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Condones en el bolso

Muchas mujeres sienten vergüenza de comprar preservativos. A pesar de la educación y la promoción en torno a estos temas, prefieren arriesgarse en una relación sexual desprotegida antes que adquirirlos en un establecimiento público

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

CIENFUEGOS.— Entró por la puerta cuando ya no había casi personas. Esperó por la última en la cola y pidió a los cielos que no llegara nadie más. Pero es casi imposible encontrar una farmacia vacía en Cuba. Entonces se fue. No sería capaz de soportar de nuevo aquellas miradas indiscretas cuando pedía cinco pesos de condones a la dependienta.

Como ella, muchas mujeres sienten vergüenza de comprar preservativos. A pesar de la educación y la promoción en torno a estos temas, prefieren arriesgarse en una relación sexual desprotegida antes que adquirirlos en un establecimiento público.

A pesar de que es sencillo acceder al producto, comprarlo es para muchas un desafío personal. A las adolescentes les preocupa que la gente las sepa o sospeche sexualmente activas; las solteras temen ser calificadas de promiscuas; las casadas, de infieles; y las mayores de 50 años, de ridículas.

Son criterios que niegan el empoderamiento femenino en la sexualidad y, por ende, limitan la práctica de algunos derechos sexuales y reproductivos.

En un artículo sobre el tema, la escritora mexicana Luza Alvarado explica: «El meollo del asunto está en el miedo que nos provoca aceptar que la mujer es un sujeto deseante (…). Durante siglos, la mujer fue educada para ser un objeto pasivo, cuyo deseo solo era legítimo cuando se ponía en función del deseo masculino. Ese esquema persiste en nuestro inconsciente colectivo a través de prejuicios y reglas no escritas como “los condones le tocan a él”».

Así se deja a los hombres la responsabilidad de comprarlos, abrirlos, ponerlos, evitar derrames o rompimientos y botarlos a la basura. Sin embargo, algunos declaran su rechazo, al alegar que no experimentan las mismas sensaciones o que les hacen daño. Y como ellas se ven sin alternativas, ceden ante esas excusas y se aventuran en un juego de la ruleta rusa cuyo precio puede ser un embarazo no deseado y hasta una infección de transmisión sexual.

Estudios realizados en México en 2010 revelan que el 83 por ciento de las mujeres de ese país no compra o carga un condón por prejuicios sociales. Ellas temen ser consideradas «mujeres fáciles», lo cual contradice la dificultad que implica muchas veces exigir al hombre un coito responsable.

Cuidarte(me)

«El condón evita el intercambio de fluidos entre el pene y la vagina, los cuales no solo pueden transmitir el VIH, sino también otras infecciones como el papiloma virus, causa frecuente de cáncer cérvicouterino», comenta la psicóloga cienfueguera Yanisuleidy Tamayo Días, quien recomienda el uso de este método de barrera incluso en parejas estables.

«A pesar de los mitos, el bajo número de mujeres diagnosticadas con VIH, en comparación con el de los hombres, refleja que las cubanas sí se protegen. La mayoría de los casos se dan en las casadas, quienes adquieren la enfermedad con sus parejas estables. Varias encuestas así lo confirman», explica la especialista.

Ese es el precio de los estereotipos culturales que aún regulan la conducta femenina. Cuesta mucho no confiar en la apariencia o la palabra de nuestra pareja, pero es preciso tomar la iniciativa en materia de precauciones.

La escritora Luza Alvarado así lo resume: «Todo ejercicio de libertad implica una toma de responsabilidad. (…) Siento que si algo puede prevalecer en el tiempo como un valor positivo y transversal, es el cuidado personal de la salud, que en el caso de la vida sexual se convierte en un cuidado del otro, de la comunidad y de la sociedad.

«La mayor ventaja es que funciona como un seguro de vida: si el hombre no lleva condones y ambos tenemos ganas, no pongo mi salud sexual en sus manos. No importa si se trata de sexo casual o de una relación más seria, la vida es lo que está en juego y si uno se cuida está cuidando al otro, a sus potenciales otras y a los potenciales otros de ellas... O sea, cuidarse es cuidar a todos».

También en Cuba muchas sienten cierta aprensión hacia el acto de adquirir condones. Para ellas traemos algunos trucos, como pedirle a una o dos amigas que la acompañen, comprarlos junto a otros medicamentos, buscar un lugar donde sea un hombre quien despache y procurar horarios de poca afluencia de público (primeras horas de la mañana o en la noche).

El mejor consejo es recordar siempre que esa acción te muestra como una mujer responsable, consciente de los riesgos que asumes, y que para ti protegerte no es apenas una opción, sino una obligación vital.

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