I.C.: ¿Qué herramientas tenemos para defendernos cuando las mujeres sufrimos violencia sicológica? Me he dado cuenta de que es peor que la violencia física porque lacera el alma y la mente, a tal punto que se cree en lo que dice quien te ataca. ¿Qué se puede hacer cuando una mujer desea abandonar una relación pero su pareja no sale del domicilio, del cual no es dueño? ¿Cómo lograr esa separación que parece imposible?
Un recurso sería pedir ayuda a la familia o instituciones especializadas, como las Casas de Orientación a la Mujer, los bufetes colectivos, la Policía, la Fiscalía. Aun así resulta imprescindible acompañarse de asistencia sicológica, que puede encontrar también en el equipo de salud de su barrio.
A veces somos las primeras que nos lastimamos cuando sentimos lástima por el victimario, le damos la razón, creemos en su amor, sentimos satisfacciones en ese vínculo que no queremos perder. También, sin darnos cuenta, atacamos al otro cuando lo subestimamos, le retiramos la palabra, destapamos sus heridas más íntimas del peor modo. Asimismo, la sumisión excesiva, el deseo de complacer sin límites y la ausencia de reglas claras contribuyen a alimentar vínculos recíprocamente lacerantes.
Detrás de cada acto de degradación, rechazo, insensibilidad, exigencia excesiva e hipercrítica que aceptamos, hay una razón subjetiva. Es preciso identificar esos lazos que nos atan hasta la asfixia para decidir cómo actuar de forma diferente, separarse de ideas, creencias, modos de encontrar satisfacciones que viven en nosotras y resultan terreno fértil para esa violencia que tanto nos lastima.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología Clínica