Las pesadillas son también fruto de nuestra subjetividad. Eso que odias es al mismo tiempo lo que hoy sostienes y alimentas.
N.: Mantengo una relación de dos años, pero no tengo todavía la seguridad de ser feliz. Lo quiero y lo odio; lo celo, pero no lo puedo dejar. No sé qué me pasa, pues no es mi primera relación, pero sí es mi primera pesadilla. No encuentro una salida porque él me exige y me cela.Tengo 27 años.
No puedes dejar lo entrañable que hoy te satisface de esa relación. Las pesadillas son también fruto de nuestra subjetividad. Eso que odias es al mismo tiempo lo que hoy sostienes y alimentas. ¿Cómo lo haces? ¿Por qué? ¿De qué te sirve? Son algunas interrogantes para comenzar un análisis que te lleve a pasar de la queja al cambio.
Exigencias y celos parecen ser los protagonistas de este vínculo. Sin embargo, muchas veces son formas de evadir otras problemáticas de la relación. En cada lazo humano persiste el desencuentro junto a cada logro.
El problema es que no siempre se encuentra el mejor modo de lidiar con el pesar de estas situaciones. Entretanto, se puede dar lugar a múltiples estrategias, más o menos funcionales para la pareja, como son: depositar la responsabilidad en el otro, aumentar las exigencias, ir a la búsqueda de otras conquistas o suponer la existencia de un tercero y condenarse a celar, y pelear aunque sea por asuntos triviales, entre otras.
Cuando el sueño amoroso deviene pesadilla, se recomienda detenerse a identificar lo que en verdad representa un problema para uno mismo. Sería pertinente consultar a un sicólogo hasta comprender qué es lo que te mantiene enlazada a esta relación y hace de ella una pesadilla que no puedes dejar.
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