A.R.: Soy homosexual. Hace un mes conocí un chico que me pidió comenzar una relación. Empezó a decir que me quería y demás. Me fui enamorando y a las dos semanas opinó que yo iba muy rápido. Al mes concluyó que no quería una relación y confesó que lo sabía desde un principio. Entonces me pregunto: ¿Quién está mal? ¿Por qué me ha pasado casi lo mismo varias veces? Tengo 25 años.
Si te ha sucedido lo mismo debes buscar cómo contribuyes a tu suerte. No solo los otros se comportan de un modo repetitivo; tú también, y eso condiciona tu vida. Una relación de pareja es un proceso constante de encuentros y desencuentros, correcciones y ajustes. Escuchar y observar, así como tomar una postura más activa en cada momento, son aspectos que debes tener en cuenta.
Se destacan elementos en tu historia dignos de análisis. Primero dejas que la otra persona tome las riendas de la relación: él decidió cuándo empezar, frenar y concluir. Luego te habla de no ir tan rápido y continúas sin indagar sobre ese planteamiento divergente con el discurso anterior. Es como si te ubicases en una posición de objeto del otro, sin querer darte cuenta de ninguna situación contradictoria a la deseable.
Cada uno de nosotros propicia su suerte, incluso sin saber cómo lo hace. Siempre es más productivo ese razonamiento que asumirnos víctimas, independientemente de quiénes sean nuestros compañeros de vida. Depositar en la homosexualidad la culpa de tu soledad no te ayudará. Está en ese grupo la persona que elegirás para disfrutar del amor.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/sida y psicoanalista