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Ilusiones de Rapunzel

En Cuba no es alta la incidencia del embarazo psicológico (también llamado imaginario, utópico o Síndrome de Rapunzel), pero siempre es necesario conocer sobre un tema tan controversial que puede afectar a las mujeres (y hasta a algunos hombres y animales de compañía) sin distinción de raza o edad

Autor:

Sandra Chávez Lozada

Hace unos años se dio a conocer en nuestro país la muy gustada serie Anatomía de Grey. En su cuarta temporada aparece la historia de Ava, una paciente encontrada por el equipo médico del hospital Seattle Grace, víctima de un accidente en el ferry. Después de su recuperación, la joven regresa al hospital y, tras múltiples exámenes, es diagnosticada con un embarazo psicológico.

En Cuba no es alta la incidencia de ese trastorno, pero siempre es necesario conocer sobre un tema tan controversial que puede afectar a las mujeres (y hasta a algunos hombres y animales de compañía) sin distinción de raza o edad.

El embarazo psicológico (también llamado imaginario, Síndrome de Rapunzel, utópico o pseudociesis) se da cuando una mujer cree estar embarazada sin estarlo realmente, aunque presenta la mayoría de los signos y síntomas gestacionales.

Diversos factores intervienen en el desarrollo de este síndrome. Los estudios demuestran que alrededor del 20 por ciento de las mujeres que lo han padecido alguna vez han sufrido algún trauma que no les permite expresar sus sentimientos. Situaciones que pueden conducir a este trastorno pueden ser la infertilidad o esterilidad y los problemas para desarrollar una gestación. También es frecuente en adolescentes que comienzan sus relaciones sexuales.

En estrecha relación con los factores psicológicos también hay cierto componente neuroendocrino. Una disminución de la LH (hormona luteinizante) y la FSH conducen a la anovulación y en consecuencia a la amenorrea o falta de menstruación, situación que se acompaña de una subida de prolactina y progesterona, las cuales estimulan respectivamente la lactogénesis (producción de leche materna) y el mantenimiento del cuerpo lúteo. Estos son cambios propios de una gestación real, lo cual aumenta el cuadro de confusión de la supuesta gestante.

¿Por qué a mí?

Por lo general la causa principal de este suceso es el deseo incontrolable de tener un hijo, pero también se manifiestan otros detonantes como la necesidad de fortalecer aún más los nexos conyugales o de sentirse joven y productiva. Obviamente las mujeres son más propensas a desarrollar un problema de este tipo, pero hay casos extremos en los que se llega a presentar en algún hombre.

Los reportes más frecuentes son en jóvenes recién casadas, solteras con miedo a quedar embarazadas cuando su vida sexual está activa, mujeres de edad avanzada temerosas de llegar a la menopausia, las que se saben infértiles o estériles, y aquellas que se han vuelto a casar y desean tener descendencia con la nueva pareja.

Incluso algunas razones socioeconómicas y culturales conspiran para que se presente este síndrome como resultado de una obsesión: la necesidad de solidificar la unión cuando se depende del marido para la subsistencia, la búsqueda de un absoluto control de la atención de la pareja; el deseo de complacer en todo al esposo o, si hay problemas maritales, se ve el embarazo como la solución para salvar el matrimonio.

Síntomas de un espejismo

Por lo general el cuadro comienza con los mismos síntomas de un embarazo real: trastorno del ciclo menstrual (varía entre la amenorrea y la hipomenorrea); aumento del volumen abdominal sin borramiento del ombligo; modificaciones en las glándulas mamarias (turgencia, secreción de leche, pigmentación y aumento de tamaño de las papilas); náuseas y vómitos, constipación (estreñimiento) y ausencia del apetito; aumento de peso (generalmente mayor que en los verdaderos embarazos) y sensación de movimientos fetales.

El margen de coexistencia de los síntomas mencionados varía según los casos en los que se presenten, pero por lo general se prolongan hasta que la mujer acepta que su embarazo es psicológico, por eso lo mejor en estos casos es recurrir cuanto antes a una consulta médica en busca del apoyo profesional necesario.

En el hombre pueden darse síntomas similares por causa de sentirse identificados con su pareja, pero ese proceso ocurre generalmente cuando la mujer está realmente embarazada y él, sintiéndose protector, procura que su mujer sufra lo menos posible y trata de ser partícipe del proceso para compartir todo lo bueno y lo malo.

Ser madre constituye, más que un cumplimiento con la sociedad, un regalo de infinita ternura. Recordemos que traer un niño al mundo es un acto de máxima responsabilidad, y antes de dar este paso debemos sentirnos capaces de velar por nuestro futuro y el de la criatura. Tengamos siempre en cuenta que nacer mujer implica también valorarnos, querernos y enfrentarnos al mundo como lo que somos: creadoras perennes de vida y amor.

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