Rueda de la Secundaria Básica Experimental José Martí. Todos se parecen bailando. Saben que la cámara está lista para hacer suya la imagen más grandilocuente y se han esmerado. Franklyn, nuestro fotógrafo, les advirtió que el tiempo apremiaba y lo hizo con voz grave, como quien sabe que estos muchachos al menor descuido arman la jarana, y les sobra adrenalina para ensayar la noche entera.
«Danzar para ellos más que competir es sinónimo de diversión, de relajamiento. A veces ni sé cómo se las arreglan para destacarse en las competencias. Cuando les decimos que van a hacer papelazos y les recordamos ruedas de renombre, nos dicen que confiemos en las tantas horas de ensayo a las que se someten», explica Alexander Fernández, instructor de arte de la Secundaria Básica Experimental José Martí.
Yanet Sánchez, directora de ese centro, alaba la paciencia de sus instructores y los califica como «sangre que mueve el corazón». Considera que ellos de manera especial han contribuido a las transformaciones del currículo escolar que como centro de referencia llevan adelante.
«Esos jóvenes, con sus cantos, obras de teatro, danzas y demás manifestaciones artísticas se han puesto a la altura de las funciones encomendadas por el Comandante en Jefe a este centro, cuando lo reinauguró el 6 de septiembre de 2002, al calor de la Batalla de Ideas», añadió.
No todos bailan en la José Martí. Hay quienes prefieren ser espectadores y dar aliento con sus aplausos.
Kendra William es una de las que miran la rueda y se siente entre los bailadores. De vez en cuando se mueve al compás del número De aquí pa´l cielo, de Los Ángeles de La Habana, que es el tema musical elegido en esta oportunidad.
«Este baile expresa que somos seres sensuales y sensibles. Que derramamos gracia al ejercer cada movimiento. Que vivimos cuando emprendemos cada paso.
«Otros ritmos han querido robarle protagonismo al casino y no han podido. Ahora con el proyecto de las ruedas de casino que promueven el Ministerio de Cultura y los instructores de arte, menos podrán», considera.
«Ese toque artístico que hace a las personas más felices y seguras necesitaba de empuje. Por suerte, el Comandante en Jefe, que ve más allá del tiempo, tuvo la idea de crear escuelas para formar instructores de arte y concebir su presencia en nuestros centros como parte del alma de la enseñanza».
Los instructores de arte han puesto el tabloncillo, el caballete y la pista al alcance de los estudiantes y la comunidad, considera Mara. Así reflexiona Mara Olivé, profesora de la Secundaria Básica Experimental José Martí, en el municipio de La Habana Vieja. Su experiencia abarca 44 intensos años en función de educar y explorar el mundo de los jóvenes.
«No hay cabida para el tiempo infértil desde que contamos con los talleres de apreciación y de creación, impartidos por los instructores de arte. Muchachos que no se destacaban en la docencia se ven motivados por la plástica, la danza, el teatro y la música, y encuentran un espacio para que se les reconozca», agrega.
«Eso trae efectos gratificantes para el completamiento de la personalidad de los adolescentes, que a veces se retrotraen porque no encuentran lugar sano donde proyectarse».
Mara ya no solo enseña fórmulas físicas y resuelve teoremas; también imparte como toda una profesora general integral (PGI) otras asignaturas. Lamenta no haberse identificado mucho antes con los análisis sintácticos y la interpretación de textos.
A esa misión adiciona las visitas a los hogares de sus alumnos para saber cómo son sus vínculos humanos y si existe vacío de motivaciones en sus vidas.
Por eso con más razón aplaude el desarrollo del gusto estético mediante la apreciación y la creación artística en su escuela, situada en una de las zonas más convulsas de la capital.
EMISARIOS DE LA AUTENTICIDADAlexander es instructor de Teatro, pero contribuye a la consolidación de la rueda de casino. «Estamos todavía con el polvo del camino. Cualquiera diría que agotados, pero esa no es la palabra, porque cuando bailamos nos llenamos de entusiasmo y podemos realizar muchas cosas que demandan de voluntad. Relajados de tanta euforia: ese es el término exacto», sostiene Alexander Fernández.
Horas antes los estudiantes aficionados de este centro lo acompañaron hasta el municipio de Bejucal, en la vecina provincia de La Habana, donde actuaron en un encuentro de PGI de las escuelas en el campo.
Alexander enseña Teatro; pero las ruedas de casino, más que de moda, están conquistando el lugar que les pertenece; sitio amenazado por la seudocultura y el abuso de ritmos foráneos, que generalmente proponen temas de facturas baladíes y movimientos extravagantes que sepultan la elegancia de los cubanos en la pista.
Por eso junto con Lucía Ramos, quien imparte canto, ayudan en los ensayos a Yanisleydis Guerra, la instructora de Danza de este plantel.
Para Yanisleydis es importante que los instructores de arte continúen los estudios universitarios. «Soy muy feliz», dice Yanisleydis sin que medie pregunta alguna. Solo cuando escucho su historia entiendo la necesidad de revelar que está agradecida de la vida, la Revolución y sus compañeros de estudio y trabajo.
«Mucho antes de llegar aquí sabíamos que la escuela es el centro cultural más importante de la comunidad. Tan así es que para nosotros el horario depende de las urgencias y las necesidades de los estudiantes y el entorno donde estamos enclavados. A veces siento que ese compromiso... por ahora me queda grande. Pero continúo y pienso que otras muchachas han podido.
«De los tres instructores de este centro la más complicada soy yo; tengo un niño pequeñito que en más de una ocasión me hizo dudar si continuaba o no los estudios. Gracias a mi mamá, que me ayuda a cuidarlo, y a mis compañeros, especialmente Alexander quien siempre me apoyó con las asignaturas, no abandoné la carrera y me gradué.
«Tenemos la universidad como reto, y no voy a desestimar el desafío. Para darme aliento pienso en mi hijo; en mis alumnos, que necesitan una profesora que, además de enseñarlos a bailar, conozca sobre las artes y otros temas que un pedagogo debe incorporar a su cultura», precisa Yanisleydis.
ANIVERSARIO A RITMO DE CASINOKenia García, responsable de la esfera cultural del Secretariado Nacional de la FEEM, informó a JR que el 31 de marzo se darán cita las 45 ruedas de casino más destacadas del país en la Plaza de la Revolución José Martí.
«Con esa actividad vamos a saludar el aniversario 45 de la UJC. Estarán representados los pioneros de quinto a noveno grados y los estudiantes de la FEEM y la FEU. Participarán, además, otras organizaciones como la FMC, la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, tecnólogos de la Salud y los PGI».
Para asistir a la presentación, la dirigente estudiantil precisó que previamente, en los festivales provinciales celebrados en distintos territorios, como Ciudad de La Habana, Las Tunas y Holguín, los concursantes demostraron en buena lid que el baile es una expresión liberadora, que al practicarse de manera colectiva, como en las ruedas de casino, consolida las relaciones interpersonales y socializa tanto a los protagonistas como a los espectadores.
«Bailar es soñar con los pies». Lo dijo Joaquín Sabina en una de sus canciones y parece ser cierto. El casino se inserta en la recreación de los jóvenes como un placer que extasía y preserva una cultura que se distingue en el mundo por sus ritmos llenos de sabor y códigos muy nuestros.