J. E.: Llevo una relación con un hombre casado y cada día me siento más atada a él. Lo malo es que tengo casi 40 años y dos niñas que van creciendo. No sé cómo controlar la situación, la vida se me enreda cada día más y ya necesito una compañía que él no es capaz de ofrecer, pues no da señales de querer dejar a su esposa. Por otro lado, tengo miedo de no encontrar en otro el cariño, la ternura y pasión que encuentro en él. Siempre hay hombres dispuestos, pero no me atrevo a cambiar el rumbo de mi vida, aunque sé que lo estoy necesitando.
Ustedes tienen el goce del encuentro, pero renuncian al reto que implica una relación donde quizá la satisfacción tropiece con los obstáculos de la vida en pareja. Tal vez lo ofrecido por este hombre es lo que quieres para ti, prescindiendo del compromiso con otros disponibles y con él mismo. Encuentras cariño, ternura y pasión a cambio de admitir su elección comprometida con otra mujer.
Dices que ya vas necesitando otra cosa y valdría pensar qué puede estar sucediendo últimamente que cambió tu posición, de disponible a aspirante de otra cosa. Al parecer ya no te basta lo que antes fue suficiente. El problema pudiera radicar en que la estabilidad de la relación dependa de que aceptes el lugar de amante conforme.
Hay decisiones que guardan estrecha relación con lo que eres más allá de todo ideal. No existe la elección perfecta. ¿Cuál es la tuya? ¿Qué satisfacción prefieres? ¿Qué dolor aceptas? ¿Qué destino sueñas más allá de tus 40 años?
A veces se requiere analizar con un profesional para definir el camino. No descartes esa alternativa, aunque es posible que ya tengas elementos para decidir.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista