M. I.: Mi esposo ha terminado con nuestra relación de casi dos años, por mi comportamiento. Fue muy intensa y todavía estamos muy enamorados. Reconozco que tengo un carácter muy fuerte. No me cree cuando digo que puedo cambiar, aunque le estoy hablando con el corazón, porque quiero recuperar la relación. No sé si debo dejar que pase el tiempo y me resigne a la separación o seguir luchando por la misma sin ser tan insistente o cansona. También quiero darme mi lugar como mujer. Tengo 23 años.
No está mal que luches por tu amor, si comprendes que el vínculo se sostiene cuando ambos consienten. Por otra parte, acude al sicólogo si en verdad crees que tu carácter es tan fuerte y problemático.
En las relaciones amorosas siempre existe cierto desajuste entre lo que se espera y lo que se encuentra. Mantener el lazo exige invenciones; es decir, nuevas formas de lidiar con lo insoportable a cambio de los placeres que se experimentan. Luego del momento inicial de idealización propio de los enamorados, se encuentran razones para terminar. Es ahí donde habrá que elegir si amar o claudicar. En el caso de que tu compañero en verdad haya elegido retirarse, poco podrás lograr. Si eres tú quien decide luchar a pesar de su renuncia, puedes hacerlo hasta que sus respuestas te indiquen que ha llegado el momento de la resignación.
En cuanto a tu carácter, debes advertir que no resulta fácil cambiar los mecanismos que tanto nos han servido en la vida. Querer recuperar la relación «de corazón» no es una garantía de que podrás desprenderte de tus defensas. No obstante, podrías darte la oportunidad de limitar tus excesos. Para eso es recomendable consultar un sicólogo con más detenimiento.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica
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