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¡Alerta, mamas!

Más del 50 por ciento de las mujeres cubanas en etapa reproductiva presentan una condición conocida como displasia o enfermedad fibroquística de las mamas

Autor:

Aileen Infante Vigil-Escalera

«Tengo displasia hace diez años. Sé que es una patología muy frecuente cuando se va acercando la menopausia», afirma Yoanka León, de 49 años de edad. Maite Hernández, quien tiene 20, rememora: «Tenía 17 años y cada vez que estaba por caer con la menstruación sentía muchas molestias en los senos, se me inflamaban un poco y muchas veces me molestaba hasta ponerme ajustadores. Mi mamá me llevó al médico y me dijeron que tenía displasia».

Más del 50 por ciento de las mujeres cubanas en etapa reproductiva presentan una condición conocida como displasia o enfermedad fibroquística de las mamas. Según el doctor Luis Mederos, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Clínico Quirúrgico Raúl Gómez García, afecta principalmente a mujeres mayores de 35 años.

«A pesar de esto se detectan casos en jóvenes con bastante frecuencia porque los ovarios no maduran siempre al mismo tiempo. Ello provoca el envío de gran cantidad de estrógeno hacia las mamas, lo que afecta a las mujeres más sensibles a esta hormona».

La doctora Olga Piera, especialista de segundo grado en Anatomía Patológica, alega que generalmente las pacientes llegan a la consulta quejándose de malestares premenstruales: una sensación de pesantez en los senos, dolor —de poca intensidad en la mayoría de los casos— y molestias, principalmente al manipularlos.

«Al examen físico se palpan unas bolitas, como pequeñas municiones, que en la imagen ultrasónica se traducen a puntitos negros, semejantes a un panal de abejas dentro del tejido mamario», agrega.

Emérida Rubio, especialista del Departamento de Mastología del Hospital Oncológico, añade: «La mama está formada por varios tejidos, constituidos a su vez por conductos que segregan y absorben sustancias para mantener su humedad interna y como preparación para la etapa de gestación. A veces se acumulan ante cualquier alteración del ciclo ovárico y provocan estos síntomas».

Condición, no enfermedad

Al preguntarle sobre los tratamientos, el doctor Mederos puntualizó: «Depende de la edad y desarrollo de la paciente. Por ejemplo, a una muchachita que aún no ha tenido descendencia no se le deben orientar anticonceptivos hormonales para regular su ciclo menstrual. En estos casos se sugiere el tratamiento dietético-vitamínico: la joven debe mejorar sus hábitos de vida disminuyendo al mínimo el consumo de grasa, alcohol, sustancias estimulantes y sobre todo nicotina».

«A mi hermana le detectaron la displasia con 15 años y enseguida le prohibieron el consumo de algunos alimentos como maní, mantequilla, chocolate, plátano fruta, refrescos gaseados, mayonesa, quesos y vino, entre otros. Todavía recuerdo lo difícil que fue para ella cambiar sus hábitos alimenticios», cuenta Adriana Infante.

Según la doctora Rubio, existen tres teorías para revelar la condición fibroquística de las mamas: una endocrina, basada en la relación estrógeno-progesterona (comúnmente denominada como descontrol hormonal, que afecta a la mayoría de las jóvenes), otra neuroendocrina, de acuerdo con la cual el estrés influye en el aumento de la producción de estrógenos, y por último una bioquímica, que plantea el consumo de algunas sustancias como factor directo de afectaciones en las células mamarias.

No son pocos los que aún siguen asociando esta condición benigna con cáncer. Josefina Rodríguez, de 38 años, recuerda el mal rato que pasó: «El médico no había terminado de hablar y ya yo tenía los nervios de punta. ¡Cáncer, tengo cáncer! Solo pensaba en eso. Hasta que no me explicó bien en qué consistía y me dijo que era benigno, no logré tranquilizarme».

Estudios realizados en mujeres con displasia arrojaron que no debe ser considerada una enfermedad, pues su desarrollo se debe a la sensibilidad del tejido mamario ante la acción de los estrógenos producidos por los ovarios durante el proceso reproductivo de la mujer.

«Si bien es cierto que toda mujer que haya tenido este antecedente presenta mayor predisposición a padecer enfermedades en los senos, hay que dejar bien claro que la displasia no tiene nada que ver con cáncer», explica Mederos, y alega que el tejido mamario afectado se vuelve más sensible y por tanto requiere de mayores cuidados para evitar complicaciones más adelante.

Como mismo se dan casos de mujeres con cáncer que en su juventud padecieron esta condición, otras desarrollan células cancerígenas en la adultez sin una displasia previa, y muchas la tienen toda la vida y nunca sucede nada, concluyó el especialista.

Conócete a ti misma

Cada mes, días después de terminar la menstruación, revisa tus senos para detectar cualquier cambio. Puede ser de pie: coloca un brazo detrás de la cabeza y con los tres dedos centrales de la otra mano palpa toda la mama. Hazlo en círculos o de arriba abajo, pero siempre del mismo modo.  Cambia de brazo y repite del otro lado. Con un espejo busca cambios de coloración en los pezones y la piel. Mientras más te examines, más rápido encontrarás cualquier señal de alarma. En ese caso pide una consulta de Ginecología.

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