S. A.: Mi novio y yo llevamos dos años de relación. Nos conocimos en la Universidad, pero somos de diferentes provincias y llegó la hora de irse. Traté de dejarlo por miedo a que se olvidara de mí y siempre se negó, porque me quería mucho. Seguimos enamorados, pero el pasado lunes me dijo que era mejor terminar porque no quería hacerme sufrir con sus problemas y ya no me atiende como merezco. Me niego porque nos prometimos luchar por lo que sentimos y quiero estar a su lado. No creo que la solución sea dejarlo si él se negó cuando le pedí lo mismo. Tengo 24 años y él 27.
Continuar el debate entre seguir o no es insuficiente. Parecen tener claros sus sentimientos. Sin embargo no han precisado ninguna estrategia para defenderlos en el futuro. Incluso ahora quieres estar a su lado, pero este acompañarlo se circunscribe a lo espiritual, porque siguen en distantes geografías. Pareciera que están resistiéndose a pensar las renuncias que harán en pos de construir un proyecto de vida en común que permita realizar su amor.
La falta de ese proyecto amoroso de cara al futuro podría llevar a la ruptura definitiva. Es cierto que las dificultades económicas impiden, más de una vez, sustentar materialmente proyectos amorosos, pero ello no ha imposibilitado generar alternativas a muchas parejas para luchar por sus sentimientos.
Tal vez lo primero que tendrían que cuestionarse es esa insistencia en proponer la separación ante las dificultades, en lugar de generar ideas para sondear obstáculos.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista.