Programa de educación sexual. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
La actualización del Programa de educación sexual y la elaboración de orientaciones metodológicas para los docentes forma parte del empeño de formar en nuestros jóvenes una conducta responsable ante su salud y la de su entorno.
La Doctora María Antonia Torres Cueto, jefa del Departamento de Salud Escolar del Ministerio de Educación, explicó que ese Programa se elaboró hace 30 años, por lo cual era preciso actualizarlo.
«Con ello estamos cumpliendo también con la Declaratoria de los Ministros de Salud y Educación de América Latina y el Caribe, que se aprobó en agosto de 2008, en la cual se establece que todos los países tienen que instituir programas de educación sexual y de prevención del VIH-sida».
La especialista precisó que la educación de la sexualidad en nuestro país se trabaja desde las primeras edades, como parte de la formación de la personalidad.
«No es solo la educación sexual desde el punto de vista de las relaciones coitales —puntualizó—, sino también del respeto a la igualdad de género y a los derechos sexuales. Por ello se trabaja desde el juego de roles en los círculos infantiles, donde se combaten, por ejemplo, actitudes machistas: ¿Por qué el niño no puede jugar a las muñecas, o planchar, si cuando sea hombre tiene que compartir en el hogar las tareas domésticas?», destacó.
Además, la doctora María Antonia señaló que Cuba no escapa a la pandemia del VIH-sida, y la prevención tiene su base en el desarrollo de una conducta sexual responsable.
«El uso del condón, para evitar infecciones de transmisión sexual y el embarazo temprano se conforma a partir de educar en una sexualidad responsable. Para ello hay que tener en cuenta el desarrollo de cualidades muy importantes de la personalidad, como la toma de decisiones.
«Cuando a una muchacha la educamos en estos valores de autoestima, ante la presión de un varón para tener una relación coital, incluso desprotegida, se impone su sentido de la responsabilidad.
«No se trata solo de enseñar los conocimientos en la escuela, sino de lograr actitudes que son realmente complejas, y que alcanzaremos desde el ejemplo personal del maestro, de la familia, del entorno escolar y de toda la sociedad. Sin esa unidad de pensamiento y acción no tendrá éxito la labor educativa».