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Cuando el No también es regalo

Es posible educar con límites saludables, sin golpes, regaños humillantes ni chantajes emocionales. Cómo lograrlo no es algo que se aprenda en las escuelas, pero tampoco en los supermercados

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Jorge Sánchez

El arte de ser feliz está en el poder de extraer felicidad de cosas comunes.
Henry Ward Beecher

 

Es posible educar con límites saludables, sin golpes, regaños humillantes ni chantajes emocionales. Cómo lograrlo no es algo que se aprenda (por ahora) en las escuelas, pero tampoco en los supermercados, donde algunos padres y madres compran decenas de regalos para compensar el incumplimiento de sus roles, un exabrupto o un castigo extremo.

En el marco de la 7ma. Jornada de Maternidad y Paternidad, iguales en derechos y responsabilidades (de febrero a junio), se podrá dialogar sobre estos temas en talleres, charlas e intervenciones mediáticas con especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

El propósito es desmontar formas de crianza regidas por lógicas explotadoras y rescatar límites adecuados en el rol de cada integrante de la familia, necesarios en esta época marcada por la «velocidad de un tiempo sin tiempo», al decir de la Doctora Mariela Castro Espín, directora del Cenesex.

Límites claros

Tener hijos es una responsabilidad enorme, y demostrarles cariño va mucho más allá de un simple regalo. Se trata de educar sobre bases sólidas de afecto, de enseñarles a confiar en sus juicios y a empatizar con los demás para desarrollar actitudes generosas, algo que aplicarán después con sus parejas y nuevas familias.

En la infancia somos más felices pasando tiempo de calidad con nuestros adultos significativos que jugando solos con el último aparato de moda. No está mal premiar las buenas conductas, pero también hay que prepararse para lo que no se consigue sin esfuerzo, que exige paciencia, constancia, dedicación y restricciones.

En muchas ocasiones los adultos dan regalos para desviar estados de ánimo con los que no han aprendido a lidiar, como la frustración o el aburrimiento infantil, sin entender que para crecer es necesario atravesar todas las emociones, las positivas y las negativas. La capacidad de solucionar dificultades de forma sana y creativa, no exclusivamente a través de recursos externos, es también un regalo y dura más que cualquier objeto material.

El mal hábito de dar todo lo que los chicos pidan solo porque la economía familiar permite hacerlo, ha sido nombrado Síndrome del niño hiperregalado. Juguetes, ropa, tecnología… a veces se cumplen caprichos innecesarios a costa del sacrificio familiar para que el menor tenga, supuestamente, lo mismo que los demás.

En el sitio español www.alariaescuelas infantiles.es, el siquiatra Santiago Duque afirma que ese exceso de regalos lleva a perder la emoción de recibir recompensas y no ayuda a ser tolerantes cuando se recibe un no por respuesta.

La máster Grissel Crespo, especialista del Cenesex, insiste en el valor de los límites para garantizar el bienestar de adultos y menores. En sus talleres recomienda aplicar la regla de los tres Noes: el primero lleva una explicación adecuada a la edad del crío; el segundo es para advertir que la decisión no cambiará, aunque insistan, y el tercero es tajante, pero sin violencia o disculpas, con una actitud relajada, sin demostrar sufrir la decisión.

Una de las principales causas de la avalancha moderna de obsequios es el intento de compensar la poca atención afectiva y efectiva que se dedica a la familia. Se trata de «comprar tiempo» ante la falta de tiempo para compartir, pero ningún juguete supera a una aventura inolvidable bajo la mesa del comedor con sus figuras «heroicas» cotidianas.

«Los niños hacen más lo que ven hacer que lo que les dicen que hagan», insistía un spot televisivo décadas atrás. Si desde la niñez mostramos más interés por lo material que por el afecto de la gente, eso moverá sus vínculos en la vida adulta, creando un vacío difícil de solucionar. Si todo se cosifica, todo pierde valor ante su vista, dejan de cuidar y valorar lo que reciben y crecen como egoístas caprichosos, por lo que tratarán de obtener ventaja de sus seres queridos y personas extrañas a través de regalos.

Por eso el criterio experto es limitar los regalos, sobre todo en fechas señaladas, a uno de cada tipo: un juguete que realmente les gusta y han fantaseado con él, algo útil para su día a día (mochila, enseres escolares), un libro o audiovisual adecuado a su edad y una prenda de vestir que necesite y no vaya a un rincón al día siguiente.

Si no valoran el esfuerzo para conseguir cada cosa, su maduración a nivel afectivo-emocional será siempre bajo. Si en cambio participan de la elección de regalos propios y para otras personas o ahorran para adquirirlos, cuidarán más lo que obtengan y aprenderán a mantener el control y la ilusión, a ser perseverantes cuando vale la pena, no por capricho, porque en la vida no siempre van a conseguir todo aquello que quieran o crean merecer.mas neuro-sico-endocrino, circulatorio, muscular, etcétera. Además, se precisa que aparezca ese estímulo suficientemente efectivo, según lo que le marcó en su historia, las condiciones que despiertan su goce y la disposición para entregarse a esta experiencia, que no se controla totalmente. Hay acontecimientos que tocan el cuerpo sin siquiera darnos cuenta de lo sucedido. Caricias, imágenes, palabras, voces, olores…, en la escena de nuestras fantasías puestas en acción. La otra persona puede ser ese medio por el cual se experimenta el goce en el cuerpo propio que, sin ser tan completo o proporcional a nuestras fantasías, puede ser satisfactorio.

El funcionamiento del organismo es una parte básica, pero no es suficiente. Hay muchos otros detalles que deben sumergirlo en la experiencia erótica, de la cual surge la erección como un producto. Tal vez sea preciso preguntarse también por el funcionamiento de su lazo con la otra persona y las sensaciones que en ese vínculo lo ilusionan hasta llegar a vivificar su cuerpo. Si algo de ese engranaje se obstaculiza, limitará el funcionamiento esperado, entre otros procesos.

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