávez... Es un amplio abanico. Tan grande, como que Venezuela está entre los países del continente con estructura demográfica sumamente joven.
Están aglutinados en las más diversas organizaciones políticas y movimientos: desde la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV), la comunista, las ecologistas y de diversidad sexual, hasta incluso «tribus urbanas».
Entre estas últimas está una contracultural (y aparentemente marginal) pero ya no tan underground, como el movimiento Miranda será otro Beta: muchachos y muchachas del estado cuyo gobernador es el principal contendiente opositor para las elecciones del 7 de octubre (7-O), el ultraderechista Henrique Capriles Radonski (un «¿alfa?», ¿como miembro de una de las familias más oligárquicas y multimillonarias de este país?).
Un mes atrás, durante una caravana y concentración electoral del candidato revolucionario en la populosa barriada de Petare, al este de Caracas, los Beta, casi todos adolescentes, acuñaron el lema «Chávez es otro Beta».
El Jefe de Estado lo aceptó. «Yo también soy otro Beta», dijo… Ahora no hay avenida de la ciudad en la que no aparezca un cartel que lo recuerde.
Voto joven, voto chavista (vale la redundancia)
El impacto del bolivarianismo y el liderazgo de Chávez entre los jóvenes son abrumadores. Así se vió este lunes, en la parroquia de Catia, al oeste de la capital, donde tuvo lugar una congregación proselitista a favor de Chávez que, por cierto, estuvo entre las más grandes e impresionantes celebradas en una barriada citadina.
También fue tensa: el agolpamiento entusiasta de la gente, a veces con rudeza, para saludar al hombre, fue tan apabullante, que mi colega fotorreportero terminó —en medio de la gente y los dispositivos de seguridad— con la mochila rota y parte de sus equipos casi cayendo al suelo, aunque ni una mano —casi todas jóvenes— dejó que una lente tocara el asfalto.
«Agarra cubano», le decían rápido, para a seguidas continuar estirando las manos y, con suerte, palmear a Chávez.
El joven ministro de Deporte, Héctor Rodríguez, también coordinador nacional de la JPSUV, comentaba este martes sobre lo acontecido en Catia: «Fue una demostración del apoyo mayoritario» que tiene el aspirante presidencial socialista.
En su opinión, el triunfo de la Revolución es claro, tanto en lo anímico como en la estructura organizativa del Gran Polo Patriótico —conglomerado de fuerzas que apoyan a Chávez.
Y los jóvenes —apuntó— votarán por el proceso.
Las nuevas generaciones han logrado alcanzar una gran conciencia y madurez política, dijo. «La juventud, en su mayoría, va a apoyar la Revolución, como muestra del cambio de paradigma que se ha asentado en este sector poblacional».
JPSUV o la vanguardia juvenil
Por estos días, la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela celebra su cuarto aniversario. Es una organización bisoña. No obstante, ha ido aglutinando en sus filas o a su alrededor, a buena parte de las nuevas generaciones estudiantiles, obreras y profesionales.
Lejos de la apatía de los años de la llamada IV República, ahora se está en presencia de «una juventud que participa en la política con las ganas de construir un país mejor, un país digno, un país potencia, un país bonito como todas y todos soñamos», señaló Héctor Rodríguez el fin de semana último, cuando centenares de jpsuvistas festejaron su onomástico en la barriada de Coche, también en Caracas.
Se trata de un grupo poblacional —añadió— «que ha crecido, madurado, mejorado su capacidad de movilización, su formación política». Es, en resumen, «la juventud política más grande en la historia de Venezuela».
Antonio Galíndez, secretario general de la JPSUV, decía por su parte a la prensa local: «Tenemos muchos logros, pero principalmente, que ahora entendemos la política como el vivir del día a día de cada uno de nosotros».
Según las estadísticas de la organización, hoy cuentan con más de dos millones de militantes, cifra que nunca en la historia venezolana había logrado aglutinar un partido político en su ala juvenil.
Por una juventud activa y politizada
Como el resto de los miembros del Gran Polo Patriótico, la militancia de la JPSUV se concentra hoy en garantizar para el 7-O al menos diez millones de votos a favor de Hugo Chávez.
Con un padrón electoral para las presidenciales de 18 903 143 votantes, y previendo una abstención de alrededor del 20 por ciento (aunque se estima que será menor), la mayoría de las encuestas indican que el candidato oficialista puede obtener con comodidad más de nueve millones de boletas.
Su principal contrincante, mientras, podría rondar los seis millones de votos —aunque muchos estiman que serán menos.
Los chavistas, empero, van por diez millones. Y más. Los militantes de la JPSUV están movilizados en todo el país.
Propósito: que los venezolanos acudan en masas a las urnas; en especial, las mayorías populares, claramente comprometidas con la continuidad del proceso revolucionario, y con frenar el empuje opositor y el paquete neoliberal que este impondría en el hipotético caso de llegar al poder.
«Somos millones los jóvenes al servicio de la batalla por la dignidad de la patria. Cada uno está trabajando con compromiso revolucionario para que Chávez gane esta batalla con contundencia, como debe ganar el pueblo venezolano», reitera siempre Héctor Rodríguez, el principal dirigente de la organización.
Más allá del voto joven, la JPSUV busca también trascender el momento electoral en sus tres etapas actuales (presidenciales el 7-O; regionales o estaduales el 16 de diciembre, y las municipales o de alcaldías de abril de 2013) y consolidar a futuro el protagonismo político de las nuevas generaciones.
Semanas atrás, en un encuentro antes de iniciar una caravana y concentración proselitista en Cumaná, estado de Sucre, Chávez comentaba a la prensa nacional y extranjera: «Los jóvenes venezolanos están conscientes de que el socialismo es el camino para ellos».
Y añadió: «Me llena de dicha, en el corazón y en el alma, mirar a esta juventud comprometida cada vez más con la Revolución socialista». Y parafraseando al Che, sentenció: «El presente es de lucha; el futuro les pertenece a ellos».
«Bono demográfico» con Fondo Revolución
Venezuela es tan joven que hasta la ONU, luego de informarse, días atrás, los «resultados básicos» del censo realizado el año pasado, llamó a las autoridades y a la opinión pública local a aprovechar su «bono demográfico».
Según la tendencia censal, en este país el número de personas en edad laboral está creciendo de manera sostenida, muy por encima de los individuos considerados como «inactivos» —menores de 15 años o mayores de 60—. Este es el contexto que el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU) considera como «bono demográfico», el cual, según los expertos, «se da una sola vez en la historia de las naciones».
Mas, al parecer, solo será en revolución donde en verdad el «bono» podrá «cobrarse», habida cuenta de la capacidad demostrada por esta para potenciar el país en todos sus aspectos: económicos, políticos, sociales, culturales y científico-técnicos.
Según el Censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 30 de octubre de 2011 Venezuela tenía, en cuenta preliminar, 28 946 101 habitantes. El 34,1 por ciento de la población son personas menores de 15 años; mientras los adolescentes y jóvenes entre 15 y 34 años son el 35,1 por ciento. Es decir, con una edad mediana de 27 años, casi el 70 por ciento de la población tiene toda la vida por delante.
Con la Revolución, Venezuela también se ha convertido en el país más equitativo y feliz de América Latina, según estudios internacionales, como el índice GINI, que evalúa un grupo de variables sobre realización individual y colectiva.
Con una inversión social durante los mandatos de Hugo Chávez superior a los 500 000 millones de dólares, en estos logros han influido, en primer lugar, las políticas de inclusión y equidad, cuyo eje son las llamadas misiones sociales.
El sector educativo —clave para el desarrollo— es una muestra, como la misión Sucre, que ha permitido graduar a más de 212 000 profesionales, personas que antes estaban imposibilitados de ingresar a la Enseñanza Superior. Y, más aún: en sus aulas hoy están inscritos 479 081 estudiantes.