A.F.: Estoy con mi esposo desde los 12 años, cuando él tenía 20. Fue un gran amor, pero una década después hemos caído en la rutina hasta separarnos en más de una ocasión. Volvemos porque nos queremos mucho y tenemos proyectos juntos; sin embargo, retornamos al mismo punto. A veces creo que ya no lo amo y estoy con él por nuestra historia y temor a la soledad. En estos días, estoy regresando muy tarde del trabajo, sin ganas de nada y él tampoco entiende que a veces quiera ir sola a actividades que son sin acompañantes. Él dice que se siente igual que yo, pero no sabe cuál es la solución.
El hecho es que ni se separan ni retornan. De manera que por ahora estas no son sus alternativas de solución. Al parecer, ambos tienen ganas de algo diferente, aunque no logran definir bien qué será. En esos momentos de aburrida rutina lo nuevo puede encontrarse en los marcos de la relación, aunque no necesariamente.
Tal vez sea mejor dar lugar a las fantasías en torno a lo que les entusiasme y luego valorar si quieren compartir nuevos sueños para construir nuevas historias. Ya no eres la adolescente ni él el jovencito de hace diez años. La relación ha de cambiar junto a ustedes.
Los planes, la historia o la compañía pierden sentido si no avivan su deseo. Lo más importante ahora sería darte tiempo para formular qué quieres, ya sea a solas o en compañía, y analizar qué te sucede en verdad. Date tiempo para estos análisis, porque seguramente contribuyes sin saberlo a esta rutina agobiante. Si lo necesitas, no dudes en consultar un profesional. Recuerda que tus vivencias son un buen indicador de la pertinencia de tus decisiones.