Ciertamente la infidelidad provoca enfado, desorientación, frustración, incluso duelo si marca el fin del vínculo entre quienes desean seguir juntos
Nunca discutas con alguien que se cree sus propias mentiras.
Anónimo
Un lector reaccionó a la página de la semana pasada: «¡Es muy duro ser traicionado! Aunque sepas que no es tu culpa. Aunque lo hagas lo mejor posible y busques comunicación y sinceridad. A mí me tomó por sorpresa. Ahora tengo pánico de empezar una relación y volver a salir perjudicado».
Ciertamente la infidelidad provoca enfado, desorientación, frustración, incluso duelo si marca el fin del vínculo entre quienes desean seguir juntos, decisión influenciada por el qué dirán, insistían en el debate de la peña de Senti2, y en especial para los hombres, porque nosotras tenemos cierto permiso social para soportar traiciones, aun cuando no dependamos materialmente de esa relación.
Entonces, ¿ya decidiste qué harías tú, en tu conciencia, sin presión familiar o de la comunidad? ¿Te sientes en condiciones de afrontar un diálogo y confirmar sospechas? Si es así, puedo contarte sobre las posibles señales de engaño, y remarco posibles, porque lo único definitivo es atraparlos in fraganti, y aún así no sale toda la verdad.
Incluso una confesión espontánea puede ser falsa, como una especie de abrelatas en modo muy perezoso, que busca dejarte a ti todo el trabajo de la ruptura, el dolor, las explicaciones... Y en ese caso lo mejor es dar gracias y partir porque ahí no es, como dice un meme muy popular.
Son solo gestos, actitudes, rutinas fuera de lo común, pero despiertan el más poderoso recurso humano: la intuición; esa que duerme cuando sentimos confianza. Y está bien sentirla, porque el amor no prospera en el campo de la duda constante. Necesita fe y a cambio da paz.
En la lista de señales hay tres elementos básicos a monitorear: uso del tiempo, proyección personal y actitud hacia ti. El primero es obvio: llega tarde o no viene con excusas ambiguas, pasas horas sin localizarle, inventa trabajos, negocios o estudios de los que luego no comenta ni ves el fruto sustancial.
El segundo es muy interesante e implica conocer bien a tu pareja para detectar cambios en su forma de vestir, nivel de autocuidado, frecuencia y forma de reír, ilusiones, vocabulario, hobbies, control del teléfono, gustos culinarios, olor...
¿Una persona habilidosa puede disimularlos? No si es una aventura a largo plazo. Si está disfrutando el desliz, de un modo u otro se impregnará en su personalidad. Somos seres biosicosociales y al involucrarnos con otras personas física y sentimentalmente se nos pegan sus frases coloquiales, escuchamos su música, aprendemos de sus intereses profesionales y de ocio. Del mismo modo, compartimos su energía o estados de ánimo y, por supuesto, el perfume, jabón, detergente de su ropa y hasta el aroma natural del sudor se mezclan con el nuestro, por no hablar de las trazas de otros fluidos corporales.
El tercer grupo es muy significativo y suele ser el que despierta alarma, incluso angustia, pues muchas personas eligen ignorar las señales anteriores mientras esa historia paralela ayude a nutrir la suya y no la ponga en riesgo. Ya saben: ojos que no ven...
Pero no hay forma de ignorar el trato distante, los cambios de humor, la culpa por cosas insignificantes, los regalos lujosos a destiempo, las críticas por lo que siempre has hecho y antes no molestaba, las amenazas de romper porque hay aburrimiento o agobio...
En no pocos casos la persona que engaña acusa a su pareja de estarlo haciendo, o hace bromas sobre el asunto, para alejar sospechas o porque se da cuenta de lo fácil que es y realmente teme ser pagado con la misma moneda.
Otra señal de peso son los cambios en la frecuencia o el performance de las relaciones sexuales. Ahora es muy fácil incorporar técnicas o despertar fantasías a partir de materiales virtuales compartidos entre amistades o descargados de internet, pero si la pareja tiene nuevas rutinas en la cama de las que no habla antes o no es consciente, eso da que pensar.
Y vuelvo otra vez con la pregunta del título. Si tu pareja está de buen humor, gana puntos como amante (o te da más respiro), cuida mejor de la familia y está más pendiente de tus necesidades, ¿aún quieres sacar a la luz una posible infidelidad?
Tras 23 años de publicaciones, en Sexo sentido sabemos que mucha gente de ambos sexos preferirá dejar las cosas como están, y otro número nada despreciable optaría por abrir la pareja para tener las mismas posibilidades de refrescar la unión con experiencias nuevas.
Pero también sabemos que la mayoría de esas personas no lo va a reconocer ante la parte infiel por miedo a perder su respeto o incluso la relación. Y en esos casos, ¿quién engaña a quién?