Sucesos como este pusieron fin a la vida de numerosos cubanos inocentes. Autor: Archivo de JR Publicado: 03/03/2018 | 08:43 pm
El 4 de marzo de 1960 parecía un día común en el muelle de Tallapiedra de La Habana, pero acabó siendo una fecha de espanto. El buque francés La Coubre ya había atracado y numerosos trabajadores extraían un cargamento de granadas procedente de Bélgica, cuando, justo a las tres y diez de la tarde, el estruendoso sonido de una explosión acabó con la calma.
Sucesos como este pusieron fin a la vida de numerosos cubanos inocentes. ¿Acaso había razón para un crimen de esta magnitud? El sabotaje no implicó el término para la Revolución, significó sufrimiento para un pueblo, que aún después de 58 años guarda en su memoria aquel suceso atroz.
Desde horas de la noche del día 4 y de la madrugada del día 5, el Palacio de la Central de Trabajadores de Cuba recibió los restos mortales de las víctimas hasta ese momento identificadas, donde se les rindió tributo.
Un cortejo fúnebre multitudinario salió a las calles para acompañar a las victimas hasta la necrópolis Cristóbal Colón. Y poco antes de la entrada del cementerio, en la intersección de la calles 23 y 12, subido a la cama de una rastra parqueada, el entonces Primer Ministro Fidel Castro Ruz despidió el duelo.
Fidel dijo que tan horrendo crimen era una advertencia lanzada por el enemigo al pueblo cubano por atreverse a luchar por la libertad, pero que en aquellos momentos la libertad también significaba Patria. Allí exclamó por primera vez la consigna de ¡Patria o Muerte!
A 58 años de un hecho tan reprochable, Cuba no olvida el dolor de todo un pueblo en aquellas jornadas luctuosas en las que numerosas vidas inocentes fueron víctimas del odio de aquellos que jamás han aceptado nuestra soberanía.