Acuse de recibo
Como cada período, esta columna de todos maneja estadísticas y variables para caracterizar la voluntad de las instituciones estatales de responder, clarificar y solucionar los planteamientos y quejas de nuestros lectores, esta vez ante lo publicado entre el 16 de abril y el 15 de octubre de 2010.
El 83 por ciento de las denuncias reflejadas en este lapso fueron respondidas por los organismos aludidos. En ese número continuamos detenidos desde el análisis antecesor —del 16 de octubre de 2009 al 15 de abril de 2010—, luego de haber alcanzado cifras que superan el 87 por ciento en etapas anteriores.
Es significativo que, cuando el país transita hacia importantes cambios económicos y sociales, que requieren de rigor y de mucho esclarecimiento y voluntad de clarificarlo todo, haya todavía instituciones y organismos que se desentiendan de las temperaturas, estados de ánimo y problemas de la ciudadanía. En la tabla adjunta, nuestros lectores pueden distinguirlos muy bien.
El tema más recurrente sigue siendo el de la vivienda (18,6 por ciento de las cartas recibidas), no solo en cuanto al déficit habitacional, sino a los muchos laberintos burocráticos en la institución, objetivos truncos en las ejecuciones, y malos manejos. Le siguen graves problemas de calidad en los servicios, violaciones laborales y conflictos con los recursos humanos en las entidades, a más de inquietudes sobre la asistencia social; irregularidades con los servicios hidráulicos y el alcantarillado, deficiencias en la atención de la salud y dificultades con medicamentos, entre muchos otros.
Las cinco provincias que más cartas tributaron fueron Ciudad de La Habana (46,3 por ciento), Villa Clara (6,6 por ciento), Holguín (5,4 por ciento), Camagüey (5 por ciento) y Matanzas (4,9 por ciento). Y los cinco municipios con más correspondencia: Plaza (3,7 por ciento), 10 de Octubre (3,5 por ciento), La Habana del Este (3,2 por ciento), Centro Habana (3,1 por ciento) y Cerro (2,6 por ciento).
Del total de respuestas recibidas, en el 49 por ciento de los casos se resolvió lo planteado por el lector después de revelado en esta columna. En un 6,7 por ciento se anuncia la solución con un plazo específico de cumplimiento, y en un 35,8 lo anticipan por igual, pero sin precisar fecha.
Solo un 5,9 por ciento de las quejas planteadas no proceden, y eso dice mucho: que el 94,1 de las historias remitidas por nuestros lectores no han tenido un desenlace feliz ni atención requerida antes de revelarse en esta sección.
En cuanto a las medidas tomadas con los responsables de lo denunciado, solo el 17 por ciento de las respuestas las especifican. Y referente a las causas o motivos de los males que se han denunciado, el 72 por ciento de las respuestas de una u otra forma los identifica.
Siguen careciendo muchas respuestas de enfoques integrales y profundos, que permitan identificar las tendencias que están detrás de los sucesos. Abundan todavía las reacciones de curita con mercurocromo, las omisiones y elusiones para supuestamente salir mejor parados, y la falta de la transparencia con que se debe reaccionar y rendir cuentas ante la ciudadanía.
Desde este observatorio de las dinámicas cotidianas que nos llegan, uno se pregunta hasta cuándo van a descubrirse los problemas cuando se revelan públicamente en la prensa. Entonces, vienen las sanciones: desde amonestaciones y regañitos, hasta expulsiones y separaciones de los comisores. Siempre quedan gravitando las interrogantes: ¿Por qué se llegó hasta ahí? ¿Qué hay con quienes debían controlar, quienes muchas veces son los que responden?
Aunque se han registrado avances sustanciales en no pocas instituciones, uno percibe que aún muchas otras nos ven como un molesto y atravesado acreedor de respuestas y esclarecimientos, y no como un aliado en el mejoramiento del funcionamiento del país y de la vida de nuestros ciudadanos. Aun así, seguimos adelante.