Una de las parejas más controvertidas de América fue la que conformaron María Félix y Agustín Lara y el bolero que inmortalizó esa relación se llama María bonita
El sexo está entre las orejas, no entre las piernas.
Una de las parejas más controvertidas de América en el siglo XX fue la que conformaron María Félix y Agustín Lara. El bolero que inmortalizó esa relación, titulado María bonita, todavía se incluye en antologías de la cancionística del continente.
Cuando se divulgó el interés del compositor mexicano por su hermosa coterránea, aquel sentimiento supuestamente platónico fue tomado con simpatía por el público. El escándalo explotó cuando la llamada Novia de América aceptó casarse. ¿Cómo había cedido a la plática de aquel hombre feo y mayor en edad?
Entonces no se había inventado el vocablo sapiosexual, usado hoy para identificar a quienes sienten un gran magnetismo erótico por el talento, rechazan a quien no sabe mantener un buen debate y prefieren de regalo un libro, una película, una obra teatral…
El término es otro aporte al moderno intento de visibilizar la rica diversidad de orientaciones sexuales que siempre existió, no ya basado en el género del sujeto deseado, sino en cualidades menos tangibles. Su base científica es el Mapa del Amor descrito por el sexólogo neozelandés John Money (1921-2006), compleja guía idealizada del amante perfecto y las prácticas deseables.
Tu mapa es único, sin ser rígido: se inició en la infancia con la experiencia familiar e historias fantásticas, como las de la tele, y a medida que maduras se enriquece cuando valoras el tipo de parejas que construyen las personas admiradas por ti. A partir de cierta edad somos conscientes de ese mapa y podemos plasmarlo en palabras (recurso útil para evitar autoengaños), pero la mayoría del tiempo se proyecta en sueños, fantasías y modos de relacionarnos con las otras personas.
En el mundo del arte hay muchos ejemplos de figuras para quienes fue difícil hallar parejas a su gusto porque eran sapiosexuales: Marilyn Monroe estuvo cinco años casada con el dramaturgo Arthur Miller y llegó a proponerle a Einstein (¿en broma?) tener un hijo juntos. Como está de moda potenciar las diferencias, algunos sitios en la web publican esas historias y contactos de gente autodefinida sapiosexual, o proponen test de personalidad para medir la disposición a serlo, como el de psicologia-online.com.
Algunos estudios estiman en un ocho por ciento la población adulta con predominancia sapiosexual, mientras otros colocan el intelecto en un segundo escalón más amplio de seducción (después de la amabilidad), siempre viéndolo en sus múltiples facetas: inteligencia espacial, musical, lógico matemática, lingüística, cinético corporal, inter e intrapersonal y emocional.
En general son sujetos curiosos, creativos, ávidos de explorar qué saben los demás. Su gusto no está reñido con la estética, la higiene o el sentido de diversión, solo que no las priorizan. La idea de que hay más mujeres sapiosexuales que hombres parte de un mito develado por los estudios de Género: en algunas culturas las educan para no parecer demasiado listas porque esa inteligencia «intimida» al esposo, dice la sexóloga Gloria Arancibia. En otras, su acceso a instrucción es menor y por tanto idealizan a hombres favorecidos por la escolaridad.
Punto a favor de la sapiosexualidad es que logra vínculos más estables y nutritivos a largo plazo, pues muchos proyectos se potencian con el aporte de esa mente amada. Fue el intelecto, no la belleza, quien nos sacó de las cavernas, y de hecho esa admiración por sujetos capaces de sobresalir por su ingenio está presente en otras especies animales.
Lora Adair, profesora de Sicología Evolutiva en la Universidad de Lyon, Francia, describe cómo algunas aves y mamíferos incluyen complejas elaboraciones del futuro hogar en el ritual de apareamiento para obtener ventajas reproductivas.
Eso significa que la conformación del gusto amoroso no está a merced de las azarosas corrientes de la banalidad, como nos quieren hacer ver las grandes compañías de la moda. También hay gente preocupada por su crecimiento espiritual y al tanto de las ventajas que ofrece la tecnología para encontrar almas afines.
Probablemente tú también conoces personas que se excitan con cerebros ágiles o te identifiques en esa fascinación por la buena ortografía, amplio gusto musical, expresiones empáticas y diálogo ameno, especialmente si el contacto se inicia a través de las redes sociales o clubes virtuales de amistad, como los que impulsa Sexo sentido.
Si no es así, revisa el ambiente en que has elegido moverte y los patrones con que mides a los demás. ¿Estás feliz con tu mapa actual del amor? ¿En qué lugar sitúas la cultura de tus potenciales parejas respecto a su estatus económico, edad, apariencia física o fama como amante?