Las relaciones entre cultura y sociedad centraron la atención del VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), abordadas desde una mirada analítica, sin complacencias, y proyectada al futuro.
El informe rendido ante el plenario, leído por el presidente de la comisión, Helmo Hernández, señaló la necesidad de ir definiendo "la nueva cartografía en que se inscribirá la cultura revolucionaria cubana".
Tenemos mucho camino andado y el análisis sereno e inteligente nos ayudará a desechar lo realmente inservible, sin dejar de lado el ejercicio permanente de la crítica e implementación de los ámbitos que la favorezcan, señala el documento.
No hay por qué temer al esclarecimiento de la verdad por riesgoso y complejo que sea ó añade- ya que dicho sin ingenuidad política alguna, esa ha sido siempre la mejor arma del socialismo.
Tras hacer un recuento del vasto proceso de análisis generado en la sociedad cubana y en la fase preparatoria del foro, expresa cómo la unidad de todas sus fuerzas ha sido y sigue siendo la estrategia fundamental de la Revolución cubana.
Una unidad que no equivale a la homogeneidad de pensamiento, sino a la concertación de puntos de vista diferentes, precisa.
Al destacar el papel esencial de la cultura como expresión de la identidad, fuente de vida espiritual y sustento de todo sistema de valores, el informe alude a la necesidad de luchar contra los modelos reduccionistas y banalizadores que han permeado amplios sectores de la población.
Como contrapartida, se propone crear una comisión de trabajo de la UNEAC que, bajo el nombre de Cultura y valores, discuta "desde la perspectiva de nuestros escritores y artistas, la formación de públicos y gustos, de modelos culturales".
También sugiere la presencia de modelos culturales en los medios e instituciones educativas y la activa participación de la UNEAC en la Comisión Nacional de Atención y Prevención Social.
El informe señala cómo la literatura y el arte reflejan, cada vez con mayor frecuencia, los problemas más complejos de la sociedad cubana y la necesidad de un diálogo adecuado y respetuoso entre los especialistas, las instituciones y los creadores. Junto a ello, evitar simplificaciones reductoras y tener en cuenta "las circunstancias políticas concretas en cada momento del país".
El informe, abarcador, profundizó en los múltiples vínculos entre la cultura y su destinatario, el papel de los instructores de arte y la enseñanza artística, uno de los pilares del proyecto social cubano.
La UNEAC, agrega el documento, debe ser capaz de centrar las respuestas específicas que satisfagan las necesidades de cada momento histórico, sin renunciar a la esencia de sus definiciones fundamentales.
Su primera responsabilidad, subraya el informe, "deberá ser la de vigilar la calidad de todos los procesos culturales que tengan lugar en la sociedad cubana". En esencia, una función altamente participativa.
Paralelamente, constituir un espacio permanente para el diálogo serio, analítico y crítico, que siempre ha sido requerimiento de la cultura cubana.
En el Congreso, que sesionará hasta el próximo viernes, participan 387 delegados de todo el país y más de 200 invitados.