BAYAMO, Granma.- Ahora mismo es difícil saber cuántas urgencias y dramas nos ha dejado Melissa. En la madrugada anterior, por ejemplo, leía este mensaje y un viento helado me subía desde el estómago:
«Urgente, ayudaaaa, compartan por favor, hay 50 personas en la azotea del consultorio de la Jatía, en Jiguaní, atrapadas allí, y ya no aguantan más».
Luego supe, antes de que llegara la mañana, que eran unas 70 y las habían rescatado con inmensas tensiones. ¡Cuánto desespero el de los cercados por las aguas, cuánta fuerza testicular la de los rescatistas!
Debe ser horrible para cualquier ser humano verse en una diminuta isla, con el agua a la cintura, al pecho, a los hombros... imaginando el final.
Horas después las redes traían noticias de otros rescates, incluyendo uno en Los Haticos (Cauto Cristo), en el que fueron sacadas de los tentáculos de las aguas 56 personas, incluyendo seis niños. Uno imagina sus miradas, crecidas con el susto; sus manos en temblor... y es imposible no pensar en nuestros hijos o en los niños de cualquier parte del mundo, que jamás deberían pasar por tamañas tragedias.
En menos de 48 horas se habían realizado solo en Granma 38 rescates, salvadores de 385 almas.
No son simples cifras, son historias de preocupación y angustia, de llamadas corriendo y coordinaciones, de vidas en un hilo, de un alivio tremendo cuando llega el auxilio.
Y son, cabe decirlo, historias que se repiten de otros temporales porque "aquí nunca había llegado el río" o porque "no quisieron evacuarse", o porque "no es fácil dejar la casa sola despues de tanto sudor y sacrificio".
Al final, deberían ser lecciones para unos y otros; deberían ser experiencias no para ganar "likes" priorizando culpas, sino para escribirle, primero, un verso al abrazo entre el rescatador y el que fue salvado de las corrientes.o
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