Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Pregunte sin pena

Autor:

Mariela Rodríguez Méndez

P.H: Estoy en una relación de tres años, con una buena muchacha. Antes de ella tuve otra por cuatro años, de la cual no salí muy bien porque fui engañado. Esto me provocó algunos problemas de confianza en mí mismo y las personas que me rodean. Siento que todavía no me he recuperado y que esto puede afectar mi noviazgo actual. Me he hecho intolerante a las mentiras aunque sean pequeñas. ¿Puede usted mostrarme las herramientas para intentar recuperarme? Tengo 26 años.

El criterio de recuperación no ha de ser tornarse tolerante al engaño. Las mentiras pueden entrañar verdades. La cuestión no es tan simple como para que la solución sea tolerar sin más análisis. Un engaño puede mostrarnos, por ejemplo, que la otra persona no se siente cómoda para confesarnos algo, que no tiene suficiente compromiso para cumplir con lo acordado, que tiene una perspectiva diferente de determinado asunto, etc. A veces hay que analizar más esas mentiras que parecen pequeñas porque entrañan otras verdades que no deben ser ignoradas.

La tolerancia acrítica como la furia desenfrenada suelen ignorar lo que está en juego cuando el engaño se torna mecanismo para afrontar los desencuentros propios de la vida en pareja. Por eso, resulta más conveniente comprender lo que una mentira expresa de la verdad del otro y de la nuestra.

En vías de la recuperación podrías intentar comprender por qué tus compañeras terminan acudiendo a ellas para decirte sus otras verdades. Si después de cuatro años comienzas a sentirte especialmente inseguro, quizás debas intentar analizar qué pasa ahora con la relación.

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