Señor Presidente:
El señor Godard ha venido a repetir de manera goebbeliana el mismo cuento que hace cada año a esta Asamblea, lo mismo para defender la política de Bush que la del presidente Obama.
No se convertirá en verdad por mucho que lo repita. Solo cuatro párrafos de los que ha leído hoy no fueron tomados casi textualmente del discurso del año pasado. El señor Godard se repite. Lo que no cambia es el bloqueo, una pieza de la guerra fría.
Miente cuando afirma respetar el derecho de los cubanos a decidir libremente su futuro. Estamos aquí porque el gobierno de Estados Unidos ha intentado imponer sus designios a Cuba durante un siglo desde que en 1901 impuso la Enmienda Platt mediante una ocupación militar que le daba el derecho a intervenir en nuestro país y a ocupar la Base Naval de Guantánamo, que todavía usurpa.
Estamos aquí porque el pueblo cubano ha defendido su derecho a la autodeterminación y a la independencia con su propia sangre en Playa Girón y ante la amenaza de un holocausto nuclear en la Crisis de Octubre o Crisis de los Misiles.
Nadie cree que al gobierno de Estados Unidos le interesa la libertad del pueblo cubano después que la mancilló durante medio siglo y respaldó sangrientas dictaduras en Cuba y en toda la región. Lo que quiere en Cuba es un gobierno dócil a sus intereses y eso no lo va a tener.
El pueblo cubano conquistó por sí solo su libertad y ejerce resueltamente su autodeterminación. Lo demostró en la discusión popular de la política económica y social y en las elecciones en curso; nomina a sus candidatos, los vota masivamente y los revoca cuando considera. No hay en Cuba “intereses especiales”, ni corrupción o politiquería, ni se gastan 3 000 millones de dólares en una campaña presidencial y senatorial, ni Cuba es una plutocracia en la que el 1% impone sus intereses.
Haríase bien en escuchar al pueblo estadounidense y respetar su derecho a decidir; escuchar al pueblo, que es el 90% de los ciudadanos y no el puñado de ricos que se beneficia de este sistema.
Escuchen a los que quieren ocupar Walt Street, en vez de salvar a los banqueros que reciben bonos escandalosos.
Dejen de reprimir brutalmente las manifestaciones de los “Ocupa Walt Street” y cesen los arrestos masivos de manifestantes pacíficos. Paren el acoso a los inmigrantes y a las minorías.
Repito que el bloqueo es un acto de genocidio. Noto, señor Godard, que esta vez no lo rechazó.
Hay que ser cínicos para hablar de derechos humanos, de libertad, de prosperidad y bienestar del pueblo cubano después de escuchar los ejemplos que mencioné sobre el daño del bloqueo a la niñez de mi país.
Dejen de gastar el dinero de los trabajadores honrados, que pagan impuestos, para pagar a mercenarios y agentes. Eliminen el presupuesto público cuatrienal de más de 196 millones de dólares para fabricar supuestos disidentes. El señor Godard, que fue por años jefe de la Oficina del Coordinador de Asuntos Cubanos en Miami sabe bien de lo que hablamos.
El gobierno norteamericano no tiene ninguna autoridad moral para hablar de derechos humanos. Además de un deplorable récord histórico de agresiones militares y golpes de Estado, ha causado decenas de miles de desaparecidos, asesinados y torturados. Es responsable de decenas o cientos de ejecuciones extrajudiciales, de torturas, secuestros de personas, vuelos secretos, cárceles secretas y del campo de concentración en Guantánamo.
Si creen que necesitamos el bloqueo como pretexto, quiten el pretexto, pruébenlo.
Si el gobierno norteamericano quiere propiciar compras agrícolas cubanas, eliminen las restricciones a las ventas discriminatorias, permitan créditos privados, acepten las normas del comercio internacional, autoricen el uso de barcos de otros países y no los penalicen durante seis meses; permitan exportaciones cubanas en contrapartida a las compras de alimentos, que han disminuido drásticamente debido a esas condiciones que el gobierno norteamericano impone a los productores y que han llevado a nuestros importadores a buscar mejores mercados.
¿Quieren abogar por el libre flujo de información? Levanten el bloqueo en el sector de las telecomunicaciones; permitan la conexión cubana a los cables submarinos para acceder a Internet; eliminen las trasmisiones ilegales y subversivas de radio y televisión; autoricen la adquisición de software norteamericano y la formación de especialistas; eliminen las restricciones informáticas y permitan el uso de los servicios que brindan sus soportes tecnológicos y que se prohíben a Cuba.
¿Desean más intercambios y contacto “pueblo a pueblo”?. Respeten el derecho constitucional y la libertad de sus ciudadanos de viajar a Cuba como viajan a cualquier otro país, incluso en tiempo de guerra.
Dejen de restringir el otorgamiento de licencias, acepten que pasear, escuchar música y bailar música cubana no es un crimen y puede ser parte de los programas de las agencias de viajes.
¿Desean mejor educación de los jóvenes? Autoricen programas de cooperación e intercambio entre universidades que incluyan becas en todos los dominios de la ciencia y la tecnología. Cesen el uso subversivo e ilegal de los cursos que imparte la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Dejen de obstaculizar la cooperación médica internacional.
El Delegado de Estados Unidos miente cuando afirma que su país es uno de los principales donantes de ayuda humanitaria a Cuba. Usa datos falsos que incluyen los millones de dólares que la USAID usa para subvertir el orden constitucional en mi país; los montos por licencias comerciales que no se materializan y las pequeñas, pero sentidas y generosas, donaciones que las organizaciones no gubernamentales, en desafío a la política de su gobierno, sobrepasando enormes obstáculos, hacen llegar a Cuba.
Los emigrados cubanos, como otros, ahorran sus remesas con duro trabajo; no son estas “ayudas” humanitarias del gobierno norteamericano.
El señor Alan Gross fue sancionado en debido proceso por realizar operaciones encubiertas, pagado por el gobierno de Estados Unidos, con el empleo de tecnología no comercial, contra el orden constitucional cubano. Son actos previstos y sancionados también por las leyes norteamericanas. Miente el señor Godard cuando dice que ayudaba a la comunidad judía a conectarse a Internet.
El gobierno norteamericano es responsable de la situación del señor Gross y podría empezar por sentarse a hablar seriamente con el gobierno cubano sobre su caso.
El presidente Obama tiene la oportunidad de hacer la diferencia y pasar a la historia modificando una política enferma, que no ha funcionado durante 50 años y provoca daños humanitarios y violaciones a los derechos humanos.
¡Ojalá entonces pueda venir alguna vez el señor Godard a esta Asamblea para decir que algo ha cambiado!
Muchas gracias.