La caravana cubana en su desplazamiento desde Menongue hacia el Cuatir. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 05:32 pm
En la madrugada del 16 de noviembre de 1987 el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se reunía con un grupo de asesores para decidir la respuesta que daría el Gobierno cubano a la petición de ayuda de Eduardo Dos Santos, presidente de Angola.
Durante el mes de agosto del mismo año, las tropas de las Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola (Fapla) habían comenzado la operación Saludando Octubre, con la intención de tomar el poblado de Mavinga.
Se encontraban a menos de 200 kilómetros cuando fuerzas sudafricanas y de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita) las atacan y obligan a replegarse hacia las inmediaciones del poblado de Cuito Cuanavale.
«Había 10 000 combatientes de las Fapla en peligro de ser exterminados», explica Rodolfo Puentes Ferro, embajador de Cuba en ese país durante los momentos de la crisis.
Esta situación ponía en peligro la estabilidad del Gobierno de Dos Santos. Era necesario el envío de refuerzos cubanos para enfrentar la situación.
Desde el puerto de Namibe hasta la ciudad de Menongue, a 250 kilómetros al norte de la frontera con Namibia, las tropas cubanas mantenían una línea defensiva para proteger el territorio angolano de cualquier ataque enemigo a las regiones centrales de Angola.
«Cuba consideraba que los efectivos que se tenían en esta línea no debían sacarse de ahí. Si se debilitaban las fuerzas, entonces los sudafricanos podrían penetrar por esa zona. Teníamos que mandar más tropas», explica Jorge Risquet, miembro del Comité Central del PCC.
Sin embargo, Cuba debía proteger también su territorio nacional, pues se mantenía bajo la amenaza del Gobierno belicista de Ronald Reagan. En tales circunstancias, aceptar un reto de este tipo debía ser bien valorado.
«La decisión fue resolver ese problema, pero resolverlo de una vez, no salvar solo a Cuito Cuanavale, sino también expulsar a los sudafricanos de Angola», narra Risquet, al referirse al encuentro de aquel 16 de noviembre.
Desde ese instante comenzaría la preparación de las tropas cubanas que partirían hacia el continente africano a reforzar las líneas defensivas. «Lo primero fue mandar las mejores armas y hombres que había en Cuba en ese momento para frenar la ofensiva de los sudafricanos y la Unita», explica el general de brigada (r) Roberto Milián Vega, jefe de la 70 Brigada de Tanques en Menongue, ciudad cercana a Cuito Cuanavale.
Los efectivos cubanos enviados —junto con soldados angolanos y namibios— enfrentaron los más cruentos ataques por parte de las fuerzas sudafricanas en su intento por tomar el poblado. Durante los meses de enero, febrero y marzo de 1988, se desarrollaron los combates decisivos que definieron el destino de Cuito Cuanavale.
Para el 23 de marzo las líneas defensivas se habían reajustado como parte de la estrategia trazada por el Comandante en Jefe Fidel Castro. Este sería el escenario del último combate a gran escala.
Después de esa fecha, las fuerzas enemigas continuarían atacando aisladamente, pero no realizarían otro intento por tomar el poblado. El valor demostrado por la coalición angolano-cubana logró que los sudafricanos y la Unita desistieran de su empeño.
Memorias de una batalla
«Restablecimos toda la situación que había en la ciudad de Cuito. Frenamos a los sudafricanos allí», asegura Rodolfo Puentes Ferro. Por su parte Risquet afirma: «A partir de ese momento no volvieron a atacar con fuerza. Nuestro avance fue entonces por el oeste hacia la frontera con Namibia».
La participación de los soldados cubanos en las acciones combativas que condujeron a la victoria marcó un hito para el continente africano. Su presencia ha quedado como una contribución excepcional en la historia del internacionalismo.
«Siempre estuvimos seguros de las tropas cubanas. Estábamos bien preparados y quedó demostrado», explica Juan Seguí, fotorreportero de guerra durante el conflicto.
«Cuito es un momento histórico, eso nadie lo puede negar. La guerra la ganaron los cubanos, los angolanos, Namibia y Nelson Mandela en la cárcel, dando un gran ejemplo. La guerra la ganaron todos», asegura César Gómez Chacón, corresponsal de prensa.
«Es un símbolo para nuestra juventud, el pueblo cubano y los pueblos africanos», afirma Rodolfo Puentes Ferro.
«Cuito Cuanavale fue un bastión —recuerda el general de brigada (r) Miguel A. Lorente León—. Sin embargo, en conjunto, la operación estratégica liberó al África, a Namibia, evitó que los sudafricanos intentaran ocupar Angola nuevamente y creó las condiciones para que un hombre de la talla de Nelson Mandela fuera presidente de Sudáfrica».
Era demasiado lo que estaba en juego
«Una derrota allí ponía en riesgo la Revolución. Todos esos años nos estuvimos jugando allí nuestro propio proceso. Aquí no podían vencernos. A nosotros solo podían derrotarnos allá en Angola. Era demasiado lo que estaba en juego, mucho más de lo que algunos puedan imaginarse». Fidel Castro Ruz. Entrevista con el periodista francés Ignacio Ramonet.
Tremenda fuerza
«Nuestras fuerzas avanzaron hacia el sur por el oeste, en número y con medios suficientes para cumplir su misión. Bastaron unos cuantos choques de la exploración, y el golpe aéreo contundente sobre sus posiciones en Calueque para que los sudafricanos se dieran cuenta de la tremenda fuerza que tenían delante, y este cambio en la correlación de fuerzas fue lo que abrió el camino de las negociaciones». Fidel Castro Ruz, discurso pronunciado el 5 de diciembre de 1988.
Viraje en la lucha para liberar al continente africano
«Cuito Cuanavale marca el viraje en la lucha para liberar al continente africano y a nuestro país del azote del apartheid (…) la derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale dio la posibilidad a Angola de disfrutar de la paz y consolidar su propia soberanía (…) le permitió al pueblo combatiente de Namibia alcanzar finalmente su independencia (…) sirvió de inspiración al pueblo combatiente de Sudáfrica». Nelson Mandela, declaraciones ofrecidas en 1991.
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