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¿Qué haces en la primera cita?

Las primeras citas son momentos especiales en todas las culturas, por lo general llenas de rituales y tradiciones acorde con los valores, creencias y formas en que las sociedades perciben el amor y las relaciones

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Nos vemos en la lluvia. Allí tendremos nuestra cita. 
JDuque.

Las primeras citas son momentos especiales en todas las culturas, por lo general llenas de rituales y tradiciones acorde con los valores, creencias y formas en que las sociedades perciben el amor y las relaciones.

Para algunas personas, este primer intercambio es más un hobby que una puerta a relaciones serias; por eso tratan de lucirse y sacar todo el provecho a la «inversión» de esa jornada, no importa si a la contraparte le gusta mucho o no.

Para otras es el momento de la exploración real, de aplicar filtros sicológicos, estudiados o intuitivos, además de poner a prueba los sentidos en la cercanía, más allá de la engañosa vista, y tomar impulso para ganar terreno erótico.

En cuanto al escenario, hay rituales típicos de cada región que ya pueden resultarnos familiares, porque internet ha ayudado mucho a socializar costumbres. 

En Japón, por ejemplo, las primeras citas a menudo ocurren en un izakaya: una taberna informal donde se comparten pequeños platos y bebidas. Este ambiente relajado facilita la conversación y permite que ambas personas se conozcan mejor sin la presión de un entorno demasiado formal ni el riesgo de una intimidad que resulte incómoda en pocos minutos.

En China, aún es tradición invitar a una sesión de té en una casa especializada, lo cual simboliza respeto y deseo de conocerse en profundidad, a pesar de la flexible modernidad.

También en India las primeras citas suelen ser discretas: un paseo por un parque o una reunión en lugares públicos, donde se pueda conversar, pero la privacidad no es completa. De ese modo se cuidan las normas sociales en un país con profundas raíces culturales, donde incluso un encuentro por interés propio suele ser un privilegio, porque aún muchas familias prefieren arreglar los matrimonios de sus descendientes y la «primera cita» ocurre bajo estricta observancia.

Nuevo amor en viejo mundo

Las citas francesas suelen dar relevancia a la conversación para conocer hábitos, más que obvios intereses, y por lo general transcurren en un café o bodegas que facilitan un servicio relajado y charlas íntimas.

En Italia suelen compartir un helado mientras pasean por las calles históricas o junto a monumentos emblemáticos, un ritual sencillo pero romántico, que pone énfasis en la importancia de disfrutar los placeres simples de la vida.

Los países eslavos, como Rusia, defienden la costumbre de llevar flores como un gesto de respeto y cortesía. Por lo general, los encuentros siguen un esquema formal, donde se valoran los modales de la invitada y la caballerosidad.

Al oeste y sur

Si viajamos a América, encontramos divertidos contrastes. En Brasil y otras naciones del sur, el baile ocupa un lugar central en muchas primeras citas. Una salida a un lugar donde se pueda disfrutar de samba o bossa nova no solo permite la conexión a través de la música, sino también fomenta la expresividad y el contacto físico.

El clásico ritual estadounidense es una cena y una tanda de cine (o al revés); así equilibran momentos de conversación durante la comida y una experiencia visual que puede servir de tema de discusión posterior, además de probar qué tal se sienten uno al lado del otro sin intimar directamente.

La idea del bar ruidoso o la discoteca no es para la cita de conocerse, sino para la conquista previa o para mostrarse al otro en estado desinhibido y dejar hablar al cuerpo sobre sus límites con el alcohol y la sensualidad del baile.

Por lo general, la experiencia culmina con un paseo relajante hasta el lugar donde vive o pernocta la parte «conquistada», y es en ese intervalo en que se conversa y valoran otros aspectos de una posible relación.

En Cuba, la imagen clásica de cita es la charla en el Malecón, si se trata de La Habana, y en bulevares, parques o discotecas en las demás provincias, sobre todo cuando no se conoce aún a la otra persona y no hay posibilidad o interés de gastar mucho para impresionarle.

Si ya hay una amistad previa o un intercambio intenso por redes sociales, es muy probable que uno de los dos invite al otro a su casa directamente para una comida familiar, seguida o antecedida por la charla… y quién sabe qué más.

La belleza natural de África inspira a muchas parejas a disfrutar al aire libre en su primera cita. Caminatas, picnics o, incluso, safaris ligeros son opciones populares que promueven la conexión con la naturaleza y entre las personas.

Hablamos de personas cuya cultura admite este primer intercambio voluntario, porque a millones de mujeres este «lujo» no les está permitido, y su entrega a un hombre puede ser parte de un negocio, un botín de guerra o el pago de deudas políticas o económicas, sin una pizca de amor.

Para quienes sí funciona, cada cultura y época aporta su singularidad, con códigos que condicionan esa primera impresión. Aunque los rituales varían, el objetivo común es crear un ambiente propicio para lograr una conexión especial.

Tema aparte son las citas a ciegas (convenidas mediante apps), doble cita y convenciones de solteros, que empiezan a abrirse paso en nuestro país, con sus riesgos y ventajas.

Y tú, ¿te atreves a contarnos tu mejor y tu peor primera cita? En Sexo sentido podemos armar una página con las anécdotas más divertidas.  

De las redes

Del espacio en las redes Rompiendo Cánones, tomamos estos llamados a la reflexión y el autocuidado femenino, titulado La belleza no es una obligación.

Nunca salir sin peinarte, maquillarte o hacerte las uñas: ¡Basta de reglas impuestas! La presión estética es una forma de violencia que afecta nuestra autoestima y salud mental.

Usar tacones y seguir cánones de belleza: Estas expectativas patriarcales limitan a las mujeres y perpetúan la desigualdad. No más sufrimiento por lucir «perfectas».

Violencia estética invisibilizada: Desde la infancia hasta la adultez, las mujeres enfrentan bullying y estereotipos que afectan su acceso a oportunidades.

La belleza como mecanismo de dominación: La industria cosmética y quirúrgica, controlada por hombres, convierte a las mujeres en consumidoras obsesivas de estándares inalcanzables.

Cada mujer es única: No hay un solo significado de ser mujer ni de ser bella. Ya sea con o sin maquillaje, cada decisión debe ser personal y libre.

No juzgues: La felicidad no se mide por el maquillaje o la ausencia de arrugas. Ser feminista es aceptar y apoyar las decisiones de cada mujer.

Si te gustó, te invitamos a visitar el sitio de la revista Mujeres mujeresfmc.blogspot.com, aliada en este afán de re-conocernos y aceptarnos como mujeres felices y diversas.

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