Sexo sentido cumple hoy 20 años de presencia sistemática en JR. Para celebrarlo les proponemos conocer cómo funciona nuestra popular columna Pregunte sin pena y quién es su conductora
La vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia.
Anónimo
A tono con el estilo de la sección, hoy Mariela Rodríguez Méndez responde «sin pena» tres preguntas que nos han hecho con mucha frecuencia, tanto colegas de su especialidad como periodistas y colaboradores, pero sobre todo público de todas las edades y provincias a quienes apasiona saber cómo enfrenta ella su reto semanal en esta página.
—¿Los casos que publica son reales o recrea la historia a partir de situaciones que escucha o lee en otra parte?
—Lo más significativo de la sección Pregunte sin pena es la riqueza y diversidad de los mensajes recibidos, y siempre intentamos rescatar lo peculiar, más que lo común, de cada disfunción o conflicto, ese rasgo distintivo que matiza cada cuestión lo aporta quien escribe.
«Nuestro objetivo es apuntar al goce soslayado en sus palabras, localizar acontecimientos, delinear el problema e hipotetizar sobre condicionantes a partir de lo escrito. Pretendemos destacar su creatividad, desmontar imperativos sociales en el centro de cada prejuicio o sufrimiento, dar valor a lo que se siente bien, favorecer una cultura del diálogo con el respeto a lo diverso, estimular el coraje para tomar decisiones que ayuden a vivir con sus consecuentes pérdidas, porque no todo se puede lograr.
«Cuando comencé la sección, casi recién graduada, me preguntaba si habría cartas para cada semana. Todavía hoy nos sorprende la cantidad de mensajes, que supera ampliamente la posibilidad de respuestas. Agradecemos esa confianza y la vitalidad sostenida mediante la participación.
«Solo he recreado historias escuchadas en otros espacios profesionales dos veces: una, con motivo de la celebración del Día Internacional de respuesta al VIH/sida, hace años; y la segunda, respecto al coronavirus. En ambos casos era pertinente poner a disposición del público de JR lo que debatimos entre colegas sobre las dificultades en el acto de prevenir un mal desde la perspectiva subjetiva, porque los cambios en la manera de disfrutar y proyectarnos en el lazo social son consustanciales a cada conducta preventiva.
En general ningún cambio se sostiene sin la participación comprometida de quien lo implementará, sin soluciones satisfactorias, sin contar con las personas significativas en ese trance. Las diferencias individuales matizan la posibilidad de inplementar distintos niveles de conducta porque no hay soluciones universales. Es preciso que cada quien se implique, a su manera, en la gestión de la salud».
—¿Qué utilidad tiene la columna para el público?
—Nos preguntamos desde el inicio de qué sirve este trabajo que se hace a solas, sin presencia física de quien consulta ni entrevistas u otra retroalimentación, solo lo referido en una carta, en la web o en los estudios de lectoría del equipo investigador del periódico.
«Las sicólogas Eralys Gómez, Johana Iglesias y Yeniley Socorro realizaron sus tesis de grado en torno a la sección Pregunte sin pena. En 2011 enviamos un cuestionario a todos los que se habían comunicado con la columna en el último año, cuyas direcciones electrónicas se conservan en archivo privado por parte de la editora a cargo de la página.
En 2012 se aplicó ese cuestionario a participantes en las peñas habituales de la página Sexo Sentido, y en 2013 se incorporó a la investigación a lectores que no preguntaron directamente ni asistieron a peñas, pero se comunicaron con la sección por vía electrónica con cualquier otro interés.
«Al procesar las respuestas y debates en grupo encontramos como principal efecto de la columna la posibilidad de informarse o cultivarse sobre temáticas sexuales a partir de puntos de vista diversos, para reflexionar y aplicar a sus problemas personales o de otros, presentes o futuros.
«Saber qué le pasa a la gente en su vida de pareja, comparar respuestas personales con las nuestras y evaluar cuán «normal» (entiéndase común) puede ser una situación, fueron otros efectos reportados, además de desarrollar mayor tolerancia hacia sí y hacia otros.
«Nos llama la atención que la gran mayoría declaró no sentirse motivada a acudir a consultas de Sicología u otra especialidad, a pesar de que se explicita la necesidad de recibir atención personalizada para tratar muchas problemáticas que nos trasladan por la vía del periódico. Tales resultados reafirman la necesaria prudencia profesional a la hora de responder, porque cualquier criterio podría usarse de referente cuando la sección difiere muchísimo de cualquier consulta y no puede ofrecer la profundidad de un seguimiento cara a cara.
«También hemos encontrado a lectores que dicen haber crecido leyendo y guardando los textos de la columna, y quienes cuentan que su lectura genera debates en grupos laborales y estudiantiles. Incluso hay parejas que se enamoraron o reconciliaron con la sección. Todo ello da cuenta de usos y efectos posibles de este espacio que dependerán del deseo con que el público se nos acerque».
—¿Alguna vez se ha visto reflejada en lo que preguntan?
—Hay situaciones que se repiten de una persona a otra, por lo que ese «verme reflejada» en un caso descrito es otro efecto de una sección en la que mucha gente encuentra respuestas sin solicitarlas directamente.
«En el ejercicio de esta profesión, el mejor esfuerzo es el de distinguir particularidades de quien demanda. Ver tu reflejo implicaría identificarte con quien escribió como si se tratase de una imagen en espejo, proceso común a otras identificaciones que experimentamos cotidianamente y están en la base de simpatías y antipatías, del amor y el odio.
«Para mantenernos “reflejados” solemos borrar rasgos propios que marcarían la diferencia: en la antipatía, desechamos aquello que no nos gusta de nosotros mismos y lo proyectamos en esa imagen recortada de otros.
«Cada quien tiene una manera singularísima de vivir su sexualidad, por más que existan situaciones reconocidas como comunes en el amor, el desamor, la sexuación, el erotismo, la maternidad, la paternidad… Cuando se relatan pasan a ser únicas, propias de quien las escribe. Destacar esas diferencias, evitar el reflejo y la repetición es una de las claves para generar respuestas individualizadas durante 20 años en muy pocas líneas.
«Parte de la formación profesional de quienes deben ayudar a otros seres es aprender a centrarse en esa singularidad de quienes te buscan, eso que no hace a las personas mejores ni peores, pero es vital distinguirlo para evitar mimetismos peligrosos.
«Más que el contenido de cada respuesta como norma de comportamiento, preferiríamos que el público se quedara con el análisis de los problemas desde otra perspectiva, con el reconocimiento de las diversas maneras que tenemos los humanos de sostener o provocar mucho de lo que nos hace sufrir, y la capacidad de valorar nuevas decisiones. «Sugeriríamos que cada uno tome sus vivencias como brújula en lugar de aferrarse a lo establecido como ideal en cada sociedad, cuyo fines son reproducir siempre lo mismo.
«Respetar a los otros y proyectar brillo propio es posible, aunque requiera trabajo y coraje. Esa es nuestra invitación desde Pregunte sin pena».
Mariela Rodríguez se graduó en 1996 de Sicología en la Universidad de La Habana, donde se hizo profesora desde 2003. Además realiza investigaciones y brinda asistencia clínica en un centro adjunto a la Facultad de Sicología.
En 2003 terminó la maestría en Sicología clínica, pero ya antes se había formado como consejera y fue fundadora del Centro Nacional de Prevención de ITS/VIH-sida en 1998. Desde hace un lustro es miembro de la Asociación Mundial de Sicoanálisis.
Su quehacer mediático ha sido relevante en diversos programas televisivos y radiales, como Estaciones de Radio Rebelde y S.Com, de radio COCO. Además de la columna en JR, lleva desde hace un año una sección fija los martes en el programa Visión, de Radio Rebelde. En 2013 la editora Abril publicó el libro Pregunte sin pena, muy bien recibido por el público.