Y. B.: Hace cinco años me enamoré de una mujer algo mayor. Somos la clásica pareja que discute por todo, pero no puede estar un día sin arreglarse. Discusiones tontas que nos han llevado a separarnos hace tres meses porque ya sentimos necesidad de alejarnos. A pesar de los caracteres difíciles nos impulsaba algo maravilloso que era el amor que sentíamos. Me llenaba en todos los sentidos. Creo que nunca me voy a sentir así con otra. Siento mi vida súper vacía, pero realmente no sé qué hacer para estar mejor juntos. Tengo 32 años.
Si en verdad es un amor tan importante, pudieran intentar maneras diferentes de lidiar con lo difícil de sus caracteres, pero eso implica hacerse cargo de lo que uno pone para condimentar tantas batallas. Ella no discute sola. Contribuyes a eso porque alguna extraña satisfacción obtienes con tantas «discusiones tontas». No es bobería alternar entre controlador y controlado, poseído y poseedor. Reconocer cómo contribuyes a esa situación podría ayudarte a moldear los excesos.
Todas las parejas (especialmente las apasionadas) tropiezan con algo indomable, excesivo y molesto, que guarda estrecha relación con lo que más les atrae. Ustedes supieron manejarlo todo este tiempo y ahora sienten la necesidad de separarse, de alejarse. ¿Será acaso que quieren reavivar la pasión y para ello necesitan el sabor de la ruptura? ¿Cómo explicas que solo ahora se alejen?
Cuando no cesamos de poner en riesgo aquello que decimos querer, debemos al menos detenernos a analizar dicha contradicción. No es solo cuestión de carácter. Un profesional pudiera ayudarte a encontrar otras respuestas.
Mariela Rodríguez Méndez, Master en Psicología Clínica
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