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El caso Tomeguín

Jóvenes aduaneros camagüeyanos evitaron el comercio ilegal de más de 60 tomeguines del pinar adheridos a las piernas, en los bajos del pantalón, de un furtivo negociante, y la entrada al país de un cargamento de elementos informáticos camuflados dentro de una laptop

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Como de costumbre, Yonisver Manuel Ruiz Víctor, joven aduanero de 24 años de edad y quien vive en el distante reparto Cándido González, llegó el pasado 27 de abril a su puesto de trabajo en el Aeropuerto Internacional Ignacio Agramonte y Loynaz, de esta ciudad.

El chequeo a los pasajeros del vuelo American Airline 9424, con destino a Estados Unidos, transcurría sin problemas. Todo iba bien hasta que cerca de las 10 y 30 de la mañana de ese día, los bajos abultados de un pantalón le llamaron la atención.

«Eso me dio mala espina», explicó Yonisver, quien, al igual que sus compañeros, sabía que había algo raro en aquel pasajero residente en EE.UU.

«Lo más curioso —comentó este inspector de Aduana— es que tanto el Arco estacionario (aparato de detección de metales por el que pasan todos los pasajeros) como el Meto (aparato detector manual de metales) no dieron señales».

Ante el silencio de las técnicas, mis sospechas me llevaron a chequearlo manualmente, contó Yonisver, quien detectó no solo suavidad inusual en la pierna del viajero, sino también un movimiento en el interior de los bajos de su pantalón que le confirmaron lo que suponía.

«En esta labor vale mucho la observancia y concentración de todo el equipo de trabajo, porque garantiza que nada pase inadvertido, ni siquiera los bajos de un pantalón, que lamentablemente traían 66 tomeguines del pinar —aves endémicas y protegidas por las leyes cubanas— adormecidos para su tráfico en el exterior».

«El ciudadano, al no poder negar que algo cargaba, intentó convencerme de su acción. “Lo que aquí traigo es un pichón de pajarito pa’ el nieto”. Y pretendió continuar su camino, como si nosotros fuéramos unos improvisados», narró el joven.

«Mantuve la calma y al instante lo conduje al banco de revisión, donde se le entrevistó, y luego al cuarto de revisión, en el que se le realizaron los chequeos que lo desenmascararon.

«Y es que la cifra de pajaritos “pa’ su nieto” aumentó hasta superar los 60 y, como si fuera poco, dos de estos ya estaban muertos», recordó.

Yonisver siente que ha hecho solo lo correcto, y su modestia quedó demostrada cuando confesó: «Ni siquiera en casa conocen de este hecho. Estoy seguro de que para la familia será una sorpresa, pero para mi mamá, Idania, será el reconocimiento a su ejemplo y enseñanzas».

Para sorprender al negociante

La Aduana General de la República de Cuba en Camagüey ha actuado en este aeropuerto, en menos de un mes, en dos casos significativos: el de los tomeguines adormecidos y, hace solo unos días, el pasado 18 de mayo, uno de contrabando de accesorios para medios informáticos.

César Rodríguez Santana, instructor de la Especialidad de Rayos X, expuso que al chequear el equipaje de mano de una pasajera nacional no residente encontró señales que lo hicieron dudar.

«Detecté que su laptop carecía de disco duro y quemador de DVD, a la vez que en su lugar había otros aditamentos», afirmó.

Durante el despacho de entrada del vuelo American Airlines 9423, procedente de Miami, se detectaron 11 memorias RAM para computadoras de escritorio y otras ocho para laptops, un microprocesador y dos tarjetas de red para conexiones inalámbricas Wifi, especificó César.

El también inspector aduanero comentó que lo que más le llama la atención es cómo en estos casos los culpables tratan siempre de evadir su responsabilidad y alegan desconocimiento del contenido de su carga. «Por eso es vital nuestra preparación diaria, ética y profesionalidad, cualidades que integradas en el trabajo desenmascaran y sorprenden a los violadores», acentuó.

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