El cariño materno hace que en el cerebro de los bebés se active más cantidad de la proteína NPYR, esencial para controlar el metabolismo y las emociones a lo largo de la vida, según demostró un equipo de las universidades italianas de Turín y Parma, y el Instituto Max Planck, de Alemania, quienes estudian la importancia del ambiente familiar durante los primeros meses de vida.
El estudio, publicado en la Revista de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, probó que las ratonas afectuosas tenían crías más tranquilas y con un peso corporal adecuado, gracias a una mejor expresión en su sistema límbico del neuropéptido Y, molécula que activa a la proteína NPYR. En cambio, los ratoncitos poco atendidos crecían ansiosos y con desajustes energéticos, similar comportamiento al de animales adultos previamente modificados para privarlos del gen que produce esa proteína.