Estudiantes de IVPCE. Autor: Periódico Vanguardia Publicado: 05/05/2018 | 07:55 pm
Miguel de Cervantes parecería estar protagonizando en Cuba, ahora mismo, su otra batalla de Lepanto. En este caso por la defensa del Español, ese idioma que tan honrosamente representa, y que parece estar entre las peores víctimas de la dura contienda por superar los déficits que acumuló el sistema educacional del país en estos años.
Al menos esa es la sensación que deja el enconado debate provocado por el reciente anuncio de la suspensión de la prueba de ingreso de Español para el ingreso a los Institutos Preuniversitarios de Ciencias Exactas (IPVCE).
Al ruedo de las opiniones se han lanzado desde los ciudadanos más simples hasta encumbrados especialistas, incluyendo a la distinguidísima Academia Cubana de la Lengua.
Los más críticos consideran que con la abolición de esa prueba se está menospreciando nuestra lengua materna, ya de por sí amenazada por los giros anglosajones y la impronta de las emergentes tecnologías de la información, mientras otros aseguran que un examen por sí solo no puede medir realmente los conocimientos del estudiante.
En medio de la amplia polémica JR recogió un vasto abanico de opiniones, donde no faltó hasta quien aseveró que hacen falta más exámenes para lograr que lleguen a la universidad quienes de verdad estén preparados.
Meca pedagógica en la polémica
Mariela Martínez Lima y Eusebio León Martínez son profesores de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. Ellos no solo son de los que piensan que esos exámenes no se pueden eliminar, sino que opinan que sería muy saludable hacer pruebas de ingreso para todos los alumnos que aspiren a estudiar en un preuniversitario.
«El curso pasado tuve la experiencia de calificar exámenes de ingreso a la universidad», destacó Mariela, quien es graduada de Licenciatura en Letras en la Universidad de La Habana.
«Hay problemas de redacción. Los estudiantes no traen los conocimientos que deberían. Pienso en mi preparación, en los buenos maestros que tuve desde la enseñanza primaria y sobre todo en el IPVCE Vladimir Ilich Lenin; de no ser así no hubiera podido enfrentar una carrera como la que estudié, que exige conocimientos lingüísticos y literarios. Y cuanto menos seleccionemos a quienes hagan el pre, más difícil será que accedan a la universidad».
Eusebio, graduado como profesor general integral y luego de especialista en Español-Literatura, reafirmó los criterios de Mariela, pues él también participó en la calificación de los exámenes de ingreso a la universidad. «Siempre que revisamos esas pruebas se destacan los alumnos de los IPVCE, y pienso que no solo tiene que ver con la selección inicial, sino con la preparación que luego reciben en esos centros.
«Hay estudiantes con importantes carencias de contenidos que debían haber vencido en la primaria, en la Secundaria. Por ello creo que debería pensarse hasta dónde sería bueno elevar la exigencia para el ingreso a todos los preuniversitarios».
Mariela insistió en que la lengua materna es imprescindible para cualquier profesional, porque «qué feo si mañana un graduado de ciencias técnicas, o médicas, presenta una tesis de doctorado o un proyecto internacional con una redacción deficiente».
Ambos profesores recordaron que hoy se exige para graduarse de cualquier carrera universitaria tener un dominio adecuado del idioma inglés. «Y cómo lograrlo si no manejan bien la lengua materna. Para poder entender cómo funciona una lengua extranjera es fundamental manejar bien la propia», afirmó Eusebio.
«Nuestra universidad tiene cursos de posgrado que pueden ayudar a los profesores en ejercicio a superar sus deficiencias», destacó Mariela. A lo cual Eusebio añadió que, si bien el país tiene dificultades con la cobertura docente y está formando maestros a partir de egresados de noveno grado, se impone que estos continúen estudios en la universidad. «Aunque ya tenga un título, la formación de un especialista es insustituible, el contenido teórico que recibe durante la carrera es fundamental.
«Podemos tener profesores muy buenos, pero otros no lo son. Si queremos cambiar la imagen del profesor y del aprendizaje de las asignaturas en la universidad pueden encontrar el contenido científico-metodológico que necesitan, porque se está tratando de resolver un problema, que es la cobertura, pero no puede conducirnos a otro. Esas deficiencias en el aprendizaje de los alumnos son las que obligan a una mejor selección para quien luego será un profesional o un maestro», apuntó.
La prueba del estrés
Yolanda y Mayra tienen a sus hijos en una escuela secundaria básica en el Cerro. Ambas consideran que las pruebas de ingreso para los IPVCE no son necesarias, pues provocan estrés. Si han estudiado durante tres años y tienen un promedio a partir de diversas evaluaciones, eso debería ser suficiente para conformar un escalafón, afirman.
Jorge Domínguez, hoy profesional y ayer estudiante del Ipvce Ernesto Che Guevara, de Villa Clara, aseguró que una prueba de ingreso no mide realmente cuánto se sabe de determinada materia, porque él tuvo al respecto una amarga experiencia.
«No voy a hablar de la prueba para la Vocacional —que también pasé en su momento— sino de la de ingreso a la universidad, la cual casi motiva que después de haber sido un alumno ejemplar por poco pierdo la posibilidad de estudiar la carrera que quería; incluso había alcanzado el primer lugar en el Concurso Nacional de Español, pero como para entrar a la universidad de modo directo solo se podía hacer en las carreras de ciencias y la que deseaba era de humanidades, tuve que hacer prueba de ingreso.
«En las pruebas saqué 99 en Matemática y 100 en Historia; sin embargo, en Español mi nota fue de 93. Y no fue un descuido, que no supiera la materia o no la hubiera estudiado bien. El día antes de esa prueba me sentí mal, vomité toda la noche. Por un enlace de una oración con otra perdí los siete puntos que casi me cuestan la carrera, y era un ejercicio que dominaba perfectamente. Por suerte las notas de los otros dos exámenes me dieron el promedio.
«Por ello estoy convencido que una prueba no mide realmente los conocimientos. Lo más importante es que la asignatura se evalúe de manera correcta en cada momento y se enseñe con calidad. Casi todos los que ingresan a los Ipvce son buenos estudiantes y dominan el Español que exigen esos requisitos especiales.
«Si las vocacionales han regresado a su interés fundacional de formar futuros científicos, y hacen más hincapié en ese tipo de prueba, considero que es una medida correcta, pues de todos modos el Español se mantiene como asignatura que se deberá examinar para entrar a la universidad. Creo que de lo que se trata es de evaluar bien el Español en la Secundaria Básica y no creo que esta medida sea un desprecio hacia nuestra lengua materna, ni que quienes vayan a dedicar su vida a la ciencia desprecien al español.
«Tomar en cuenta la trayectoria del estudiante, sus resultados a través del paso por la Secundaria Básica es una mejor manera de medir los conocimientos que con un examen que puede estar sujeto a muchas mediaciones», concluyó.
Por su parte, Anabel Díaz, quien estudió en la Vocacional Lenin, afirma que hay alumnos que son buenos en Física, en Química y luego quieren orientarse hacia esas carreras, pero es un proceso que se puede hacer cuando comiencen las clases en el IPVCE; no es preciso evaluar desde antes esas aptitudes y, por lo tanto, no es necesario añadir otra asignatura a las pruebas de ingreso.
«Hoy me desempeño como bióloga; sin embargo, soy una amante de las artes, de la literatura, de la plástica, del teatro y de la lectura. Eso se lo debo a “la Lenin”. Menos exámenes, menos trabas para los alumnos, menos gasto de dinero para los padres que se esfuerzan en repasos para que aprueben, es lo que hace falta», enfatizó.
Ariel Alejandro Barbería y Pedro Orlando Ciscard cursan el quinto año de Licenciatura en Español-Literatura en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. Ambos aseguran que en su paso por el Preuniversitario —Camilitos de Capdevila y José Martí de La Habana Vieja, en la capital, respectivamente—, aprendieron muy bien todo lo referente al Español, lo cual les permite ser exitosos en la carrera.
«Siempre me gustó la gramática; la literatura no tanto», afirmó Orlando. «Mis recuerdos desde la Secundaria son de buenos maestros y aprendizajes adecuados. Creo que quitar la prueba de ingreso de Español es un error; esa materia es fundamental para poder entender el resto de las asignaturas y su evaluación es fundamental».
De igual modo opinó Ariel, quien añadió que la comunicación adecuada es fundamental para cualquier profesional, sobre todo para un futuro maestro, «y no podemos obviar que de los Ipvce egresan a muchos que luego se dedicarán a enseñar, para lo cual el dominio del idioma es fundamental».
El joven médico Juan Manuel Martínez, quien hizo su bachillerato en la década de los 90 en un instituto preuniversitario en el campo, opina que es imprescindible hacer un examen de Español para entrar al pre vocacional, y aunque está de acuerdo con que se debe ser bueno en las ciencias, con un examen de Matemática es suficiente para demostrarlo.
«No creo que sea necesario hacer un examen de Historia de Cuba para demostrar que se es revolucionario; se pueden aprender de memoria hechos y fechas y no llevarlos en el corazón. La que mejor lo puede avalar es la actitud diaria del joven y la que haga la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), tus compañeros de estudio, el grupo; esos son quienes te conocen. Por eso pienso que de quitar alguna prueba podría ser al revés. Dejo un examen de Español, con todo lo que lleva y el tema que se pida para redactar que sea sobre un hecho histórico de nuestro país», precisó.
«Estoy convencido de que un examen es la mejor manera de medir conocimientos —añadió—. Un maestro puede hacer evaluaciones periódicas, no lo niego, son importantes para saber por dónde va ese estudiante y el grupo para encaminar las clases, pero el examen dice la última palabra».
Un conocido profesor de Historia de Cuba —quien pidió a JR mantenerse en el anonimato— aseguró que para evaluar redacción, ortografía, gramática e interpretación de un texto no es necesario un examen de Español. «Lo hago con cualquier asignatura, pero voy a ser “el abogado del diablo”. Estoy convencido de que esta polémica tiene un trasfondo. Para muchos estudiantes es más fácil un examen de Español que de Física o Química, y eso ha motivado preocupación en familias y jóvenes; por otra parte están los repasadores, que por años han preparado alumnos para las vocacionales en Español-Literatura. Creo que hay un poco de todo eso en la polémica.
«José Martí dijo: “Nadie habla mal de lo que conoce bien”. Si la Academia de la Lengua conociera a fondo la realidad de nuestros centros escolares diría que es necesario hacer pruebas para el ingreso para todos los preuniversitarios, porque en definitiva ellos serán los futuros profesionales de este país y en muchos casos fracasan luego a la hora de hacer los exámenes de ingreso a la universidad o durante la carrera».
Razones para una resolución
«En 2012 se realizó una consulta con estudiantes, profesores y estructuras del Ministerio de Educación (Mined) acerca de los exámenes de ingreso a los IPVCE, y en el curso escolar 2015-2016 —no en el actual— se adoptó esta nueva manera de medir. Quedó explícito que la redacción, ortografía, caligrafía y gramática se evaluarían a través de las otras pruebas», explicó a la prensa Giorvys Taquechel Román, director de Enseñanza Preuniversitaria del Mined.
«La prueba de ingreso es para hacer un escalafón y otorgar la plaza; no quiere decir que disminuye la frecuencia de impartir la asignatura», precisó.
En este mismo sentido Adalberto Revilla Vega, director de Educación Secundaria Básica, precisó que el Español es una asignatura priorizada desde la primera infancia, con un alto número de frecuencia de clases en todas las educaciones. «Además, tenemos un Programa Director de la Lengua Materna en todas las asignaturas, una Campaña Nacional por la Lectura y muchas otras iniciativas que potencian el estudio de nuestro idioma en todos los niveles de enseñanza».
Taquechel Román puntualizó que los estudiantes de los Ipvce son solo una parte de la matrícula de los preuniversitarios, por lo cual la mayoría de los alumnos que cursan ese nivel de enseñanza no hacen ninguna prueba de ingreso. «Están los pre urbanos, los rurales, del Ministerio del Interior, los Camilitos, así como las escuelas deportivas, de arte y las formadoras de maestros. Todas tributan luego jóvenes para las universidades y con muy buenos resultados», puntualizó.
«Lo que sucede es que el IPVCE tiene una cuota y son muchos los que aspiran a acceder a sus aulas; eso nos obliga a realizar un escalafón, y ese es el objetivo de las pruebas de ingreso», precisó.
El funcionario significó que el nivel preuniversitario tiene en el actual curso escolar una matrícula de 140 000 alumnos y de ellos solo 10 600 están en los IPVCE. «Es cierto que hay una mirada de país con vista a incrementar esa matrícula, recuperar capacidades y disminuir el decrecimiento de la entrada a ese tipo de centros, que nos llevará a incrementar la cantidad de alumnos en futuros cursos escolares», argumentó.
Además, dijo Taquechel Román, hay un amplio número de estudiantes que entran directamente a la educación superior, es decir sin prueba de ingreso. «En este curso escolar más de 2 000 están realizando el preuniversitario en las universidades, cerca de 700 irán a universidades militares y casi mil son ganadores de concursos de conocimientos», destacó.
«El Mined está y estará siempre abierto a cualquier valoración, criterio y opinión, no solo de instituciones, sino también de los estudiantes y sus familiares. Llama la atención que durante esta polémica son muy favorables las opiniones que los graduados de los IPVCE han dado de la calidad de la enseñanza que allí recibieron».
Consideraciones del Mined y la Academia Cubana de la Lengua
En una nota oficial emitida recientemente por el Mined, este organismo considera que no constituye una afectación a la formación integral de los estudiantes que aspiran al IPVCE el hecho de que no realicen un examen de Español, pues los procedimientos establecidos para evaluar el aprendizaje en los requisitos de ingreso, aseguran que se tengan en cuenta los conocimientos básicos de esa asignatura.
Explica el material que los estudiantes egresados de 9no. grado que aspiran a ingresar en los IPVCE han tenido una formación general de la disciplina Lengua y Literatura, desde que inician el nivel primario con la asignatura Lengua Española, realizan exámenes finales en los grados 2do., 4to., 5to. y 6to. Además, en todos los grados de los niveles educativos de Secundaria Básica y Preuniversitario reciben la asignatura Español-Literatura y la examinan con prueba final, por lo que deben tener un desarrollo de la expresión oral y escrita, para realizar los exámenes de ingreso a estas instituciones. Se mantiene que en todos los niveles educativos se desaprueba por ortografía.
Los estudiantes que optan por las diferentes modalidades de la educación preuniversitaria no realizan exámenes de ingreso y en su mayoría ingresan al Instituto Preuniversitario Urbano, Instituto Preuniversitario Rural, Escuela Militar Camilo Cienfuegos y Escuelas Deportivas, opciones en las que tienen las mismas posibilidades de estudiar cualquier carrera universitaria, incluso de ciencias.
En el curso escolar 2015-2016, expuso el Mined, los resultados de promoción en 10mo. grado, en la asignatura de Español-Literatura, en todas las modalidades de la educación preuniversitaria, fue de un 97,3 por ciento y en los IPVCE de un 99,9 por ciento. De igual manera, en el curso escolar 2016-2017, los resultados de todas las modalidades fue de un 97,6 por ciento y en los IPVCE un 100 por ciento, lo que demuestra que los mejores resultados en aprobados en esta asignatura se alcanzan en los IPVCE.
Señaló, igualmente, que la tendencia en los resultados de las evaluaciones finales y las pruebas de ingreso a la educación superior, en la asignatura de Español-Literatura, es ascendente en los preuniversitarios de ciencias exactas.
Previamente, ante la medida de eliminar el referido examen, la Academia Cubana de la Lengua (ACL) emitió una nota en la que expresa su desacuerdo con la decisión, y reitera su disposición de colaborar, como lo ha venido haciendo, en cualquier empeño que contribuya al conocimiento y cultivo de la lengua propia.
Refiere la nota que «nuestros jóvenes aspirantes a carreras universitarias aún afrontan dificultades en el manejo de su instrumento expresivo, no solo ortográficas, sino de calidad de las ideas, de coherencia y cohesión, que demandarían una ejercitación mayor y más creativa, una evaluación más sistemática y consecuente, y, en particular, colocar la responsabilidad del conocimiento esencialmente en el propio alumno, en la medida en que ese aprendizaje se convierta en significativo para él».
Precisa el texto de la ACL que la experiencia ha demostrado que «mientras más independencia se da al estudiante, y más se le deja hacer, se toma en cuenta su opinión, o se reta su capacidad, más se desarrolla el joven, e incluso más disfruta lo que hace; en consecuencia, como se sabe que la posibilidad de pasar un examen para lograr un objetivo concreto se convierte en un incentivo para lograr habilidades lingüísticas como las comentadas, la decisión adoptada no favorece, más bien desestimula el interés del estudiante».
El mensaje dice, además, que «parece ocioso insistir en que la esencial fuente de conocimiento, que situamos en la observación, el estudio, la ciencia, una ciencia específica, la práctica… pasa necesariamente por una lengua… De ahí que si queremos formar científicos cabales no podamos descuidar este aspecto».